UN TROPIEZO PARA REFLEXIONAR
La "bofetada" de Japón es un aviso muy serio para el España-Marruecos
Luis Enrique manifiesta su enfado por una derrota a partir de la mayor agresividad y ambición del once asiático
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
¿Susto o muerte? Fue susto. Y fue muerte durante tres minutos en los que España estuvo eliminada. Parece mentira pero la selección de Luis Enrique pasó del entusiasmo generalizado por el demoledor 7-0 a Costa Rica al desencanto producido por el 1-2 frente a Japón. Entre medio, el empate de Alemania, que enlazó el buen ritmo del primer partido con el declive que se apuntaría en el tercero. “Más que una bofetada”, admitió Luis Enrique. Un aviso muy serio para esperar a Marruecos.
1. La gestión del impacto
Ningún jugador español tenía claro qué había sucedido frente a Japón. Luis Enrique remitía su análisis a la revisión del vídeo para encontrar una explicación. Los dos goles llegaron en dos minutos, aunque constará en los papeles que hubo cinco minutos de diferencia por lo que tardó el VAR en medir los milímetros de balón que estaban sobre la línea de fondo para validar el segundo.
“No estoy contento porque me ha ganado Japón”, decía Luis Enrique sin disimular su enfado. Por la derrota y por el aviso desoído. “Dije en el descanso que ellos no tenían nada que perder, que iban a arriesgar y que había que estar más atentos”, desveló. Y en esos minutos “nos pasaron por encima, y si hubieran necesitado un tercer gol nos lo habrían marcado”, remachó.
La satisfacción inicial se ha transformado en inseguridad. Hay una línea muy tenue también entre el disfrute que recomienda el técnico y el relajo que reduce el rigor. La derrota es un aviso que activa las alarmas. En el vestuario emergerá la figura de Luis Enrique para despertar a los futbolistas. “Donde soy yo de verdad es en las dificultades. Me encuentro mucho mejor gestionando problemas, soy así de gilipollas”, dijo antes de medirse a Alemania.
2. Los números engañan
Al técnico le toca ahora gestionar el impacto causado por la sorprendente derrota, que no impidió el pase a octavos. Tendrá que usar el vídeo y la palabra. Los parámetros básicos de las estadísticas no detectan el fallo. Ni detectan el grado de ambición y agresividad de los futbolistas, como tampoco anticipan el grado de necesidad antes y durante el partido.
Los números indican que España avasalló a Japón: 14 a 6 en tiros a portería y 74% a 17% de posesión (la FIFA no reparte el 9% del tiempo restante). Números muy próximos a los registrados con Costa Rica (18 a 0 en tiros y 72%-18% en posesión) con un marcador opuesto. Frente a Alemania estuvo equilibrada la posesión (51%-33%) y más oportunidades germanas: 7-12.
Las métricas indicaron que la salida de Japón desde los vestuarios fue avasalladora. Fueron apenas diez minutos de ímpetu que desarmaron a la tropa española. En esos ataques furibundos y letales dio la vuelta al marcador el cuadro asiático y volvió inmediatamente a los cuarteles de invierno. A seguir acumulando acciones defensivas: los primeros 14 futbolistas en intervenciones fueron nipones, hasta encontrar a Sergio Busquets, Gavi y Pedri, los tres centrocampistas de La Roja.
3. Demasiada presión
No hubo forma de mover a los rivales con series de pases y el avance era lento, con lo que aumentaban las posibilidades de perder el balón en zonas de peligro. La segunda razón fue la espectacular rapidez de los futbolistas japoneses en acudir a la presión y forzar errores.
Japón cambio de sistema tras el descanso. Los cinco defensas se habían convertido en tres centrales, ya que los carrileros se adelantaron. Un técnico acudió raudo junto a Luis Enrique en el inicio del segundo tiempo tras advertir seguramente esa modificación desde las cámaras cenitales. Después del 2-1, el once asiático volvió a su 5-4-1 para protegerse.
4. Lenta circulación
La secuencia del gol del empate fue una perfecta representación de las armas que utilizó Japón para ganar. La acción comienza por un balón retrasado de Pau Torres a Unai Simón para reiniciar un ataque.
Maeda corre para presionar al meta, mientras que Doan y Mitoma, recién entrados al campo, acuden al acoso de Rodri y Balde. Maeda, con su carrera, obliga a Simón a jugar a su derecha. A Rodri, que, forzado, se apoya en Carvajal a la banda. Encerrado entre la línea y dos rivales, el lateral devuelve al cuero a Rodri y este a Simón, que busca la salida por el otro lado. Pau Torres se pone a su altura e incluso se atrasa más para que Doan acuda a él y Balde tenga más espacio para recibir el pase. Sin embargo, Itakura, el lateral derecho, detecta esa intención y corre en esprint para forzar la pérdida de Balde. Doan anda merodeando cerca y recoge el balón, dribla a Pedri y dispara un zurdazo para el que Simón no está preparado.
5. Los cambios no son revulsivo
Alba si estuvo ligeramente superior a Balde por su oficio, aunque su entrada se produjo cuando Japón ya había adquirido su botín y no ambicionaba más, no tenía que estirarse más.
Ansu Fati, por fin, reapareció, debutando en el Mundial al aparecer en el minuto 68. No jugaba desde el último amistoso previo, frente a Jordania, donde marcó un gol. Le cambió algo la cara al salir de los vestuarios. Tal vez por haber sido útil y por haber dejado de ser el octavo delantero y el último en ser convocado, según dijo Luis Enrique.
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