ENTRE TODOS. LAS CONTRACRÓNICAS

Crisis, desafección, hijos y patrias

Los ciudadanos aprecian el tono conciliador del dirigente pero no por ello bajan la guardia ante los políticos

EMMA RIVEROLA

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«¿Dónde aprenden a decir que todo es posible?», se pregunta Paola. A esta psicóloga le gusta el tono conciliador de Herrera, pero no deja de observar en él algunos de los tics que se repiten en todos los políticos. «Ellos nunca dicen 'no puedo' y hay cosas que no están en sus manos. No asumen sus limitaciones. Si le hubiéramos planteado 20 problemas más, para todos diría que tiene solución». Pero hay una cuestión que se queda sin respuesta. Cuando Marina, una joven maestra madre de tres hijos, le pregunta por la conciliación laboral, Herrera tira pelotas fuera. «No ha sido capaz de concretar -se lamenta la lectora-. El tema no está presente entre los políticos, lo reducen a un problema de mujeres y nos obligan a malvivir. O prescindes del dinero o de los hijos».

Entre las mujeres del grupo, los problemas concretos reclaman respuestas. «Mi familia es el prototipo de la crisis», afirma Bárbara, de 24 años. El padre en el paro, un hermano buscándose la vida en Francia, una hermana con problemas hipotecarios y ella despertándose cada día con la incertidumbre. «Y el año que viene, ¿qué? ¿Podré independizarme? ¿Tener una familia?». El porvenir ha atrapado a Remedios con dureza. A sus 53 años ha tenido que dejar su trabajo de media jornada para cuidar de sus padres enfermos. «Mientras los ciudadanos malvivimos como podemos, el sueldo de los políticos es una burla». Susana ahonda en la desafección: «Se tienen que revisar los partidos. Trabajan más para sí mismos que para la gente».

Ambigüedad

El enfermero Miguel apenas puede disimular su inquietud por la sanidad pública: «Sentimos que no tenemos pacientes, sino consumidores. He llegado a ver barbaridades en los pasillos de los hospitales».

Para algunos de los ciudadanos participantes en el encuentro, Herrera y su partido juegan con cierta ambigüedad. Germán, de 21 años, cree que el político debería «mojarse más por la independencia». También Dionís, de 68 años, ve el mensaje de Iniciativa un tanto desdibujado entre otras alternativas como la CUP o Podemos. Su receta particular contra la desafección es contundente: «Los políticos mayores de 55 años, fuera. Es urgente depurar. Se necesitan políticos jóvenes y los ciudadanos tenemos que escuchar a las nuevas formaciones».  

Política y mercado

Àlex, de 49 años, biólogo y ahora emprendedor empujado por la crisis, se queda con las ganas de oír propuestas concretas para conseguir que la política logre imponerse a las leyes del mercado. Xavier, economista de 58, lo tiene claro. Sumamente claro: «Hay un déficit de patriotismo. El sentimiento natural es amar a las personas y a las patrias. Los países potentes son aquellos que se han unido en torno a la bandera». Su argumento no cala en Herrera. El político rebate esta tesis decimonónica con referencias a Europa, a los derechos de las personas, a la protección del territorio. «Mi patria es la vida cotidiana, el colegio de mi hijo...». Pero nada de ello convence a Xavier. Su diagnóstico es meridiano: «Herrera no es un patriota».