La jornada de Liga

Messi se mete con el balón en la historia

El 'elegido' supera el récord de César con tres goles y deja al Barça a cinco puntos del Madrid

DAVID TORRAS / MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Ya no era cuestión de batir a César, ni de superar a Ronaldo, ni de batirse a si mismo. Era una cuestión de supervivencia, de no echar a perder las cuentas de la Liga y acostarse como todo el mundo daba por hecho a cinco puntos del Madrid, de que lo que era la fiesta de Messi se convirtiera en un mal recuerdo. Así que alguien tenía que resolver el enredo en el que se metió de mala manera el Barça, dejándose empatar lo que era un paseo y que acabó llevándose por 5-3. ¿Y quién apareció? ¿Quién va a ser? Leo, siempre Leo. Y no lo hizo de cualquier manera, no, el gol 233, el que le pone delante de César, fue uno esos goles messianicos, con el balón volando sobre el portero, entrando lentamente en la historia.

No acabó ahí ni Messi ni el partido, que el equipo se empeñó en enloquecer. Al 233 le siguió el 234, después de que Tello se colara en medio con otro gol. Alves, que le regaló el pase a su querido amigo, se fue de la fiesta antes de hora tras cometer el segundo penalti y provocar un nuevo grito en el Camp Nou. «Penalti, penalti», le cantaba a la gente al árbitro con recochineo, mientras Guardiola se llevaba las manos a la cabeza, con una sonrisa irónica, porque en el otro área pasó por alto lo que tan ligeramente pitó en la de Valdés, tal vez repitiendo para sí el mensaje que va lanzando: «Esta Liga no la ganaremos. Es imposible».

Y AHORA, ALCÁNTARA / Pero a Messi nadie le quita lo que es suyo. Un récord que escribió con otro triple, otro balón que se llevó a casa para la colección, sonriente, feliz. Y eso que durante un rato anduvo enfadado, viendo pasar pases de largo, impaciente por dejar atrás a César y empezar a ir a por el siguiente, Alcántara, el romperredes (357 goles). Otra cuentas atrás que pulverizará. En cuanto se puso en marcha esta, con César en el horizonte, lejos, lejísimos, a Messi se le activó todavía más, que ya es difícil, ese perfil de asesino que tiene en el campo que retrató Platini, y el tiempo empezó a correr en contra del Pelucas. No había nada que hacer, era una batalla perdida y solo era cuestión de adivinar el día y la hora, un juego que nadie acertó. Messi ha ido más deprisa de la que se podía imaginar. Solo ha faltado que una investigación interna del Barcelona desvelara un error en las cuentas que hasta hace dos días se daban por buenas. De repente, repasando las fichas de los partidos, a César le desaparecieron tres goles que, por lo visto, nunca marcó.

Así que Messi se levantó ayer con la sorpresa de estar más cerca de su objetivo, a un solo gol. En el fondo, en ese instante, ya supo que había llegado el día. Él y todos los culés. O ¿acaso alguien tenía dudas de que no iba a conseguirlo a la primera? Por favor, Leo no deja nada para mañana. Solo hizo una pequeña concesión. El primer gol se lo regaló a Xavi, su mejor aliado junto a Iniesta en muchos de estos goles, como si quisiera rendirle homenaje y agradecerle estar siempre ahí, detrás suyo, listo para abrirle el camino con una asistencia. Después, es verdad, ya es cosa suya. A los tres minutos, sin tiempo que perder, ya había resuelto esa dedicatoria a Xavi.

CIFRAS SOBRENATURALES / Tic, tac, tic, tac, solo era cuestión de esperar y ver cuánto tardaría en cumplir el propósito con el que saltó al campo. Trece minutos. Cuenca, uno de los que más lejos está de él, un recién llegado, fue el creador de la jugada que culminó con un centro pasado. Un defensa del Granada peinó el balón pero, al final de ese vuelo, ahí estaba él. ¿Quién si no? Un remate impecable al primer toque que dio primero en el poste antes de entrar en la historia. «Un gran gol, a la altura del logro, es el mejor homenaje de Leo, el mejor, a los mejores de la historia de este club, Cesar, Basora....», dijo Zubizarreta.

No fue una celebración cualquiera. La voz de Manel Vic se escuchó de fondo explicando que con ese gol igualaba a César. «Gràcies Leo», gritó, mientras en el Camp Nou empezó a corear «Messi, Messi» entre miles de reverencias. En el marcador, dos imágenes junto a la leyenda 232 goles azulgranas, dos rostros, el de Messi y el de César, dos símbolos de dos grandes Barças, de dos épocas gloriosas. «Felicitats Leo», se escuchó cuando anotó el 233.

Ni la desapacible noche, ni la lluvia, ni una entrada más floja de lo normal, pudieron con el hambre desbocada de un animal único. Sus cifras son de otro mundo. En una noche destrozó tres récords: el de César (234 a 232), el suyo en una temporada (54 a 53) y el del pichichi provisional de Ronaldo (34 a 32). En los últimos 7 partidos ha marcado 17 goles, y en 20 días de marzo, 11.

Leo se fue a casa, pero podía haberse ido al Museo.