MIRADOR

Liceu, gestión y transgresión

Patio de butacas del Liceu.

Patio de butacas del Liceu.

Xavier Bru de Sala

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Gracias a la bendita tozudez de Lali Vintró, que en los 90 tuvo la vara muy alta en el Ajuntament de Barcelona, los propietarios del Liceu no lograron mantenerse como dueños de un equipamiento que renunciaban a pagar. No es que no pudieran practicar el mecenazgo, es que en vez de rascarse el bolsillo preferían chupar del erario público sin dejar de mandar. A Pujol le parecía bien y Maragall habría acabado cediendo a fórmulas disimuladas de gestión privada con financiación pública. Pero la jefa de filas de ICV era muy convincente. Maragall le hizo caso y Pujol tuvo que ceder. Por eso el Liceu es de todos.

Deberíamos supimir la anomalía y reclamar un director general del Liceu que fuera de los nuestros, es decir de la cultura avanzada y transgresora marca Barcelona

De todos, pero arrastra el estigma del complejo de inferioridad de los políticos. Cuando me desperté, el Liceo todavía estaba allí, dicho sea con una paráfrasis que explico a continuación. El Liceu es el único equipamiento cultural donde se va a lucir y a practicar relaciones públicas. Algunos aún se pasean por él como si fuera suyo, que se lo sienten suyo, que se creen con derecho de poner límites a la imaginación de los artistas, y encima piensan que lo ejercen benignamente. Por eso el Liceu es el único equipamiento cultural pilotado por un gerente, desprovisto por definición de discurso sobre su contenido cultural. Uno de confianza, piensan los que se saben herederos de los antiguos amos, uno de los nuestros, uno que pudiera dirigir una empresa como nosotros.

Ya va siendo hora, pues, que el juguete pertenezca del todo, también a nivel simbólico, a quien lo paga, que somos todos. Por si algunos aún se dejan engatusar, aduciremos que en Catalunya, como en toda España, el mecenazgo es una falacia. En consecuencia, deberíamos suprimir la anomalía y reclamar un director general del Liceu que fuera de los nuestros, es decir de la cultura avanzada y transgresora marca Barcelona. Como el TNC, como el Auditori, como el Lliure, como el MNAC y como el MACBA.

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