Las claves tácticas del Barça-Madrid: empate en la pizarra

El equipo de Luis Enrique desperdició, tras el 1-0, las ocasiones para desarticular al Madrid. Y lo pagó

Luis Enrique y Unzué charlan en la banda del Camp Nou cerca de Zidane.

Luis Enrique y Unzué charlan en la banda del Camp Nou cerca de Zidane. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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FALTA DE REMATE Y CONTUNDENCIA

Tuvo el Barça al Madrid en su mano, sobre todo en los minutos posteriores al 1-0. Era entonces su momento. Estaban los madridistas asustados con el gol de Suárezy, sobre todo, porque vieron aparecer a Iniesta en el campo. Fue en ese instante cuando el equipo de Luis Enrique tenía que haber liquidado el partido. Y lo tuvo. Pero ni Neymar, tras una excelente jugada individual,  que venía precedida de una serie de combinaciones exquisitas, supo batir a Keylor Navas. Envió el brasileño el balón a las nubes.

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Pero aún tenía otra bala el Barcelona. Un majestuoso pase de Iniesta dejó solo a Messi ante el portero blanco. Y Leo, por una vez, y sin que sirva de precedente, erró en su disparo. No encontraba respuesta el Madrid para desactivar a los azulgranas. Además, y por mucho tiempo, el Barcelona se reencontró con el balón. Lo tenía, mareaba al Madrid, llegaba al área, gobernaba el partido, mientras Luis Enrique, en un partido más, volvía a cambiar los interiores.

SIN RESPUESTAS ANTE EL 4-4-2 BLANCO

En la primera parte, el Barça se estrelló contra su ineficacia. Ni pisó casi el área del Madrid, incapaz de hallar alternativas a ese 4-4-2 que le planteó Zidane. Un repliegue bajo defensivo, que llaman los entrenadores. O, en realidad, reunirse todos, de manera ordenada y solidaria, en campo propio para cerrar espacios ya que no había desequilibrio. Además, sufría mucho el Barcelona por la banda derecha, aunque no era responsabilidad exclusiva de Sergi Roberto. Por ahí llegaban diversos jugadores del Madrid, especialmente Marcelo. Más contenido de lo que parece, pero generando peligro con sus incursiones, a pesar de que Benzema no le ayudaba mucho.

Sí que estuvo Isco y Modric, gobernando el centro del campo con autoridad, a pesar de que Busquets estuvo mucho mejor. Padecía por ese carril el Barça de tal manera que corría más detrás del balón. Sus ataques no eran largos. Acabada la primera mitad, solo un disparo azulgrana. Y fue de Messi en falta directa. Un cómodo tiro para Keylor Navas. Ni rastro de Suárez, ni rastro de Neymar. Cristiano, por ejemplo, disparó tres veces a puerta. Pero el Madrid dejó escapar vivo al Barça, que luego reaccionó.

CON INIESTA TAMPOCO BASTA PARA GANAR

Parece hasta de ciencia ficción. Casi imposible. Pero sucedió. Hubo dos Barças en el clásico, más allá del marcador. Hubo uno gris, plomizo, desconocido, con los interiores (Rakitic y André Gomes) superados en el centro del campo sin encontrar triángulos para dibujar superioridades. Sin Iniesta, claro. Luego, ya con el 1-0 y con la entrada del capitán, existió el verdadero Barça. Aquel que tuvo la pausa necesaria para mover al Madrid de punta a punta, encontrando las líneas de pase que no se veían antes.

Llegó el capitán, directamente de la enfermería, agarró el balón y domó el partido de tal manera que el Madrid corría sin sentido. Perseguía la pelota de manera desesperada. Iniesta tocaba, venía y buscaba. Iba manejando el partido a su antojo con una tiranía indiscutible. Parecía que el Madrid incluso se desanimaba, pero era una falsa impresión como se demostró en la absurda falta cometida por Arda Turan que fue el prólogo del 1-1. A balón parado marcó SuárezA balón parado empató Sergio Ramos. Marcó el nueve del Barça. Y después lo equilibró el central blanco.