crónica
Liberato en el Sónar 2018: Barcelona ha sido liberada
El héroe napolitano enmascarado ha desplegado su cartera de himnos en su primer concierto fuera de Italia
Ignasi Fortuny
Periodista. Principalmente, escribo sobre música.
Ignasi Fortuny
Chaqueta negra, capucha puesta y pañuelo cubriendo casi todo el rostro, así han irrumpido Liberato y sus dos acompañantes (o igual se trata de un trío y no de un artista, quién sabe) en un escenario especialmente oscuro del Sónar. No podía ser de otra manera para un artista que oculta su nombre y su cara y que solo se expresa a través de sus canciones. Esperaban al héroe napolitano un buen puñado de sus compatriotas, parte importante este viernes de un público claramente bipolar. Para algunos un ídolo, pues el personaje en cuestión protagoniza un fenómeno musical juvenil en Italia, a pesar de tener poco más de un año de vida. Para otros, un descubrimiento, algo incipiente, que late y crece y que parte de una óptica muy local -Nápoles es omnipresente en su imaginario- pero se proyecta como algo muy grande.
Liberato ha llegado al Sónar habiendo hecho tan solo tres directos -todos en Italia, era su primer concierto fuera de su país- y con unos 40 minutos de música publicada pero, al mismo tiempo, presentado un espectáculo con juegos de luces punteros. Así pasa también con sus canciones -cantadas en napolitano- cuando se convierten en videoclips, crónicas callejeras del Nápoles de después de la 'camorra', que enganchan a una masa de jóvenes seguidores. Ya una figura de la música urbana en su país, el Sónar puede que haya sido un trampolín para su despegue internacional.
Liberato ha desplegado en 45 minutos de un visual concierto su cartera de himnos que transcurren entre la electrónica minimalista y la clásica canción romántica italiana. Poco tiempo más podía actuar, pues ha expuesto todo su repertorio: seis canciones publicadas en plataformas digitales que le han bastado para cosechar más de 40 millones de reproducciones en Youtube. Liberato (o su vocalista) se ha situado en el centro del escenario con el teclado, flanqueado por otros dos personajes sin rostro a cargo de la percusión. Tapados todos hasta las cejas en un caluroso día de junio, no sabemos cómo es Liberato pero seguro que su paso por el Sónar le habrá hecho perder algo de peso.
Sus canciones, empezando por 'Nove maggio', han sido coreadas por sus compatriotas y seguidas al ritmo por otros foráneos y autóctonos. El repertorio del ídolo napolitano es aún tan escaso y sus fanáticos tan fanáticos que muchos acertaban la canción que venía con solo oír la primera nota. Eso sí, unos y otros han bailado en la destacable 'Me staje appennenn' amò', una especie de himno discotequero. Y para sentida e intensa, 'Gaiola Portafortuna', que ha acabado con una declaración de amor de Liberato hacia Barcelona.
El final, con 'Tu t'e scurdat' 'e me', que ha terminado con los tres miembros enmascarados del escenario despidiéndose con el puño en alto, ha confirmado lo siguiente: Barcelona ha sido liberada.
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