MARCÓ DE PENALTI, ANOTÓ 7 GOLES

Final Argentina-Francia: Y Messi llora al alcanzar, por fin, el paraíso

Messi besa la Copa del Mundo tras ganar a Francia en la tanda de penaltis.

Messi besa la Copa del Mundo tras ganar a Francia en la tanda de penaltis. / Efe

Marcos López

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Y cerró los ojos. Cerró Messi para concentrarse aún más en el lanzamiento de un penalti que podía cambiar su vida. Y la ha cambiado. Miró a Lloris, el experto meta francés, y se burló de él con un soberbio giro de tobillo para ubicar, suave y delicadamente, la pelota en el lado izquierdo, mientras el portero del Tottenham se lanzaba, ya engañado, a la derecha, mientras observaba la lenta trayectoria de un balón al que no podía llegar nunca. Messi entonces gritó eufórico el gol, arrastrado en la euforia por sus compañeros, consciente de que había abierto la puerta del paraíso.

"Se hizo desear, pero es lo más lindo que hay. Mirá lo que es, es hermosa", aseguró el astro tras besar la Copa del Mundo. "Es impresionante que pueda terminar de esta manera. ¿Qué va a haber después de esto? Se me dio todo casi al final de mi carrera. Disfruto de la selección y quiero unos partidos más siendo campeón del mundo", ha dicho confirmando que seguirá en la selección. Pero no volverá, eso no, a jugar otro Mundial.

"Es impresionante que pueda terminar de esta manera. ¿Qué va a haber después de esto? Se me dio todo casi al final de mi carrera. Disfruto de la selección y quiero unos partidos más siendo campeón del mundo"

— Messi, capitán de Argentina

Entró en el paraíso primero con su gol de penalti, el 1-0, después con el tanto que logró con la derecha (era el 3-2), permitiéndole terminar con esa maldición que le ha tenido más de tres lustros atormentado. Vive ya feliz para siempre Leo. Con la conciencia limpia y el fútbol no tiene ninguna deuda con él. Necesitó, eso sí, el pie izquierdo, el milagroso pie izquierdo del Dibu Martínez, que evitó el gol de Kolo Mouani en el último suspiro de la prórroga.

'Dibu' Martínez evita el gol de Kolo Muani en el minuto 123, último suspiro de la prórroga de la final.

'Dibu' Martínez evita el gol de Kolo Muani en el minuto 123, último suspiro de la prórroga de la final. / Dpa

"Dos tiros de mierda y nos empataron el partido, era nuestro destino sufrir, nos meten otro gol, gracias a Dios que saqué ese pie. Hizo lo que soñe. No tengo palabras"

— Dibu Martínez, portero de Argentina

Lloró y lloró Messi de alegría. "Dos tiros de mierda y nos empataron el partido, era nuestro destino sufrir, nos meten otro gol, gracias a Dios que saqué ese pie. Hizo lo que soñe. No tengo palabras", afirmó el Dibu. "Me patearon tres veces y me hacen tres goles, se lo debo todo a mis compañeros", dijo el meta argentino.

Messi engaña a Lloris en el penalti que le dio a Argentina el 1-0 ante Francia en la final del Mundial.

Messi engaña a Lloris en el penalti que le dio a Argentina el 1-0 ante Francia en la final del Mundial. / Afp

No se llevaba ni media hora de partido. Pero el dominio de los amigos de Leo fue apabullante aplastado a una inerte y desnuda Francia, incapaz siquiera de tirar a la portería del ‘Dibu’ Martínez, que vivía una noche tan plácida que jamás pudo imaginarlo tratándose de una final del Mundial. Y Messi entró, al fin, en el paraíso que llevaba buscando desde Alemania-2016, cansado de las frustraciones de Suráfrica-2010, Brasil-2014 (la final perdida en Maracaná con Alemania en la prórroga) o el desastre de Rusia-2018.

Messi celebra su gol de penalti a Francia en la final del Mundial.

Messi celebra su gol de penalti a Francia en la final del Mundial. / Dpa

Una final que fue, en realidad, un tratado de la perfección escrito por Messi. Primer disparo a puerta, primer gol. De penalti, y con el peso de más de 45 millones de aficionados argentinos en su diminuta espalda, mientras él tenía los ojos cerrados. Gobernó el partido desde la banda derecha con tal autoridad que se transformó en un mariscal, en un verdadero jerarca, tal si fuera el dueño de la final. Y lo fue.

Leo se convierte en el primer jugador de la historia en marcar en la fase de grupos, octavos, cuartos, semifinal y final de un Mundial

En los primeros 45 minutos, no tuvo ni necesidad de regatear. Dominó el encuentro desde la lectura del juego, incapaz como fue la selección de Deschamps de descodificar lo que estaba sucediendo en el césped de Lusail. Ganó Messi en esa primera parte hasta duelos en el suelo (tres de los siete que hizo), mientras se convertía en el primer jugador de la historia en marcar un gol en todas las rondas del campeonato.

Messi conecta el penalti que le dio el 1-0 a Argentina ante Francia en la final del Mundial.

Messi conecta el penalti que le dio el 1-0 a Argentina ante Francia en la final del Mundial. / Dpa

Primero, anotó en la fase de grupos (de penalti en la derrota con Arabia, luego a México para rescatar a Argentina del precipicio), luego en octavos de final a Australia, más tarde en cuartos contra Países Bajos y, por supuesto, en la semifinal ante Croacia, también desde los 11 metros. No podía faltar, por lo tanto, a su cita con el gol en la final castigando la inocencia y, sobre todo, torpeza de la Francia de Dembélé, el autor de la pena máxima sobre Di Maria. Aunque también fue de penalti, el cuarto del torneo firmado por Messi. 

Messi lleva el nombre de sus hijos en las botas con las que jugó la final ante Francia.

Messi lleva el nombre de sus hijos en las botas con las que jugó la final ante Francia. / Afp

Nadie lo había hecho antes. ¿Quien sabe si alguien lo hará después? O acaso se conoce al futbolista que con sutil toque desencadenó un contragolpe que fue una obra de arte. Sutil y elegante porque acunó la pelota milésimas de segundos con el exterior de su bota izquierda antes de inventarse una preasistencia de la preasistencia a Julián Alvárez, prólogo de la asistencia auténtica a Di Maria, el otro verdadero héroe de una albiceleste que le dio a Messi lo que necesitaba.

Ni 40 minutos de final y Messi sintiéndose como si estuviera en el jardín de su casa de Castelldefels. Pareció ni sufrirla consciente de que debía seguir el legado que inició Kempes en aquel Mundial realizado en Argentina-74, unido al de Maradona en México-86 y ahora el de Qatar-2022.

Aunque todo se le enredó a Messi con ese penalti de Otamendi a Kolo Mouani que devolvió a Messi a sus viejos fantasmas. No imaginó que ese disparo, adivinado por el Dibu, que llegó a tocar la pelota, pero no pudo despejarlo. Preludio del caos que llevó a Francia a empatar el partido con otra genialidad de Mbappé.

Al final del partido, ya en el tiempo añadido, Lloris le quitó la eternidad al '10'. O eso creía. Los penaltis le dieron lo que merecía

Dos minutos, dos tiros a puerta de la estrella del Paris SG y empatada la final, que terminó en la prórroga porque Lloris le quitó la eternidad a Messi con una parada soberbia en el tiempo añadido. O eso creía el portero francés. No sabía él que Messi, tozudo él, obstinado como siempre, estaba destinado a entrar en un lugar donde siempre debía estar. Era su quinto y último intento, por lo que no podía fallar, aunque tuviera que ser en una dramática tanda de penaltis donde estuvo infalible (anotó los cuatro primeros lanzamientos) para besar esa Copa que se le resistía a su país desde hacía 36 años.

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