LA JORNADA DE LIGA

Neymar, un rayo

Suárez, Munir y Sergi Roberto felicitan a Neymar tras uno de los cuatro goles del brasileño ante el Rayo

Suárez, Munir y Sergi Roberto felicitan a Neymar tras uno de los cuatro goles del brasileño ante el Rayo / periodico

DAVID TORRAS / BARCELONA

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Nada más divertido que un partido con el Rayo. Nada más fresco, más honesto, más futbolero, digno de jugarse cada semana por más que el resultado fuera siempre el mismo y el Barça ganara una y otra vez por goleada. El Camp Nou se lo pasó pipa este sábado, y aunque por momentos les gustaran más los otros que los suyos, acabó a los pies de Neymar, principio y fin de la remontada, con cuatro goles y una asistencia (5-2), sentado más que nunca en el trono que por desgracia ha dejado vacío Messi.

Hasta la vuelta del '10', a él le corresponde ese papel que este sábado ejecutó maravillosamente, muy por encima de la actuación de un Barça que dejó momentos de desgobierno. No hay manera de que sepa defenderse. Ya no lo hace con el balón, una seña de identidad que poco a poco ha ido perdiendo, y que le lleva a sufrir. Pero en el intercambio de golpes con uno más pequeño, nadie golpea como el tridente. Como Messi. O como Neymar, anoche. El mejor Neymar.

CABEZA ALTA

Nada más admirable que un equipo tan pequeño jugando con tanta grandeza y valentía, muy por encima de los nombres de la alineación. Pocas manos guían con tanta delicadeza y buen gusto como las de Paco Jémez, que no ha dejado nunca de persistir en su obsesión de jugar bien. Para acabar perdiendo, dirán los resultadistas que no toleran el elogio. Sí, como casi todos. Pero si el fútbol se jugara más con la cabeza alta y no con el culo apretado, otro gallo le cantaría, aunque ganaran los mismos. El marcador no le hizo justicia, aunque de poco le valga. Cuando más cerca estaba del empate, con el balón rondando el área azulgrana, Neymar le remató. El tercero y el cuarto.

El Rayo salió malparado, para no perder la costumbre, y a menudo su actuación tuvo aires de suicidio. Pero entre perder y perder, elige hacerlo peleando con el balón (ahí queda para siempre la crisis de la posesión, que volvió a ganar como con Gerardo 'Tata' Martino) y no peleando a patadas. Murió con las botas puestas exigiendo que Neymar fuera uno de los mejores Neymar que se ha visto en el Camp Nou. El partido lo ganó alguien que cobra más que el presupuesto entero del Rayo, una diferencia que no siempre marca. Resolvió el marcador como si fuera Messi, ayudado por las manos de Bravo y por el empuje de un imponente Sergi Roberto, que al fin juega con la confianza del centrocampista que siempre ha sido y que se zampó el insípido Rakitic.

EMPEZAR FALLANDO

El partido se abrió con un guion conocido, esa extraña facilidad para dejar pasar de largo ocasiones cantadas, y que da paso a un partido distinto al que podría haber sido. En nueve minutos, Toño, el portero, ya merecía todos los honores, salvando con la punta del pie dos cara a cara frente a Rakitic Suárez. Dos buenas paradas ante dos malos remates. Resultado, a la primera que tuvo el Rayo, dentro. El mundo al revés. Claro que después, Neymar puso el mundo del derecho. Como un mago, como un prestidigitador, protagonizó un número espectacular y nadie del Rayo fue capaz de pillarle el truco. Le pitaron dos penaltis pero le hicieron cuatro. Los marcó sin carrerilla, andando, en una exhibición de confianza admirable, ajeno al ruido que acompaña su vida. Después Suárez le regaló otro y él se lo devolvió al instante.

Hubo muchos momentos en que los papeles se intercambiaron y el Rayo jugaba como si fuera el Barça o como se supone que debería hacerlo, y el Barça quedó peligrosamente expuesto, condenado a recular, especialmente en una media hora más que preocupante en la segunda mitad. Ha pasado a defenderse como puede, como uno de tantos, penalizado además por la baja forma de varias piezas, y exigiendo que Bravo le librara de unos cuantos goles. A todo no llegó, y entre él y Ter Stegen, ya han encajado 22. Una locura.

Pero el Camp Nou solo celebró una locura, la de Neymar. Por un día hizo de Messi.