La clave

¡Cielos, Rajoy en una boda gay!

JUANCHO DUMALL

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Mariano Rajoy asistió el viernes en Vitoria en calidad de invitado a la boda de Javier Maroto, vicesecretario general del PP, con quien durante años ha sido su novio, José María Rodríguez. El presidente del Gobierno no fue el único dirigente del partido presente en el convite. También estuvieron María Dolores de CospedalJavier ArenasJorge MoragasPablo CasadoAndrea LevyIñaki Oyarzábal y Fernando Martínez-Maíllo. Es decir, una buena representación de la cúpula popular, como corresponde en el enlace de un compañero de la dirección que ha querido celebrar un día tan importante para él con quienes comparte muchas horas de trabajo. Perfecto.

Pero no deja de ser llamativo que tan alta representación del PP en una boda de dos personas del mismo sexo se produzca sin que nadie de la dirección del partido se haya dignado pedir disculpas a la sociedad española por su terca oposición a las bodas gais, a veces con argumentos homófobos, que le llevaron a presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional -que fue clamorosamente tumbado- de la ley que regulaba estos enlaces. Norma, por cierto, aprobada por las Cortes durante el mandato del socialista Rodríguez Zapatero.

El único que ha dado una explicación política ha este viraje ha sido el novio: «Las sociedades evolucionan, los partidos evolucionan y hoy mi partido y el Gobierno quieren sumarse a eso porque ya en España el derecho al matrimonio es para todos y hoy todos compartimos ese mensaje». Muy bien, pero si el partido ha evolucionado, hubiera sido bueno que nos lo dijeran antes. Sobre todo después de la sentencia que derribaba unos planteamientos que en su día solo convencieron al cardenal Rouco Varela.

El Estatut

Fiel a su estilo, Rajoy cree que ha pasado la maroma con su presencia en esta boda. Pero parte del electorado no olvida las manifestaciones con los obispos. Como tampoco lo hace, y esto es hoy muy relevante, con las recogidas de firmas contra el Estatut y el recurso contra la máxima ley catalana. Y nos tememos que esto último no se arreglará solo con asistir a un banquete.