París, o la noche en que Messi no fue Messi

La estrella argentina no pisó ni tan siquiera el área del PSG en uno de los peores partidos que se le recuerdan

Messi abandona el Parque de los Príncipes tras encajar el 4-0 ante el París Saint Germain.

Messi abandona el Parque de los Príncipes tras encajar el 4-0 ante el París Saint Germain. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Ni Messi se reconoció. Estuvo durante 90 minutos en el Parque de los Príncipes, pero no jugó como acostumbra. Ni se acercó a lo que es. Leo no conocía a ese Messi, acostumbrado como está a ser siempre decisivo, especialmente en las grandes noches. Ni siquiera volviendo la vista atrás descubría la estrella argentina un partido así. No pisó el área del París SG, la prueba definitiva para confirmar que Messi no fue Messi.

De pronto, el fútbol, habituado a ver noche tras noche prodigios deslumbrantes, empezó a hacerse preguntas. ¿Qué le pasó? ¿Fue solo un brillante, descomunal y efectivo París SG quien obró tal milagro? ¿El Barça no le ayudó? Sí y no. Sí porque desconectaron los caminos habituales para que el Barcelona encontrara a Leo. Ni con el tradicional 4-3-3 halló la vía para conectar con su 10. Ni con el novedoso 4-2-3-1 de la segunda parte con la entrada de Rafinha. No había manera.

Sí fue el PSG. Pero no fue solo eso. Messi mostró un perfil tan extraño que él, cuidadoso y precavido como es siempre con el balón, acabó siendo el origen del 2-0 del conjunto de Emery. Perdió la pelota en una zona de tanto riesgo que acabó siendo el prólogo del gol de Draxler, que abría el camino del infierno para los azulgranas.

Messi se apagó. Literal. Desapareció del partido. O lo hizo desaparecer el planteamiento táctico de Emery, que lo ahogó en una jaula, a la que no le llegaba ni la respiración. El Barça, que ha vivido durante más de una década de la luz que proyecta el astro argentino, quedó impactado. Lo miraban sus compañeros y no entendían nada.

Volaba el PSG, mientras Messi se hacía humano. Hasta Gary Lineker, el exdelantero del Barcelona, estrella mediática en Inglaterra, su país, escribió lo que todos estaban viendo. "Nunca había visto jugar tan mal a Messi". Tiene derecho. Es humano, aunque haya hecho pensar durante años que no era de este mundo.

Aunque si alguna posibilidad le queda al Barcelona de hacer la "machada", como calificó Luis Enrique a la posibilidad de remontar un 4-0, algo que nadie ha hecho en Europa, es gracias a Messi. A su magia y su energía para reconstruirse tras noches tan desastrosas como la de París.

PARÍS, CIUDAD MALDITA PARA LEO

Si Messi se reencuentra en estas tres próximas semanas y olvida París, una ciudad que le trae malos recuerdos porque allí sufrió una lesión muscular y allí estuvo de espectador en la final de la Champions del 2006, aún hay vida. Si él se deprime, todo un club se desmorona. El pilar que sostiene el tridente es Messi. Suárez y Neymar, el único que mostró rebeldía en París, tampoco dispararon a la portería de Trapp. Un equipo construido por y para el tridente se queda desnudo cuando ellos no chutan. 

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Si Messi se deprime,\u00a0","text":"el Bar\u00e7a se desmorona. Aunque si tiene alguna posibilidad de hacer la \"machada\", como dijo Luis Enrique, es si el astro se reencuentra"}}En el 2013, en Múnich, en la semifinal del Bayern, otro cruel 4-0, Messi también estaba. Pero estaba lesionado y en un acto de servicio jugó para el Barcelona sin que sus músculos se lo permitieran. Pero no quiso esconderse. Jugó y perdió hace casi cuatro años. Jugó y perdió en París.

Jutsto ahora, cuando estaba en su mejor momento, disfrutando de su proceso de reinvención como futbolista, Messi se enfrenta a una situación que creía olvidada. Verse fuera de Europa a inicios de marzo, mientras se debate su renovación (no se sabe si avanza o no, se desconoce si Bartomeu tiene ya un plan para seducirlo), pero no le duele solo el 4-0. Que le duele y mucho. Lo que rompe de verdad, y por dentro a Messi), es que se miró y no se conoció en París. De tanto salvar al Barça, pensó que un día el Barça le salvaría a él. Pues, no.