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Bertín Osborne, el colega máximo

Hoy día, en España, si no sales en el programa 'En tu casa o en la mía' de Bertín Osborne no eres nadie. Estamos ante el anfitrión (y el invitado) ideal

POR ramón de españa

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Cuando a Bertín Osborne le dieron un programa en TVE, el progresismo español en pleno -sobre todo, el sector más de estar por casa- puso el grito en el cielo. Aquello era una maniobra intolerable del PP, a la altura de esos encargos que se le hacen a José Luis Moreno para contribuir a que la televisión pública sea más rancia que ayer, pero menos que mañana.

Bertín, como todo el mundo sabe, es un facha, un señorito andaluz, un vago de siete suelas, un machista (¡cómo lo caló en su momento, con la perspicacia que la caracteriza, la profunda pensadora contemporánea Pilar Rahola!), un vividor, un juerguista y, en definitiva, un ganapán de buena familia, criado entre algodones y alimentado a base de gambas y jamoncito del bueno, que a veces hace como que canta, pero cuya principal actividad, desde que se levanta hasta que se acuesta, es rascarse los cataplines a dos manos.

DE CANTAMAÑANAS A MAESTRO

Desde que 'En tu casa o en la mía', su programa de entrevistas a la pata la llana, funciona de maravilla, el progresismo español ha dejado de tomarla con Bertín a diario y a empezar a pensar en aquel refrán que asegura que algo tendrá el agua cuando la bendicen. No hay como tener audiencia para que un facha machista se convierta, primero, en un simpático cantamañanas y, a continuación, en un maestro de la comunicación audiovisual.

Yo creo que Bertín no es ninguna de esas cosas y que, a su peculiar manera, lleva toda la vida currando. Como cantante romántico, lo reconozco, no es para echar cohetes -su único éxito, 'Amor mediterráneo', le sitúa en esa lista internacional de 'one hit wonders' que encabeza, en mi modesta opinión, Billy Ray Cyrus, el que grabó 'Achybreakyheart' y luego se tumbó a la bartola a vivir de su hija Miley-, pero es un notable cantante de 'country & western' en la clandestinidad, ya que ninguna discográfica le fomenta esa pasión.

Como presentador, es el Gary Cooper del entretenimiento televisivo: atraviesa los programas que le caen sin saber muy bien qué pinta ahí, pero con esa pachorra que le otorga saber que lo suyo es, básicamente, una presencia (aunque no le importó disfrazarse de mamarracho futurista en el incomprendido concurso 'Scavengers') y que ha venido a este mundo a largar y a caer simpático.

Porque Bertín cae muy simpático, siendo esa su principal baza a la hora de enfrentarse al público. Yo me iría a tomar cañas con él en cualquier momento, aunque no escuche sus discos, me mantenga a una distancia prudente de sus espectáculos con Arévalo y solo vea fragmentos de 'En tu casa o en la mía'  cuando me dedico al zapeo.

COMPADRE DE CERVECERÍA

Huelga decir que no vi la entrega dedicada a Mariano RajoyMariano Rajoy porque, aunque hay quien asegura que en la distancia corta don Tancredo es de traca y te tronchas con él, a mí me parece un muermo gallego al que solo Bertín puede dedicarle un par de horas de su vida, más que nada porque Bertín es un hombre capaz de hablar con cualquiera sobre cualquier cosa. Si en vez del presidente del Gobierno o de la nieta de Franco, le pones delante a Stephen Hawking o a Bill Gates, Bertín bregará con ellos recurriendo a su desfachatez habitual y tratándolos como a dos compadres de cervecería sevillana, de esos con los que se habla en la barra, de pie sobre una alfombra crujiente de cáscaras de gambas.

Puestos a elegir, prefiero a Bertín Osborne antes que a Ana Pastor, Mònica Terribas y demás estrellas de la entrevista incisiva. Bertín no es hombre de terceros grados, pero a menudo consigue, con mayor eficacia que ciertos profesionales del llamado periodismo serio, que el invitado se retrate, pues juega a carecer de ego y a aspirar únicamente a pasar un buen rato. Sí, siempre se le puede recordar su propensión a charlar con gente que no se distingue por su actitud progresista ante la vida, pero este votante del PSOE, del PP y ahora de Ciudadanos, cree que la gente se entiende hablando o, en su defecto, que lo importante es largar.