REPORTAJE

El rostro más triste de la tragedia

Martin Richard, una de las tres víctimas mortales, tenía 8 años

IDOYA NOAIN
BOSTON ENVIADA ESPECIAL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando los dos artefactos explosivos estallaron en las gradas cercanas a la meta del maratón hicieron cenizas la vida de Martin Richard, un niño de 8 años que observaba junto a su familia la llegada de los corredores. Su hermana, dos años menor, ha perdido una pierna. Su madre, bibliotecaria en una escuela local, ha sufrido una lesión cerebral y aún está muy grave. Con ellos no estaba su padre, Bill, que no participó en la carrera, pese a lo que se dijo en un principio. Bill es un activista comunitario que ayer emitió una nota pública en la que pidió respeto por su dolor.

El rostro de Richard, su sonrisa infantil, ha pasado a ser la imagen de la tragedia, la más triste. Y su casa en Dorchester, un suburbio en el sur de Boston, se ha convertido en lugar de peregrinación para los vecinos. Ahí, con un creciente memorial improvisado, se recuerda al pequeño y a la familia.«Un niño muy activo, muy normal», decía ayer una vecina.«Una buena familia, siempre juntos», recordaba otro.«Dibujábamos juntos», contaba a una web local una compañera de escuela.

Las fotos de ese pasado de infancia feliz anestesian el pensamiento sobre su trágica muerte. Y es que, según declaró el marido de una pediatra que intentó reanimarlo tras el atentado, el pequeño estaba tan quemado que la doctora pensó que era negro.

Amputaciones

Es uno de los detalles macabros de una tragedia demoledora plagada de ellos. En una fiesta que celebra a los corredores, varios de los 176 heridos han tenido que ser sometidos a amputaciones«casi automáticas», según el doctor George Velmahos, jefe de traumatología en el Hospital General de Massachusetts.«Solo acabamos lo que la bomba empezó».

«Claramente se diseñaron los artefactos para que su contenido fuera como proyectiles», constató Ron Walls, jefe de cirugía de emergencia en otro hospital de Boston.«Se intentó causar una carnicería»,dijo el congresista Stephen Lynch. Se logró.