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Las mil dudas de Seward

El grupo barcelonés actúa este sábado en Apolo, pero no en el escenario, sino entre el público, en un intento de alterar el ritual de los conciertos

Incómodos, torrenciales e impredecibles 8El grupo barcelonés Seward.

Incómodos, torrenciales e impredecibles 8El grupo barcelonés Seward.

NANDO CRUZ / BARCELONA

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Tres adjetivos persiguen a Seward desde su fundación en 2010: incómodos, torrenciales e impredecibles. Los dos últimos también se les pueden aplicar como entrevistados. Antes aún de conectar la grabadora, la conversación con Adriano Galante (voz y guitarras) y Pablo Schvarzman (guitarras) ya se abre y despliega en múltiples temas sin necesidad de plantear una pregunta inicial. Y una vez en faena, la charla sigue el mismo curso caudaloso, enlazando reflexiones, recuerdos, frustraciones, deseos, tesis y preguntas, muchas, que se lanzan ellos mismos retóricamente.

¿Por qué no existe un sindicato de músicos en España? ¿Por qué hay que tocar siempre ritmos uniformes si nuestros biorritmos son imperfectos? ¿Por qué sigue siendo incómodo para los músicos hablar de dinero? ¿Por qué se sigue transmitiendo la idea del artista como un ser superior? ¿Por qué no explorar todos los movimientos corporales al cantar? Preguntas y más preguntas que enfatizan que Seward no se deja llevar por la corriente.

Este sábado por la noche (21.00 horas) estrenan en Apolo su disco Second two: chapter home. Pero más que hablar de él, lo que les preocupa es la dimensión que tiene o debería tener su oficio. «Una amiga psicóloga dice que los músicos solo tocamos por ego, pero yo toco para los demás», perjura Galante. «La música es un bien común: sirve para generar un momento de reflexión, conocerte a ti mismo, crecer, aprender... Es un camino muy lento que la industria musical ha acelerado tanto que lo ha despersonalizado. Por eso hay que recuperar esa idea de hace más de cien años, cuando el músico era un miembro más de la sociedad».

Combatir la homogeneización

Combatir la homogeneización La música de Seward nace de una discusión musical constante, ya que sus integrantes se conocieron en sesiones de improvisación en la sala Jamboree. Pero sale más a cuenta indagar en sus intenciones creativas que en los ingredientes que la componen. «Nos gusta jugar con las dinámicas de la música clásica porque abarcan una mayor amplitud que el pop y así, por pura cuestión matemática, te expones a más emociones», calcula Galante. Se dice que su propuesta es exigente y hasta abrumadora. Ellos lo ven al revés: «Son las barreras culturales impuestas por la tradición las que impiden conectar con músicas más inusuales». Incluso apuntan a una homogeneización invisible: «Todos leemos los mismos libros, vemos las mismas series de televisión, comemos la misma comida, vivimos las mismas experiencias y por eso acabamos haciendo todos la misma música». Seward no quieren ser virtuosos instrumentistas herméticos, pero creen que la predisposición del espectador a experimentar algo único en un concierto «también es muy importante». Por eso, Galante casi prefiere «que la gente se vaya del concierto, que me tiren una silla, que bailen, rían o lloren» a que no sientan nada. «Los músicos debemos saber explicar que somos el medio, no el foco que provoca esas experiencias. Todos los que estamos en la sala formamos parte de lo que ocurra ahí», dice. Y maldice esa «distancia cada vez mayor respecto al público que ha convertido al artista en una especie de dios que está ahí arriba».«Un concierto es una experiencia física, pero seguimos viviendo la música en un formato que ya tiene 60 o 70 años y que ya no nos transmite lo mismo», lamenta. «Estamos tan acostumbrados a eso que se ha degradado el valor de la experiencia», añade Schvarzman. Y para romper esa rutina, Seward ha rechazado actuar este sábado en el escenario de Apolo. «Montamos el escenario abajo, tocaremos rodeados del público y recibiremos el mismo sonido que ellos. Vivir la misma sensación que el público es la mejor forma de tocar», intuyen. Habrá mesas y sillas. Para sentarse o darles cualquier otro uso.

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