OPINIÓN

Dos partidos en uno

ERNEST FOLCH

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El Barça se ha acostumbrado a jugar dos partidos. El primero es tan necesario como obligatorio, y es el que se refiere al marcador: se trata de asegurar algo que se llama ganar y está premiado con 3 puntos, pero que sospechamos que en días como este domingo no es ni siquiera el objetivo más importante.

El segundo partido es el que empieza cuando termina el primero y es el que se refiere al espectáculo y la diversión. Es frecuente que el primero dure más que el segundo y cueste esfuerzo completarlo, pero este domingo en el Camp Nou el primer partido tardó solo cuatro minutos en terminarse, cuando un error infantil de Etxeita, que cometió el pecado mortal de pensarse que Suárez iba a dar una pelota por perdida, condenó al Athletic a hacer de mero espectador de un segundo partido que esta vez duraría 86 crueles minutos más.

RECITAL DE BUSQUETS E INIESTA

Y ya se sabe que de los dos partidos el que más gusta al Barça es este segundo donde, liberados del engorro del marcador, se entra en una nueva dimensión donde lo que le importa es sencillamente divertirse. El segundo partido más largo de todos los que ha disputado el Barça esta temporada sirvió para deleitarse en el recital habitual de Busquets Iniesta, con 45 minutos de Messi jugando en una deliciosa posición de 'quarterback' distribuyendo el juego como si fuera Joe Montana y con la certeza de que a Luis Suarez nadie le ganará nunca en actitud.

Pero de todos los jugadores del Barça no hay ninguno que disfrute tanto del segundo partido como Neymar, un jugador que lleva en su adn una capacidad innata para divertirse. A menudo sus rivales confunden sus ganas de disfrutar como un niño con una premeditada voluntad de humillarlos, pero en realidad su fantasía desbocada es indisociable de la cultura basileña que lleva en sus venas. En el minuto 61 el segundo partido alcanzó su cénit cuando Neymar decidió que había llegado el momento de divertirse: dejó sentado a su primer defensa con un maravilloso quiebro de cintura, y tras una carrera de engaños y medias fintas le entregó el gol a Rakitic.

EL REPERTORIO DE NEYMAR

Desde un punto de vista puramente crematístico, al partido no le hacían falta estas virguerías, pero el astro brasileño se expresa en un lenguaje especial que solo él puede descifrar, y que tiene mucho más que ver con el amor al fútbol que con el menosprecio hacia nadie.

El repertorio de Neymar se completó con multitud de dribblings, pases estratosféricos y todo tipo de improvisaciones sobre la partitura que se convirtieron en un festival cuando Messi había sido sustituido: es ya una evidencia que el jugador brasileño hereda los galones de número uno cuando Messi no está en el campo. Es lo que sucede cuando el primer partido tarda tan poco en dejarle paso al segundo: es el momento para dejar claras las jerarquías dentro del equipo y prepararse para los días en que solo habrá tiempo de ocuparse de esto tan aburrido que llamamos marcador.