LA JORNADA DE LIGA

El Barça humilla a Osasuna con un nuevo festival de Messi (5-1)

La expulsión de Arribas (m. 26) ha facilitado un nuevo póquer de la estrella argentina al que se ha sumado Pedro

JOAN DOMÈNECH / Barcelona

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Sin ensañamiento, casi involuntariamente, el Barça ha abusado de un Osasuna demasiado inferior como para aprovechar la hipotética distracción azulgrana de la Copa. La abismal diferencia en la clasificación ha quedado plasmada este domingo sobre el césped (5-1), en idéntica proporción al espíritu que desprenden ambos equipos: enchufado el Barça, deprimido Osasuna, al que todo se le ha puesto en contra muy pronto. Tanto, que ha salido vapuleado en un nuevo festival de los culés que ha dirigido, como siempre, Leo Messi. El argentino ha logrado su tercer póquer de goles en menos de un año.

Messi olió la sangre de una tarde que pintaba plácida y, motivado como ha salido tras el triplete de Cristiano Ronaldo, ha decidido prepararse a fondo para el clásico. Nada de descansar en la banda o de sestear dentro del campo ahorrando energías. Ha pasado la gamuza por las botas y ha enfilado a Andrés Fernández, examinándole para comprobar si tiene categoría para sustituir a Víctor Valdés cuando el meta se vaya. Le ha metido cuatro, ha cabeceado al poste y le han anulado un gol.

Responsabilidad propia

La catástrofe osasunista se ha precipitado muy pronto y buena parte de la culpabilidad debe atribuírsela a sí mismo. Arribas ha visto dos tarjetas por dos manos en 26 minutos --la segunda ha originado el penalti que ha dado la segunda ventaja al Barça-- y Mendilibar, el entrenador, ha sido expulsado cinco más tarde por calentar insistentemente la oreja del juez de línea. Hasta entonces, Osasuna solo había cometido dos faltas y había sido capaz de parar el primer golpe asestado por Messi.

La expulsión de Arribas ha llegado cuando el cuadro navarro estaba asentado en el campo, presionando muy adelantado y creando muchas incomodidades a un Barça al que le costaba ligar jugadas, sin fluidez entre líneas. Raoul Loe ha denunciado de nuevo la fragilidad barcelonista, que ni a tiros logra cerrar un partido con la portería a cero.

Solo Pedro se apunta

Messi ha transformado el inevitable e indiscutible penalti cometido por el central osasunista, ha apuntado el segundo gol de su serie particular (antes ha sentado a Andrés Fernández con un golpe de cintura maravilloso) y ha encarrilado la goleada a la que solo se ha apuntado Pedro. Lo han intentado con denuedo Villa, titular de nuevo tras lesionarse el 10 de enero en la Copa, y también Alexis, que ha dispuesto de la última media hora para corregirse. Ni uno ni otro han acertado en esa inmensa portería pese a la cantidad de balones que han recibido una vez se ha saciado Messi.

La falta de puntería local ha fijado la goleada en el 5-1 que lucía antes de cumplirse la hora de partido, resultado que ha dejado bien librado a Osasuna. Ha bordeado la humillación. Aunque no estuviera en el banquillo, a Mendilibar le ha faltado cintura para cambiar la estrategia general tras la expulsión. Si ya es arriesgado jugar con las líneas adelantadas en el Camp Nou, y hasta la acción del penalti le ha salido bien al once navarro, seguir igual con uno menos, sin guarecerse y comprimir al grupo atrás es exponerse a la masacre. Igual Mendilibar ha acabado medio satisfecho: en la Liga pasada se llevó un 8-0 más doloroso si cabe.

Nueva banda de izquierda

Tal vez la mayor diferencia respecto a entonces radica en que el Barça anda ahora repartiendo su atención con otros asuntos. Llegó de Málaga cansado y sabe que se cansará en Madrid. Emparedado en la Copa, Jordi Roura ha introducido algunas variaciones, no muchas, para no tentar demasiado a la suerte. Ha cambiado, eso sí, a toda la banda izquierda: donde jugaron Alba, Cesc e Iniesta (y jugarán el miércoles en el Bernabéu), han aparecido Adriano, Thiago y Villa. Tres suplentes con aspiraciones de meter la cabeza en el once titular, pero a los que les falta el rodaje y, seguramente, la confianza de sentirse necesarios. Han desempeñado una buena labor como acompañantes, sin ningún destello individual. Saben que la próxima oportunidad no la tendrán en Madrid.