David Otero: "Mi nueva carrera no tiene nada que ver con El Canto del Loco"

-Muchos optan por bautizar su primer disco con su propio nombre. Usted no. ¿Por qué?-Quería diferenciarme. En solitario, David Otero es El Pescao y su primer disco es Nada-lógico porque tiene un toque surrealista. Las canciones tienen recovecos y sorpresas.

-¿Cuándo las compuso?

-Uf. He cogido cosas antiguas que tenía grabadas en diversos soportes. Escuché unos 300 temas que tenía y que se remontan al año 2000, en las que cantaba con voz de pito. Cogí lo que más me gustaba, las reelaboré y añadí material nuevo. El resultado es un colaje muy personal.

-Estrena guitarra ¿Es especial?

-Mucho. Con cada proyecto nuevo cambio de guitarra porque quiero que su madera esté virgen y lista para impregnarse de toda la energía que aboco en cada disco. Me ha costado un montón encontrar esta, probé muchas antes de comprarla. Es una Larrivée, de Canadá. Si me la roban, me roban la vida.

-¿Qué ha sido lo más difícil?

-Me he esforzado mucho intentando dotar de coherencia al disco, para compensarlo rítmicamente. Ha sido como intentar dar con la fórmula mágica de la paella perfecta con la justa medida de todo: un poco de todo pop-rock, electrónica, experimental y toques folk. Y he buscado el número adecuado de canciones cañeras, lentas y medios tiempos. El disco gira mucho en torno a algo que todos queremos: escapar de la monotonía. Y no me refiero a viajar a la India, sino a algo más interior.

-¿Le beneficia su experiencia como guitarrista en El Canto del Loco?

-Me ha enseñado mucho. En estos años he aprendido es valorar las críticas negativas constructivas. De las destructivas me río, ya no me afectan. El público de El Canto... puede que a partir de ahora me escuche de otra manera y gente que nunca se había parado a escuchar El Canto del Loco lo haga. Es una carrera nueva que no tiene nada que ver con lo de antes. Es superdiferente y la gente se dará cuenta cuando lo escuche.

-¿Seguirá actuando con sus antiguos compañeros?

-Seguimos en contacto permanente. Si nos coordinamos y actuamos con la cabeza fría, no habrá problemas en volver a tocar juntos.