DAMA DEL 'BEST-SELLER'

Catorce años después

Matilde Asensi publica 'El regreso del Catón', continuación de su mayor éxito de ventas

Satisfecha 8 La escritora alicantina Matilde Asensi, ayer en un hotel de Barcelona.

Satisfecha 8 La escritora alicantina Matilde Asensi, ayer en un hotel de Barcelona.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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A la legión de lectores de Matilde Asensi (Alicante, 1962) no hay que explicarles que es un catón, palabra que ella escribe con mayúscula porque al fin y al cabo inventó esa dignidad. Un catón es un líder, una especie de papa de una secta ficticia que amuebló uno de sus trabajos más celebrados, El último Catón (2001). Con él ascendió al podio de los plusmarquistas del best-seller local -en la liga de Julia Navarro, Carlos Ruiz Zafón o Ildefonso Falcones- y, con su cóctel de aventuras, misterios históricos e intrigas vaticanas, lo hizo dos años antes -ojo al dato-que el conspiranoico Dan Brown y su Código Da Vinci. Algo que le encanta que le reconozcan.

Asensi ha escrito muchos otros libros, incluso trilogías desde entonces pero se sentía muy presionada por sus lectores, que por tierra, mar y Twitter (sin olvidar el Facebook) la obligaban a reconsiderar su primera decisión de no dar continuidad a aquel libro. Catorce años después, con El regreso del Catón (Planeta / Columna) -el título no llama a engaño-, ya en las librerías y en lo alto de los más vendidos desde el minuto cero, la autora afirma sentirse a gusto, tras su reticencia inicial. «Es cómo volver a encontrarse con unos amigos que no has visto en mucho tiempo». Y es que los años han pasado también en la acción. La exmonja e historiadora Ottavia Salina y su ya marido, el paleógrafo angloegipcio Farag Boswell, ahora más maduros, se ven lanzados a la búsqueda de un hito arqueológico clave (y también polémico) en la doctrina cristiana, los restos mortales de Jesucristo. Porque de hallarlos, la naturaleza divina de Jesús quedaría en entredicho.

Atea pero respetuosa

Confesa atea aunque educada en un colegio de monjas bastante aperturista, Asensi no tiene miedo a que en instancias vaticanas pudiera llegar a demonizarse su libro -con el de Dan Brown no hubo pronunciamiento oficial pero sí muchísimo recelo- porque hay en él un «profundo respeto» a las creencias de su protagonista y narradora, que pese a todo sigue manteniendo la fe. «Si realmente aparecieran esos restos de Jesús quienes se sentirían incómodos son esas organizaciones radicales como el Opus Dei, Comunión y liberación o los Kikos a quienes Juan Pablo II dio mucho poder». Asensi celebra que Francisco, a quien aprecia como «papa de parroquia que es», haya denunciado a esos grupos.

Amante de las nuevas tecnologías y temerosa de los aviones que se obliga a coger cuando las promociones aprietan, Asensi se documenta virtualmente y no ve necesario moverse de su mesa de trabajo en Alicante para recrear las localizaciones en Canadá, Mongolia, Estambul o Israel de su novela. Al igual que Julio Verne, no lo necesita. «Creo que si imagino los lugares les voy a poner más magia y más brillo».

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