UNA FIGURA EMERGENTE DEL FLAMENCO
El llanto hecho arte
La cantaora Mariola Membrives y el contrabajista de jazz Masa Kamaguchi invocan en el espectáculo 'Llorona' el duelo y la expiación
Apertivo de lujo en la penúltima velada este jueves del Festival dels Jardins de Pedralbes. A las 20.30, en el idílico escenario Village todavía bajo la luz del día, tendrá lugar un espectáculo que invoca a la negra noche del alma. El llanto hecho arte a cargo de la cantaora Mariola Membrives y el contrabajista Masa Kamaguchi. El duelo hecho canción con voz flamenca y cadencia jazzística desde una perspectiva única y radical. Llorona se titula su disco, y se ha convertido en el secreto mejor guardado de la última cosecha.
Subyugante presencia
Su actuación será el preludio a la de Miguel Poveda. Y es curioso, cuando a mediados de la década pasada él dejaba Catalunya para instalarse en Sevilla, Mariola Membrives cambiaba su Córdoba por Barcelona. Bueno, en realidad nació en Andújar, y vivió también varios años en Madrid estudiando arte dramático. De niña iba para bailaora y de chiquilla para actriz. Siempre había cantado, pero fue en el mundo del teatro donde verdaderamente descubrió su voz. Su prodigiosa voz. De vertiginosos agudos y melismas de ensueño. Amén de una subyugante presencia escénica.
Ella fue la escogida para protagonizar el fastuoso musical coplero Enamorados anónimos. Sin embargo, la noche del estreno nunca llegó. Quemó las naves y puso un nuevo rumbo a su vida. Adiós al mundo. Hola a Llorona.
De la tristeza insondable nace este primer disco, que en realidad, más que un disco, es la banda sonora de un espectáculo audiovisual; que hoy veremos en versión concierto. Se grabó prácticamente en directo. A pelo. Sin más instrumentación que el contrabajo de Masa Kamaguchi, virtuoso japonés de free jazz también instalado aquí tras mucho tiempo en Nueva York, donde formó parte en los grupos de figuras como Toots Thielemans o Sonny Simmons. «Es el músico más comprometido e intenso con el que haya trabajado nunca», asegura Mariola Membrives.
Verdugo se titula la canción con que abre, y la única composición propia. «Es una zambra sobre la naturaleza autodestructiva y el perfeccionismo irracional». Del que muy a su pesar asegura saber ella tanto. Hay también varios palos flamencos, algunos en desuso, de esos que no graba casi nadie, como unas Bamberas al viento con versos inéditos e insólito arreglo, o La pajarona, cante de ara que ninguna figura ha grabado jamás. «Lo aprendí de unos viejecitos, y es de esos tipos de cante que yo escuchaba a mi abuelo en el campo. Es un homenaje a él y a la gente de donde vengo, que se dejaban en la tierra el sudor y la sangre».
El alma se deja Mariola Membrives en cada repesentación de Llorona. «La versión más antigua de esta canción mexicana, que la mayoría conocemos gracias a Chavela Vargas, es azteca y hablaba de cómo la madre naturaleza avisaba a sus hijos de que iban a morir a manos de los colonizadores». En Llorona ella entierra su corazón con la milonga La hija de Juan Simón y, tras el duelo, termina recreando el esperanzador clásico de Lole y Manuel Todo es de color. «Aunque la palabra color rime muy bien con dolor», puntualiza.La belleza como expiación.
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