Josep Maria Subirachs: "La fachada del Nacimiento no me gusta, aunque sea obra de Gaudí" (publicado el 07-01-2001)

ELENA HEVIA / Barcelona

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El escultor Josep Maria Subirachs verá acabada su polémica fachada de la Pasión en poco más de un año. Ahora está a punto de cerrar su taller vivienda en el interior del recinto de la Sagrada Família.

–Se va de aquí y una semana antes una piedra gigantesca de 200 kilos se desprende de la nave principal y cae muy cerca de su vivienda.¿No le parece una premonición? ¿El templo se queja?

–No le doy el menor significado. Sencillamente me di un buen susto y por suerte no hubo consecuencias. Yo mismo avisé a la Guardia Urbana.

–¿La Sagrada Família es segura?

–Estoy absolutamente convencido de que sí. En todo caso habrá que esperar a lo que digan finalmente los informes técnicos.

–Dice que no cree en las coincidencias, pero hay una que ha marcado su trayectoria vital.

–Supongo que se refiere a que yo nací nueve meses después de que Antoni Gaudí muriera atropellado por un tranvía. Sí, ésa es una de las

grandes casualidades que han marcadomi vida.

–No me dirá que es usted la reencarnación de Gaudí... Quizá por eso decidió trasladarse a vivir al templo, como hizo él en los últimos años de su vida.

–Por supuesto que no. A mí me gusta vivir donde trabajo y una obra tan importante como ésta pedía una dedicación bsoluta. Gracias a esto he podido culminar –porque prácticamente está finalizado– el conjunto escultórico más grande del mundo. Yo mismo estoy sorprendido de que la fachada de la Pasión se haya podido hacer en tan sólo 14 años, y eso ha sido posible porqueme he estado imbuyendo de la obra desde su misma entraña. Contemplar el final es fatigoso pero apasionante.

–Le veo como los maestros constructores de las catedrales de la edad media.

–Sí, algo así. Es que la Sagrada Família tiene el espíritu de las antiguas catedrales, por eso ha resultado tan polémica. De ahí que inevitablemente sea una suma de estilos, porque artísticamente jamás he querido imitar a Gaudí, le admiro demasiado para manosearlo.

–El taller en el que ha vivido y trabajado hasta ahora es un poco austero. Usted es viudo y vive solo...

–Sí, a veces he sentido esa soledad por las noches, pero no se crea, de día mi taller es un lugarmuy luminoso y alegre. En cierta manera me

da pena tener que trasladarme, porque aquí pronto empezarán las labores de cimentación de la futura fachada de la Gloria. Hasta que finalicen las obras de la fachada de la Pasión viviré en un piso de la calle de Mallorca durante un año y pico.

–Se irá a vivir precisamente a la manzana que el proyecto original de Gaudí condenaba y que muy posiblemente sea derribada. ¿Espera

que le reciban bien los vecinos?

–El proyecto de Gaudí era anterior a la construcción de esamanzana y yo no tengo nada que ver con las decisiones que puedan tomarse. Lo cierto es que sí, es muy posible que esos edificios se vengan abajo. Quizá los vecinos piensen que por el hecho de que yome vaya a vivir ahí no les van a tirar la casa.

–¿Qué pensó el pasado día 31 dediciembre en la simbólica misa en la que pudo verse públicamente por primera vez la gran bóveda de la

nave central?

–Fue la primera misa a cubierto en el templo y también la primera a la que asisto en 14 años. Consideraba que debía estar, por su simbolismo y porque, en definitiva, fue un grandioso espectáculo. Sólo tuvo una pega, y es que hizo un frío de miedo y me resfrié.

–¿Me dice usted que nunca antes había oído misa en la Sagrada Família?

–Ni en la Sagrada Família, ni en ninguna otra iglesia. Yo fui bautizado, pero soy agnóstico. Pero grandes agnósticos han participado en iglesias magníficas. Le Corbusier, por ejemplo, hizo su famosa iglesia de Ronchamp, una de las más extraordinarias del siglo XX, y es estupenda no sólo como edificio sino también en su función religiosa.

–Pero Gaudí sí tuvo una gran sintonía espiritual con el edificio que estaba construyendo.

–Él se convirtió en los últimos años de su vida. Respecto a la Sagrada Família, básicamente respondió a un encargo que se le hacía. Era la

moda de los templos expiatorios, ahí están el Sacré Coeur y el propio Tibidabo. Gaudí era un personaje genial, con intuiciones arquitectónicas impresionantes, pero un poco excéntrico. Se ha dicho que tomaba setas alucinógenas y que era francmasón, pero es difícil sacar algo en claro de su figura, que aún parece muy misteriosa. Ni siquiera se sabe dónde nació con certeza.

–Una figura misteriosa que va para santo. ¿Qué opina del asunto de su beatificación?

–Me parece horrible. Gaudí es un personaje universal y eso de archivarlo en el santoral católico podría empequeñecerlo. Miguel Ángel,

Bach o Piero della Francesca también dedicaron su vida al arte religioso y a nadie se le ocurrió elevarlos a los altares. Aquí creo que la

iglesia se ha aprovechado un poco de la gran popularidad de Gaudí.

–No tire piedras sobre su propio tejado. Al fin y al cabo usted está contratado por el Patronato de la Sagrada Família, en el que está representado el arzobispado de Barcelona.

–Nome importa. Digo lo que pienso.

–Explíqueme eso del templo expiatorio. ¿Qué se expía exactamente?

–Los pecados, mediante la limosna. Hasta ahora la Sagrada Família sólo se construía a partir de las limosnas de los fieles.

–¿Y qué ha ocurrido para que la construcción se haya acelerado en estos últimos años?

–El auge turístico. La fama de Gaudí ha traspasado fronteras. El templo es visitado por una media de 4.000 a 5.000 personas diariamente, y todos pagan una entrada voluntaria.

–¿Se ha convertido entonces en una especie de parque temático para japoneses?

–No entiendo esa definición. No solamente vienen japoneses. Turistas de todo el mundo están fascinados por la arquitectura de Gaudí, visitan sus obras en Barcelona y culminan el paseo con la visita a la Sagrada Família. Pero sí, los japoneses tienen una fascinación especial por él que no sé a qué obedece.

–Parecen muy lejanos aquellos tiempos en los que los intelectuales catalanes firmaban manifiestos para que la Sagrada Família no se

continuase. Creo que usted llegó a firmar el de 1965.

–Es cierto, lo firmé. Pero en realidad lo que buscaba era la redefinición de un proyecto que en aquel momento o estaba estancado o era partidario del pastiche gaudiniano. No tiene ningún sentido que una obra tan importante como ésta permaneciese inacabada. Además, era peligroso que quedase como una ruina perenne, porque cuando un edificio no se cierra tiene muchas posibilidades de venirse abajo.

–¿Todavía se acuerda de las manifestaciones que hace 10 años pedían su cabeza? El lema de entonces era Subirachs, ya no quedan

tranvías; lástima.

–Fue algo demuy mal gusto. Desproporcionado. Muchos antiguos amigos y artistas con quienes había colaborado se pusieron en mi contra de una forma visceral. Era imposible que juzgasen la obra porque apenas se había empezado. Vendría a ser como si a un escritor le criticasen después de leer la primera página de su novela.

–¿Que sintió?

–Estaba anonadado. Vi por la TV lo que ocurría a pocos metros de mi casa porque no me atrevía a salir a la calle. Mis amigos me decían que me fuese por un tiempo, pero yo me negué. Pero es normal, todas mis obras han estado rodeadas de polémica.

–¿Como el descomunal monumento a Macià en la plazaCatalunya?–Ésa es una obra valiente, situada en un lugar difícil. Quizá quede un poco desproporcionada, pero en sí es original. Posiblemente por eso ha

causado tanta división de opiniones. Estoy acostumbrado a eso desde que puse mi primera escultura abstracta frente a los Hogares Mundet.

–Sinceramente, ¿no existe un excesivo contraste entre sus figuras y la fachada del Nacimiento, original de Gaudí?

–Ésa fue una de mis exigencias. Mi estilo tiene más líneas rectas y aristas vivas y busca un efecto dramático. Le voy a confesar una cosa.

–¿Qué?

–A mí la fachada del Nacimiento no me gusta. Gaudí era un artista extraordinario y como todos los grandes artistas se equivocaba a lo grande. No creo que sea su mejor trabajo.

–¿Qué cree que pensaría él de la fachada de la Pasión, de su obra?

–Creo que le gustaría. El quería que esta fachada fuera dura y diera miedo. Y aunque no he seguido ni su composición original ni su estilo,

creo que esa idea permanece.

–¿Veremos la Sagrada Família terminada?

–Posiblemente, usted y yo no.