El segundo partido

James mete a Colombia por primera vez en los cuartos

El mejor jugador de la primera fase mantiene el nivel con dos goles que abaten a Uruguay

El portero uruguayo Muslera no puede interceptar el disparo de James que supuso anoche el primer gol colombiano.

El portero uruguayo Muslera no puede interceptar el disparo de James que supuso anoche el primer gol colombiano.

JOAN DOMÈNECH / Río de Janeiro

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La camiseta y las botas de Luis Suárez estaban preparadas en el vestuario de Maracaná antes de que sus compañeros entraran para prepararse. Desde que se comunicó la sanción, Uruguay transformó la perplejidad inicial y la indignación siguiente en una masa motivacional para afrontar el duelo ante Colombia, relajada por haber logrado una cota que solo había alcanzado hace 24 años.  Entre el espíritu doliente de unos y la alegría de otros, se impuso la mentalidad más sana, con lo que los cafeteros alargaron su camino: hasta los cuartos, para enfrentarse a Brasil y extender la fiebre amarilla a todos los confines del estadio Castelao de Fortaleza.

Colombia volvía a un Mundial tras 16 años de ausencia y ha decidido quedarse más rato, con un grupo joven que ya ha superado a la famosa generación de Valderrama, Higuita y Leonel, menos melenuda, más formalita, representada por James Rodríguez -pronunciado «James», por indicación del propio futbolista-, un muchacho de 22 años que vale una pasta (45 millones pagó el Mónaco al Oporto el verano pasado) muy bien invertida.

NÚMEROS DE PELÉ / Autor de los dos goles que abatieron a Uruguay y que le sitúan máximo realizador de la competición (cinco tantos y dos asistencias en cuatro partidos, repitiendo números de Pelé), James había sido elegido el mejor jugador de la primera fase. Empezó a serlo inmediatamente de la segunda con dos bellos tantos.

Zurda maravillosa, fina y cincelada, el rápido cerebro de James diseñó el primer gol antes de marcarlo. Solo con recibir el balón bombeado de Aguilar, ya sabía que tenía un par de metros cuadrados-Giménez y Godín estaban dentro del área, como siempre- y menos de dos segundos para ejecutar un tiro, así que se se hizo un autopase con el pecho, un ejemplar control orientado, para que el balón le cayera sobre la zurda y pudiera empalmarla. La bola describió un suave vuelo que escondía potencia y veneno, suficiente para atontar a Muslera.

DOS PARA CUADRADO / Pekerman le ubica en la banda izquierda, pero ayer lo trasladó un rato a la derecha. Más que para aprovechar el mejor ángulo de tiro, otro valor añadido, se debió a que a Cuadrado, el otro cotizado emblema de Colombia, lo había encarcelado Uruguay con dos marcadores. Tabárez puso por delante de Cáceres a Álvaro Pereira, otro lateral. Si no lo paraba uno, lo paraba el segundo. Pereira dio a Cuadrado las buenas tardes tres veces en dos minutos sin ninguna gentileza.

Pekerman retiró de allí al exterior  y Cáceres y Pereira se encontraron ociosos, sin nada que hacer y sin  nadie a quien impedir que se colara por fuera. Como su iniciativa constructiva es más bien escasa, Uruguay perdió a dos futbolistas. Un grave problema para un equipo que no anda sobrado de talentos y se encuentra que necesita ideas y debe tomar iniciativas.

EL BALÓN Y LAS PIERNAS / El duelo expuso el deseo de jugar para ganar contra el deseo solo de ganar, que solo se manifiesta en el ímpetu, en la tensión, en la velocidad; en las piernas más que en la pelota. Uruguay no emergió hasta que apeló a futbolistas que trataran mejor la pelota. Ya eran momentos desesperados, con el 2-0, dibujado por una maravillosa jugada colectiva que empezó Cuadrado, un futbolista con muy pocas trazas de lateral, y acabó James.

A pesar de que la sentencia al partido daba margen (40 minutos) para la recuperación celeste, Uruguay no tuvo la jugada (el córner de Godín, una falta de Cebolla Rodríguez) que le metiera en el partido. Corrió y se entregó. La lucha, el orgullo, el espíritu de Suárez no faltaron en sus filas. Todo eso no fue suficiente para frenar el regreso de Colombia.