David Bustamante

El triunfador del pueblo

Adorado por el público tanto por su campechanía como por sus dotes con la canción, el artista cántabro acaba de publicar una biografía donde reivindica sus orígenes humildes y su conexión con las masas populares

FAMILIAR. Casado con Paula Echevarría, tienen una hija de 7 años. En la foto, en la presentación de su biografía.

FAMILIAR. Casado con Paula Echevarría, tienen una hija de 7 años. En la foto, en la presentación de su biografía.

JUAN FERNÁNDEZ

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aDavid Bustamante (San Vicente de la Barquera, Cantabria, 1982) se le iluminaron muy especialmente los ojos dos veces el martes pasado en la presentación de su biografía, El sueño se hizo realidad (Libros Cúpula). Una fue al hablar de su hija Daniela, de 7 años, de quien presumió: «Es igualita que su padre». La otra ocurrió al relatar una escena de su infancia que, según él mismo confesó más tarde, le retrata: «Señores, yo me he criado en un pueblo. De niño iba a comprar el pan yo solo. ¡Solo! Y cuando mi madre me llamaba para que volviera a casa, el grito pasaba de ventana en ventana a lo largo de la calle, hasta que una vecina me decía: 'David, tu madre, que subas'», contó emocionado.

Catorce años después de ser sometido al brutal lanzamiento a la fama de Operación Triunfo, el finalista de la primera edición del programa (año 2001) conserva intacta la impronta campechana propia del técnico que llega a casa para arreglarte la lavadora y no se marcha sin cantarte antes dos boleros, contarte cuatro chistes y alegrarte el día. Llano, afable, espontáneo y directo, con el mismo desparpajo natural que mostraba cuando trabajaba de albañil junto a su padre hace tres lustros, el cántabro es hoy un ídolo popular a quien el éxito más abrumador no le ha impedido seguir identificándose con las masas que lo adoran porque, en el fondo, entiende que continúa siendo uno de ellos.

Listo como el hambre, Bustamante explota al máximo ese perfil cercano y siempre que puede lo reivindica como uno de sus rasgos identitarios. «Yo no puedo caminar cien metros seguidos por la calle. Enseguida salta ese albañil desde el andamio: '¡Bustamante, máquina!'. O aquella abuela me agarra del brazo  y no me suelta hasta que me muestra mi foto en su cartera, al lado de la de su nieto. ¡Un beso para esas abuelas, menuda salud tienen, y cómo pellizcan las mejillas!», contaba y gritaba ante medio centenar de periodistas entregados a los que trataba como compinches de la cuadrilla.

Imposible pillarle en un renuncio o verle despejando balones a córner. Si había que hablar de las novias de la juventud, el debate lo zanjaba resumiendo: «Tres o cuatro, no más, pero no me pidáis que me extienda, que soy un hombre casado y no quiero tener problemas en casa». Si tocaba hablar de política, en seguida organizaba una tertulia de bar: «Estoy muy enfadado con la corrupción. Es hora de que haya cambios. Me alegro de que haya opciones nuevas y gente joven, no viciada, frente a esos políticos que se hacen consejeros de las empresas a la que ayudan y se dedican a cobrar sueldos vitalicios», proclamaba en tono casi mitinero.

Su autobiografía, escrita con la ayuda de la periodista Milagros Fernández, es un canto a sus orígenes populares. Repleto de fotos familiares, Bustamante cuenta en sus páginas cómo el artista que llevaba dentro era un volcán condenado a explotar. Si no hubiera ocurrido en OT, habría sucedido con cualquier otra excusa. A los 12 años, en el bautizo de un primo, se atrevió a cantar por primera vez delante de una concurrencia. Desde entonces sabía que su destino eran los escenarios, aunque antes tuviera que pasarse unos años amasando cemento y colocando ladrillos.

El éxito le llegó a los 19 años, una edad «muy mala», según él mismo reconoce. Pero ahí estaba su instinto de pueblo para librarle de perder la cabeza. «Hay artistas que se rodean de personas que les frotan la espalda y les dicen que son los más guapos. Yo saqué a mi padre de las obras en cuanto empecé a ganar dinero con la música y lo llevaba de acompañante. Ahora es mi hermano el que va conmigo. Y ellos siempre te cuentan la verdad, y también te sueltan alguna colleja si hace falta», explica el cantante.

Ocho discos después de conceder su primera rueda de prensa, casado desde el 2006 con la actriz Paula Echevarría, a Bustamante le preguntaban el martes qué se ha perdido en el camino de aquel chico ingenuo que llamó la atención en el primer OT por su llaneza tanto como por sus dotes para la canción. «Os aseguro que conservo la misma ingenuidad, ¿es que no lo veis?», respondió sin pestañear. H

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