LA JORNADA DE LIGA

Muniain y Williams, con las garras afiladas para enfrentarse al Barça en el Camp Nou

El Athletic confía en que el navarro, su canterano más codiciado, entierre su grave lesión y se convierta en el mejor socio de su nuevo talento

Iñaki Williams e Iker Muniain celebran un gol al Torino en la Liga Europa.

Iñaki Williams e Iker Muniain celebran un gol al Torino en la Liga Europa. / periodico

IGOR SANTAMARÍA / BILBAO

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Quizá porque en la antesala del sorteo Ernesto Valverde fue el primero en señalar que «cualquiera, menos el Barça», la familia rojiblanca arranca el carrusel de compromisos frente a los azulgranas con la mosca detrás de la oreja. Inmerso en tres competiciones, con el recuerdo del título de la Supercopa y esperanzado en que se sepan aprovechar las ocasiones que se presenten en la eliminatoria de Copa, el prólogo del desplazamiento liguero no pinta bien para el Athletic.

Los rojiblancos carecerán de la puntería de Aritz Aduriz, sancionado, y arrastran la baja por lesión de Raúl García, timonel del equipo desde su valiosa incorporación. Ahí emerge la figura de Iker Muniain, que reapareció hace dos jornadas 260 días después de sufrir una rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Confían los leones en que el pequeño Messi, bautizado así en el botxo cuando emergió –a la par que Deulofeu y Thiago, íntimos compañeros de viaje en las categorías inferiores de la selección española–, asuma el mensaje que le ha envido su entrenador: a sus 23 años le toca, al fin, coger los galones.

BAJÓN Y LESIÓN

Su caso tiene muchas similitudes con el del jugador del Everton, por ejemplo que su proyección ha padecido un frenazo justo cuando sus aficiones esperaban un salto cualitativo. El nacimiento de su primer hijo, fruto de su relación con la despampanante Andrea Sesma, le ayudó en la recuperación, de la que  asegura salir más fuerte. «Desde el primer día asumió que esta lesión era parte de su trabajo y que no podía deprimirse», explican en su entorno, ansioso por recuperar al canterano más acreditado de la última década hasta la irrupción de Iñaki Williams.

El navarro se lesionó cuando firmaba su peor temporada. Habilidoso, habitual en los tendederos del área, presunto goleador que nunca acabó de ser, pero exquisito conductor del esférico y regateador insaciable, en agosto del 2014 abrió la puerta de la Champions al Athletic con un gol al Nápoles. El chaval de 1,69 metros y 63 kilos que debutó con 16 años en la Liga Europa se ofrecía como un veterano en miniatura. A los 21 años, cuando muchos sueñan con debutar, Bart Simpson, apodo que asimiló gustoso, tenía ya el culo pelado de idas y venidas entre el cielo y el infierno, pañuelos para ponerse en pie y críticas por su personalismo. 

Pero el trayecto hasta la lesión se cocinó con exceso de sinsabores, olvidado su tacto, soltura y acierto en las asistencias que le llevaron a ser internacional en un amistoso en el 2012 y a dos campeonatos de Europa sub-21, a ser ojito derecho de la hinchada y a quedar marcado en rojo en las agendas de los grandes clubs. Ahora vuelve Iker, quien ha de ser el mejor socio para la nueva joya de Lezama, Williams, el delantero a quien desde la grada del Camp Nou seguirá Rob Newman, ojeador del Manchester City, y a quien el miércoles en El Madrigal acompañó Gary Worthington, el jefe de su departamento en la entidad citizen.

Everton Leicester también se han interesado por la perla negra del Athletic, de 21 años, y que antes de estrenarse como león se dio a conocer en Twitter con una frase que define su personalidad: «Gracias a los que me apoyan y nunca dudaron de mí; gracias a todos los hipócritas que me odian a morir; gracias a los que de verdad me siguen de corazón; que me apoyéis es lo que hace que intente ser el mejor». Orgulloso de su origen africano y de ser vasco «porque nací aquí», en paralelo a una historia de superación familiar digna de ser filmada, el delantero ha hecho olvidar a Fernando Llorente. 

Williams tiene contrato hasta 2017, con una cláusula de rescisión de 20 millones, y engalanado por un rendimiento espectacular: 10 goles pese a que hasta octubre no apareció en un once por un problema muscular. Con un salario de 200.000 euros al año, con mucho el titular peor pagado, el club pretende amarrarle con la cláusula más elevada del plantel, por encima de los 50 millones de Aymeric Laporte (siempre en la agenda culé), pero sin el sueldo de crack que el ariete reclama al menos a partir de la tercera campaña que firme.

Los halagos de Vicente del Bosque refuerzan sus inquietudes, e inquietan a una afición que aguarda también otra buena nueva, que Valverde acepte la oferta de renovación que tiene sobre la mesa. Quizá esté, como Laporte, esperando a que el Barça se decida. Entre tanto, el Athletic tiene motivos sobrados para salir crecido del largo invierno.