Dos miradas

«Oh, Christ!»

Nobel para la música popular Dylan_MEDIA_1

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JOSEP MARIA FONALLERAS

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En la historia de los Nobel hay un momento recurrente y determinante. Un clásico. ¿Cómo se enteraron de la noticia los galardonados? Vargas Llosa, por ejemplo, estaba en un apartamento de Nueva York con poca cobertura. Llamaron al teléfono de su prima Patricia (que era también su mujer, claro) y se cortó la conferencia con Estocolmo. Pensó que era una broma hasta que comprobó la veracidad de la llamada de Peter Englund. Eran sobre las seis y media de la mañana. A Alice Munro, le tuvieron que dejar un mensaje en el contestador, y Günter Grass lo supo mientras estaba de visita al dentista.

La reacción más divertida, sin embargo, fue la de Doris Lessing. Volvía a casa en taxi y vio un enjambre de fotógrafos que la esperaban en la entrada. Un periodista le dijo que acababa de ganar el Nobel y ella, medio aturdida, medio indiferente, soltó un «oh, Christ!» Que a día de hoy todavía no sé si fue una sorpresa o un lamento.

Técnicamente, Bob Dylan aún no sabe que lo ha ganado. No coge el teléfono y no devuelve las llamadas de Sara Danius, la secretaria de la Academia. Le entiendo perfectamente. ¿Y si fuera una broma descomunal? ¿Y si son los de Telefónica, que te quieren vender la banda ancha y el partidazo? ¿Y si es Matías Prats con un seguro de coche? Yo no contesto nunca un teléfono desconocido, por temor a una ganga, una estadística o una encuesta. Te entiendo muy bien, Bob Dylan. Cualquier se arriesga.