La mala racha de Messi y Neymar

Luis Enrique confía en que las estrellas recobren su mejor versión para eliminar al Atlético y llegar a semifinales de la Champions

Messi y Neymar debaten sobre el lanzamiento de una falta en Anoeta.

Messi y Neymar debaten sobre el lanzamiento de una falta en Anoeta. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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No encuentra Messi a Messi, torturado además porque no se reconoce en su gris versión, más cerca del centro del ataque, tocando más el balón, pero sin la profundidad y la puntería que solía. Ni tampoco Neymar sabe de Neymar, angustiado porque ha descubierto, aunque no lo diga, que de Brasil volvió otro jugador. Nada que ver con la chispa y la velocidad de antes, cuando el 11 sostuvo al equipo en los dos meses en que tuvo que vivir sin el 10, postrado en la enfermería. Y el Barça, construido por y para los delanteros, vive inquieto su semana negra, con la Liga más apretada que nunca, y jugándose el miércoles su futuro europeo en la caldera del Calderón.

Necesita Luis Enrique recuperar la mejor versión de ambos delanteros, capitales para entender el éxito de su obra. Añora el equipo esa eficacia de las estrellas, a pesar de que Suárez está firmando números de extraterrestre (45 goles en 45 partidos). Pero con la contundencia del nueve, decisivo en la remontada sobre el cuadro de Simeone en la ida con sus dos tantos (2-1 para los azulgranas), no basta. Urge al técnico reconstruir la confianza dañada de Messi, líder y faro del Barcelona, y reflotar a Neymar, quien parece, curiosamente, ser otro Neymar.

 No resulta nada casual que la peor racha del Barça esta temporada (dos derrotas, un empate y solo una victoria en los cuatro últimos encuentros) haya coincidido con ese extraño viaje a lo desconocido emprendido por el 10. Y el 11.

LEJOS DE LA BANDA

Se han apagado los dos al mismo tiempo como prueba su falta de eficacia: 0 goles lleva el argentino; uno, y de penalti, rubrica el brasileño. De repente, los focos de Messi y Neymar han dejado de iluminar el ataque provocando un cortocircuito en el Barça. No, no es un problema físico, ni tampoco de que el peso de la temporada vaya debilitando sus piernas. A Messi, que volvió feliz por reencontrarse con el cariño de la afición argentina, se le ha visto más lejos de la banda derecha que de costumbre. Se asoma Leo al centro, interviene bastante más en el pase y en la asociación, pero es menos decisivo en el remate (solo cinco a puerta en 360 minutos) y no influye tanto en la elaboración de los goles. No ha dado ninguna asistencia desde hace casi un mes: a Neymar ante el Getafe el pasado 12 de marzo.

COMO EN EL 2011

Su lenguaje táctico, huye de la cal y se va con asiduidad a las zonas templadas del campo, y su lenguaje corporal, torturado como se le vio en Anoeta tras no aprovechar sus dos ocasiones, delatan la angustia que vive la estrella argentina, obsesionado en recuperar la puntería. Y, sobre todo, en hallar ese desequilibrio, imprescindible para que el Barça supere el miércoles «el partido más importante de la temporada», como definió Piqué la trascendental visita al Calderón para intentar acabar con el cholismo.

Aunque vive su peor racha de cara al gol (360 minutos sin marcar) en los últimos cinco años (estuvo 417 en la temporada 2010-11 con Guardiola, la de la cuarta Champions), Messi no se esconde en ningún momento. Parece que va llamando a su propia puerta convencido de que acabará encontrando la rendija para huir de esa cárcel –lleva tres partidos buscando sin éxito el gol 500 de su carrera– y sacar, al mismo tiempo, al Barça de esa tormenta de dudas que le azota. El miércoles es el día. Tampoco hay más. Es el partido que, quizá, pueda definir el curso. En lo bueno y en lo malo. En la salud y en la enfermedad.

Para ello, Luis Enrique también espera que Neymar abandone ese fútbol burocrático y rutinario que exhibe tras su accidentado y breve periplo con la selección brasileña. Antes de irse con Dunga, Ney firmó cuatro goles en 360 minutos. Regresó de su país el delantero como si le hubiera abandonado la velocidad y la electricidad que desprendía su juego. De pronto, ni marca (0 goles en los últimos 270 minutos), ni regatea, ni chuta a puerta (solo dos remates) ni da asistencias. En el Barça, si falla el tridente todo se desmorona. Pero Luis Enrique cree que el Atlético sufrirá al tridente de siempre

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