¿Quién camina más? ¿Messi o Mbappé?

Messi camina. Sabido es desde hace tiempo, mucho tiempo. Pero Mbappé también camina, aunque no lo parezca. Ni tampoco se publicita. Anda mucho más de lo que se intuye. Tal para cual. Leo camina para pensar, mientras procesa desde la distancia todo lo que sucede a su alrededor tal si llevara un imaginario dron sobrevolando por encima del partido.

Kylian camina, en cambio, para economizar esfuerzos defensivos (en eso es igual al astro argentino), al tiempo que llena de energía su descomunal cuerpo de velocista para esas hermosas cabalgadas que le hacen levitar sobre el césped tal si fuera un futbolista disfrazado de guepardo, considerado el animal más rápido del mundo.

Messi y Mbappé. Argentina, o un país entregado emocionalmente al dios que le ha devuelto cohesión social, esperanza y alegría en tiempos de desbocada inflación y galopante crisis económica sepultada por el balón, ante Francia, dueños de la corona, descendientes del Centre National du Football de Clairefontaine, el templo de la formación, una academia avanzada a su tiempo donde se construyó la identidad del fútbol 'bleu'. Messi y Mbappé. Adidas contra Nike. Dos caminantes, unidos por el dinero catarí en París, transitando ahora como enemigos generacionales por el césped de Doha.

Recorren idéntica distancia por minuto (93,166 metros de Leo, según la FIFA; 93,167, la de Kylyan), prueba de esa extrema igualdad entre ambos

Corre mucho más rápido el guepardo (35,2 km/h registró la FIFA como velocidad punta máxima de Kylian ante Polonia) que la tortuga (31,4 km anotaron los ordenadores de esa punta de rapidez extra que exhibió Leo ante Arabia Saudí cuando veía desplomarse a su equipo en el debut).

Pero luego todo queda mucho más equilibrado de lo que se presuponía, rompiendo opiniones prefijadas. Llevan los mismos goles en esta Copa del Mundo. Cinco suma Messi (tres de penalti) y cinco suma también Mbappé.

Recorren idéntica distancia por minuto (93,166 metros marca la métrica de Leo; 93,167, la de Kylian), prueba de esa extrema igualdad entre el rey argentino que está por despedirse en busca de una corona que lo situaría en la eternidad y el rey francés que amenaza el trono de ‘O Rei’, el único monarca que posee tres Copas del Mundo (Suecia-1958, Chile-1962 y México-1970).

Los informes físicos de ambas estrellas en las semifinales del torneo alumbran un asombroso equilibrio que desmiente teorías que parecían indestructibles. En el minucioso análisis que difunde la FIFA tras cada partido se constata lo que ya se sabía y lo que no se veía. Se sabía que Messi camina. No se veía, sin embargo, que Mbappé también.

Leo estuvo el 54% de su distancia transitando entre o y 7 km/h, según recoge la FIFA; Kilyan, el 49%

Ante Croacia, el argentino estuvo 4.483 metros transitando entre una velocidad suave, por llamarlo de alguna manera, fijada entre 0 y 7 km/h. O sea, el 54% de su distancia total recorrida. Más de la mitad, por lo tanto, iba Messi caminando o trotando mientras cavilaba.

Frente a Marruecos, el francés transitó en ese mismo período de velocidad durante 4.161 metros. O sea, el 49% de lo que corrió. Prácticamente la mitad, mientras, de su tiempo estuvo Mbappé guardando combustible para sus endemoniados esprints.

Pulso entre dos estilos

Son tal para cual. Cada uno en su estilo. La vieja sabiduría de Leo, sintetizada en ese diminuto cuerpo educado futbolística y físicamente en Barcelona porque nadie quiso arriesgar ni un peso argentino por aquel niño que no crecía, ante la modernidad que irradia el rebelde Kylian, con silueta de atleta de 100 metros, esculpido de forma natural en Bondy, una ciudad dormitorio situada en los suburbios parisinos.

En ese penúltimo paso hacia la final que librarán este domingo, ambas estrellas calcaron idéntico porcentaje (78%) de la distancia recorrida a idéntica velocidad. O sea, entre 7 y 15 km/h. Entre caminar, trotar, acelerar un poco pero sin llegar a los esprints, donde como es obvio, Mbappé arrasa.

Donde no llegan las piernas de Leo, aparece, en cambio, su visión periférica del juego, gobernando espacios y tiempos como demostró en esa carrera, ya legendaria, con Gvardiol, el central zurdo croata. Falta saber ahora quién camina más en la final y, sobre todo, quién camina mejor.

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