INICIATIVA PARA LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO

La catedral de BCN prohíbe las velas a causa de la contaminación

ROSARIO FONTOVA
BARCELONA

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El Cristo de Lepanto, una talla policromada del siglo XV, tiene un aspecto algo churruscado. En realidad era blanco, pero se ha vuelto negro como el carbón a causa de la combustión de las velas que han ardido a sus pies durante siglos en la catedral de Barcelona. Desde hace unas semanas el templo es una catedral sin humos. Ya no está permitido encender cirios, que han sido sustituidos en su totalidad por chinchetas eléctricas. Quien se resista a renunciar a la tradición puede poner su vela de cera en los lampadarios del claustro, donde si hay ventilación natural.

Hace años que los restauradores clamaban en vano. En concreto desde 1993, cuando se instalaron los primeros medidores de polución por recomendación de la comisión asesora de conservación del templo. Era inútil restaurar los valiosos retablos góticos de la catedral que pintaron Lluís Borrassà, Joan Mates o Pere García de Benavarri si el millón y medio de velas que ardían al año los tiznaban de nuevo. "Esto no es como llevarlos a la tintorería", llegaron a decir los restauradores, que temían castigar en exceso las obras de arte y que consideran que los delicados retablos no deben limpiarse mas que una vez por siglo.

CONTAMINACIÓN

Según diversas mediciones técnicas, dentro de la catedral ardían un millón y medio de velas al año, que emitían anhídrido carbónico, un gas inerte no tóxico, que se concentraba en límites de 2.000 partes por millón (lo idóneo sería 300) durante varias horas al día. Aunque la catedral tiene un buen sistema de ventilación, la emisión de CO2 y la respiración de los visitantes provocaba una extrema contaminación. En la misa mayor del último domingo de agosto, con 1.500 personas concentradas, se desmayaron cinco asistentes.

Al entrar ahora en la catedral ya no se respira como antes un ambiente cargado con un fuerte olor a cera. El canónigo responsable de patrimonio, Josep Maria Martí Bonet, muestra las nuevas lamparillas eléctricas, más discretas que los antiguos lampadarios metálicos donde se clavaban velas y cirios. "La retirada de las velas no ha causado ningún trauma", dice, aunque confiesa con prudencia que si no tomaron antes la decisión es porque temieron que los fieles se disgustaran. "Al final hemos hecho caso a los restauradores porque vimos que a la larga iba a ser perjudicial para los retablos", explica Martí Bonet.

La catedral ha optado por una decisión salomónica. Los cirios que arden se confinan en el claustro mientras que en el interior se han colocado pedestales con chinchetas eléctricas. Se deposita una moneda --de 10 céntimos a dos euros -- y automáticamente se enciende una lucecita. La medida está vigente desde hace tiempo en los templos de media Europa. En la basílica de Montserrat se retiraron losllantionsa raíz de unas obras de reforma en 1984.

La catedral contiene una colección muy importante de retablos, todos ellos restaurados en los últimos años. Entre ellos destacan los de Santa Clara y Santa Caterina, de Pere Garcia de Benavarri (1554); los de Santa Helena y Sant Gabriel, de Lluís Borrassà (1389), y la capilla dorada barroca de la Virgen de la Mercè, patrona de Barcelona (1688).