La noche en que Leo Miyagata cambió el llanto por la sonrisa

El niño que lloró amargamente en diciembre del 2006 se ha convertido en el chaval más feliz de todo Japón con los golazos de Neymar y Alexis

El once del Madrid, con los nombres escritos en japonés

El once del Madrid, con los nombres escritos en japonés / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / Mito (Enviado especial)

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De la habitación del terremoto, la 902, a la habitación del fútbol de pago en Japón, la 231. Ese ha sido mi peregrinaje de este sábado, madrugada del domingo ya en Mito, a 35 kilómetros del circuito de Motegi, donde se celebra el Gran Premio de Japón de motociclismo.

La verdad es que ver un clásico, un Barça-Madrid, a través de la televisión japonesa de pago, llamada Wowow, y retransmitido en diferido --quiero decir, contándonos el bueno de Takumi, redactor de Dorna TV y perico, lo que decían los comentaristas nipones--, es toda una experiencia.

No les ha gustado mucho, no, el partido. Sí les ha encantado Neymar, han quedado bastante decepcionados de Messi Cristiano y, sin embargo, han elogiado ¡y de qué manera! al "jugadorazo". Ese golazo, de auténtica figura mundial, de Alexis ha encendido la aburrida locución de los comentaristas japoneses, que han subido al chileno al cielo de Japón, que últimamente no trae nada bueno.

Descanso merecido

El clásico, insisto, ha sido de pago en Japón. De todo el 'paddock', creo, sospecho, que el único que lo ha visto ha sido el 'enfermo' culé de Ramón Forcada, el técnico de Jorge Lorenzo, que eufórico, supongo, por la 'pole position' y la estupenda condición demostrada por su pupilo en la tarde del sábado se ha concedido un merecido descanso en su habitación y ha disfrutado de la victoria de su equipo.

Ni que decir tiene que la tele japonesa no se ha enterado de las reivindicaciones independentistas del público del Camp Nou, aunque sí de lo mucho que la afición quiere, recuerda y espera que se recupere Tito Vilanova, uno de cuyos jugadores favoritos es Alexis. El chileno ha metido el golazo del partido, aunque el de Neymar, que ha abierto la lata en 'plan Etoo', también ha sido vitoreado mil veces por los nipones, que se lo han pasado en grande.

Y nosotros. En una habitación con un montón de gente del 'paddock', con un proyector --última generación-- que nos ha permitido ver el choque a gran tamaño, cuando mejor luce el Camp Nou, no tanto el juego del Barça, no. Hemos tenido, que lo sepan, hasta médico, pues el doctor Xavier Mir se ha escapado de su habitación y ha disfrutado con nosotros de la victoria azulgrana. Estaba allí para pasárselo en grande, pero también por si a alguien le daba un susto, más por el terremoto que por el juego del clásico, que no ha sido nada del otro mundo.

Idéntica pasión

Vivir un Barça-Madrid a 10.435 kilómetros del Camp Nou tiene estas cosas. Lo vives de otra manera, pero con idéntica pasión y empujando, empujando mucho, subiéndote los pantalones cada vez que el 'jugadorazo' mete un gol y gritando a la inmensa pantalla cada vez que Cristiano protesta un penalti no señalado. Perdón, aquello que él interpreta que es penalti. Lo vives sabiendo que este domingo, a las seis de la mañana, tendrás que estar en el circuito, pues todo se ha apretujado con el mal tiempo y, antes de cada carrera, vuelven a haber entrenamientos larguísimos, de casi una hora.

Pero lo vives habiendo visto ganar al Barça en una tele que, sin entender ni papa pero con la ayuda del bueno de Takumi, sospechas, intuyes, que es más culé que madridista. Aquí está, aquí vive, Leo Miyagata, aquel niño japonés que Jordi Cotrina inmortalizó llorando la noche que el Inter de Portoalegre eliminó al Barça del Mundialito de clubs, en diciembre del 2006. Anoche, Miyagata fue el niño más feliz de Japón. Fijo.