La rueda

Elogio del papel de celulosa

JOAN OLLÉ

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Hace apenas unos años, este papel de periódico que ahora están leyendo, mañana serviría para no pisar el suelo recién fregado, envolver el bocadillo del desayuno y, si nos vamos unas décadas más atrás, incluso para limpiarse. Sí, muchos nos limpiamos en algunos retretes infectos nuestro culito infantil con noticias de Franco y el Vietnam. Y así estamos. Luego, para nuestro consuelo, llegó el papel higiénico El Elefante (400 hojas) de La Cellophane Española y todo fue yendo a mejor, hasta llegar a las insuperables toallitas húmedas.

También era habitual, en aquel tiempo impreciso del que hablo, no salir de casa sin un pañuelo, un cuadrilátero perfectamente planchado, a veces con iniciales bordadas. Algunos lo lucían en pico en el bolsillo superior de la americana, como adorno, para no ensuciarse los pantalones al arrodillarse en el reclinatorio de la iglesia o para despedir a los barcos, pero el común de los mortales lo utilizábamos para los estornudos de los resfriados, los esputos o para acoger la sangre de nuestras pequeñas heridas. Y, de la manera más natural, íbamos por el mundo con un retal arrugado, húmedo, a veces apergaminado, lleno de mocos frescos o secos: ¡menuda guarrada! Hay quien aún hoy practica esta costumbre.

A la hora de comer, cada uno disponía de una servilleta, aprisionada en una argolla que identificaba aquel trapo sucio como suyo. En él se mezclaban, como en un tàpies anónimo, las huellas polícromas de los macarrones del martes, la paella del jueves y los canelones del domingo. Se echaba a la lavadora o al lavadero, como las sábanas, solo una vez por semana.

Sí, ya sé que, si planteásemos una encuesta sobre qué invento ha revolucionado más nuestras vidas, posiblemente ganaría, por aclamación, internet. Pero hay quien dice, y yo lo creo, que la verdad está en las cosas pequeñas, insignificantes a veces. Y desde aquí propongo un merecido aplauso a la celulosa, que en sus tres variantes de papel higiénico, pañuelo de un solo uso (más conocido como clínex) y papel de cocina ha contribuido de manera decisiva a mejorar nuestro presente. ¡Larga vida a la celulosa!