Estreno: 25 de octubre
La vida de Adèle Abdellatif Kechiche Una emoción indeleble
La categoría de obra maestra siempre es relativa y en cine se tiende a olvidar que lo ensalzado en un momento se cuestiona en otro. La obra maestra necesita distancia, tiempo transcurrido, la sensación de que esa obra ha sedimentado. No es necesario que haya pasado medio siglo (Vértigo) para refrendar rotundamente esta consideración, pero conviene dejar un tiempo de reflexión antes de convertir una película en axioma absoluto de la maestría.
A veces no es así. La vida de Adèle produce un placer y un dolor instantáneo, te arrastra y sumerge en un vaivén prolongado de sensaciones y sentimientos ajenos que acaban siendo propios. Su recuerdo perdura y no se impone la distancia. Podemos equivocarnos, pero el rango de obra maestra le cuadra a la perfección porque es precisamente eso, una obra perfecta, sin fisura alguna, entregada, meditada y compensada. Nunca se ha filmado tan bien una separación amorosa como nunca se ha rodado mejor una secuencia de sexo, en este caso entre dos mujeres, o la expresión luminosa del placer verdadero. Kechiche cuenta el nacimiento, auge y destrucción de una relación sentimental con una libertad y sinceridad que dejan una huella indeleble.
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