El cuerno del cruasán
Construye tu 'Titanic' en cien semanas
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
JORDI PUNTÍ
Cada año que pasa es más difícil decidir si el verano ya ha terminado. La meteorología, que tradicionalmente nos echaba una mano, ha aprendido a hacerse la despistada. Los turistas ya no son de temporada y visitan Barcelona durante todo el año. Para comprender que ya vamos de cara al otoño, la mejor manera es fijarse en algunas señales que se repiten en septiembre: se estrena una nueva película de Woody Allen, nos viene la tentación de hacer un curso de inglés o de apuntarnos al gimnasio (pese a saber que en Navidad ya habremos desistido) y el quiosco del barrio se llena de fascículos coleccionables.
El otro día me entretuve un rato contemplando las novedades de este nuevo curso y la oferta me mareó. La vajilla de color rosa, por piezas, de esa cosa llamada Hello Kitty enseñará a las niñas el concepto ajuar, y entretanto los niños (y los niños mayores) podrán hacer la colección de camiones de los años 50, 60 y 70. Los adultos pueden dejarse embaucar por fascículos tan apasionantes como un curso de ganchillo fácil, una guía de setas ibéricas (te regalan un cuchillo) o las grandes sagas de la novela romántica. Si no son muy de leer, siempre pueden escoger una serie de flautas de madera que imitan los cantos de los pájaros, una colección de rosarios históricos o un juego de ajedrez con las figuras de La guerra de las galaxias.
Siempre que lo comento con alguien nos preguntamos quién compra esos fascículos, pero el bombardeo de anuncios en la tele demuestra que son rentables. Yo sospecho que muchos hacen la colección de lo que sea -o como mínimo la empiezan- porque así tienen un proyecto que durará algunos meses, una perspectiva de futuro que les hace sentirse activos y esperanzados. Tampoco hay que descartar el ímpetu acumulador, esa manía consumista de acaparar objetos inservibles, que crían polvo en las vitrinas y solo sirven para que los niños de las visitas se distraigan un rato.
Estas intrigas confluyen en la apuesta más relevante del quiosco para este año. Se llama Construye el Titanic y durante cien semanas, cien, te proponen que vayas montando pieza a pieza la maqueta del transatlántico más famoso de la historia. Quien tenga la paciencia de llegar hasta el final descubrirá que la bestia mide más de un metro de largo. Lo que no aclara la publicidad es si con la última entrega te regalan un iceberg para que puedas hundirlo en el lavadero de tu casa. Espero que sí.
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