ANIVERSARIO EN EL FÒRUM

Víctor Manuel, toda una vida

El cantautor celebra 50 años de carrera con un recital antológico lleno de invitados

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Víctor Manuel parece pasar los días dentro de un eterno concierto antológico, y ya son tres los recitales seguidos de esa naturaleza que ofrece en Barcelona en los últimos cinco años: el del Palau (2010), el del Liceu (2012) y, el viernes, el concierto que ha supuesto su debut en el Auditori del Fòrum. Todo ello deriva, además, de aquel disco autobiográfico y sinfónico, Vivir para contarlo (1999), el repertorio de toda una vida que meses atrás reordenó en 50 años no es nada, coincidiendo con la efeméride redonda.

El efecto déjà vu ha quedado, el viernes, un poco suavizado por el cambio de formato, de los dos músicos que le arroparon las otras veces a una docena, con instrumentos de viento y arreglos renovados por el teclista, director musical e hijo del cantautor, David San José. Y por el llamativo desfile de invitados, que ha recordado que Víctor Manuel tiene una buena agenda e inspira respeto también en creadores de generaciones posteriores a la suya. El repertorio ha modificado en esta ocasión el estricto orden cronológico y ha potenciado cierta ordenación temática, empezando por piezas que aludían a sus raíces, ya fuera a través de partituras remotas (La romería, 1969) o modernas (El hijo del ferroviario (2001). En aquel Víctor Manuel con raíces populares encontramos la versión más genuina del artista, y por eso ha sido acertada la sintonía folk del bloque de canciones al que ha invitado a tres paisanos, el gaitero Hevia y los cantantes Chus Pedro (miembro, desde los 70, del grupo Nuberu, destacado en la recuperación de la lengua asturiana) y la joven Marisa Valle Roso, con Danza del cuélebre, Planta 14, Paxarinos Por el camino de Mieres. Memoria tradicional y acentos obreros.

Votos y ardores

Víctor Manuel no ha querido pasar por alto sus versos de corte político, como los de Canción de la esperanza, de 1978, donde ha advertido de que «con un voto no cambiamos casi nada», y que ha comparado con el momento actual. Ni tampoco los más fogosos, los de la temprana Quiero abrazarte tanto. «Con sexo entre líneas. En 1970 todo era entre líneas», ha apuntado.

El goteo de estrellas ha ido a más a partir de la irrupción de Ana Belén con Contamíname, de Pedro Guerra, que le ha relevado con Canción pequeña. Siguiendo el guion del disco, David San José se las ha tenido con Bailarina; Sole Giménez, con La madre, y Rozalén ha abordado Luna. Millán Salcedo ha sustituido a El Gran Wyoming en Déjame en paz. Arreglos con cierta voluntad renovadora, como ese Solo pienso en ti envuelto en metales, con menos azúcar que en el original. «Este tipo toca la fibra sensible como nadie», ha dicho David Muñoz, de Estopa, dúo que ha dado alas a Soy un corazón tendido al sol, en un tramo final al que se ha sumado Serrat en la primeriza El abuelo Vítor, que ha hecho suya con naturalidad, y de nuevo Ana Belén con La puerta de Alcalá rumbo al punto y final colectivo de Asturias. Autobiografía y fiesta.