LA JORNADA DE LIGA

Mathieu pone la cabeza y salva al Barça en Balaídos

El defensa francés remata una falta como en el clásico y permite a los azulgranas conservar la ventaja en un mal partido ante el Celta (0-1)

JOAN DOMÈNECH / VIGO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mathieu abrió el camino del triunfo sobre el Madrid y de la victoria sobre el Celta. La discusión sobre la pertinencia de su fichaje y el precio puede darse por terminada. Dos goles que pueden decidir una Liga. Su valor, a día de hoy, es incalculable; seguramente superior a los 20 millones pagados. Ayudó a ampliar la diferencia sobre el Madrid en el clásico y ayudó a conservarla este domingo en Vigo, para que no se malograra el primera día y rebrotaran dudas y miedos, que serían convenientemente amplificados por el sonoro regreso del equipo blanco (9-1 ante el Granada).

En Balaídos, Mathieu puso la cabeza que le ha faltado el Barça tantos años para aprovechar las jugadas de estrategia --esa fue una de las razones de su contratación-- y salvar jornadas grises como la de este domingo. La reanudación de la Liga devolvió un mal Barça, que jugó sin delanteros pese a alinear a los tres, y se salvó por los centrales. A la cabeza de Mathieu se añadió la cabeza de Piqué en la otra área. Las dos torres del equipo se complementaron, una para atacar y otra para defender. El once azulgrana acabó colgado del larguero para defender un córner en el tiempo añadido. Bravo expulsó con los puños el empate que planeó muchos minutos sobre el césped de Balaídos.

El botín y nada más

El Barça se llevó el botín que buscaba, pero lo perderá algún día si repite actuaciones como la de Vigo y la profecía de Luis Enrique --que ninguno de los candidatos sumará todos los puntos hasta el final-- se cumplirá. Angustiado empezó el equipo y angustiado acabó, mirando más a Bravo que a Suárez.

El Celta se subió a las barbas de su rival desde el principio, planteándole un uno contra uno en todo el campo. Una idea arriesgada que genera extrema dificultad al rival: a cada jugador exige valentía para intentar el desborde y acierto para no perder la pelota bajo presión. Se creía que el Barça tenía suficientes futbolistas desequilibrantes para superar semejantes planteamientos, pero solo se vio a uno. Al de siempre. Al que nunca falla. En cuanto vio que le necesitaban, acudió. Messi también es el número uno en eso. Le secundó, quién lo diría, el titular menos fino de los que compareció en Balaídos.

Al Barça no le hizo tanta falta ensanchar el campo para abrir la defensa como que Messi ofreciera una salida de balón a cualquier compañero que estuviera apurado, que fueron todos. A Messi le importa un pimiento recibir la pelota en cualquier parcela, de frente, de espaldas o del revés, con uno, dos o tres rivales encima. Messi tuvo que acercarse a Busquets y, por tanto, a Pique Mathieu, con más problemas con los pies que con la cabeza, como se vio.

Sin señas de identidad

La construcción del juego del Barça, antaño tan elaborada, hasta ser demasiado azucarada para algunos, fue simple y básica. Bola de atrás hacia adelante, pérdida y repliegue. Como un equipo cualquiera, sin ninguna seña de identidad más allá de los rutilantes nombres de las camisetas que remiten a una plantilla única.

La elaboración se ha ido perdiendo por el camino, hasta desaparecer este domingo. Nada de cocción a no ser que Messi encendiera los fogones. Del congelador a la mesa, de la defensa al ataque y a confiar en un chispazo. Suárez solo recibió una pelota en condiciones (la paró Sergio) y Neymar, otra, que la mandó a la ría. Si la conexión con los tres delanteros se interrumpe, ¿qué queda? Nada. Una falta, un córner para que la estrategia sirva de valioso parche.

De Messi a Xavi

Esa fue más o menos la presentación del Barça que volvía del parón internacional y que debía recoge el hilo del clásico para seguir dando puntadas. El Barça que se vio era más parecido al de Anoeta, aquel que tocó fondo para luego emerger tras la última interrupción liguera. En San Sebastián reaccionó Luis Enrique dando entrada a Messi, suplente, y en Balaídos rescató del banquillo a Xavi para que añadiera fútbol a la reacción que experimentó el equipo tras el descanso. No se vislumbra oro motivo razonable al ver la mejoría que experimentaron en la reanudación Adriano, Iniesta Neymar después del primer tiempo que perpetraron.

Xavi no corrigió al instante la deriva del correcalles, pero fue cambiando el rumbo porque robó la pelota. Se la quedó para jugar con sus amiguitos, con Iniesta, con Busquets, viejos socios en los maravillosos tiempos, con Messi… Y después, puso la pelota en la cabecita de Mathieu. Una pelota para contrarrestar el espectacular 9-1 del Madrid. Muchos goles de diferencia pero el líder sigue cuatro puntos por delante.

Ficha técnica:

0 - Celta de Vigo: Sergio Álvarez, Hugo Mallo, Cabral, Fontás, Jonny; Krohn-Dehli, Augusto; Orellana, Hernández (Santi Mina, min.82), Nolito; Larrivey (Charles, min.70)

1 - Barcelona: Bravo; Dani Alves, Piqué, Mathieu, Adriano; Busquets, Iniesta (Pedro, min., Rafinha (Xavi, min.56); Messi, Neymar y Luis Suárez (Rakitic, min.85).

Goles: 0-1: m.73, Mathieu.

Árbitro: Vicandi Garrido (colegio catalán). Expulsó al jugador del Celta Orellana (minuto 88) con tarjeta roja directa. Además amonestó a Krohn-Dehli por parte del Celta de Vigo y a Luis Suárez y Busquets por parte del Barcelona.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la 29ª jornada de la liga BBVA disputado en el estadio municipal de Balaídos ante 23.749 espectadores. El piragüista gallego David Cal, quíntuple medallista olímpico, realizó el saque de honor.