ASÍ DESCUBRIMOS EL SUEÑO DE 'CARLETES'

El Periódico anunció, en Navidad, que Sainz sería rojo

Carlos Sainz, a su llegada al circuito australiano de Melbourne.

Carlos Sainz, a su llegada al circuito australiano de Melbourne. / periodico

Miguel Martínez

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En aquel invierno de 2015 no se hablaba de otra cosa en el 'paddock' del Circuit de Catalunya, en Montmeló. Durante toda a aquella pretemporada, la estrella era un chico de 17 años, Max Verstappen, que llegaba casi directamente del 'karting'. "El nuevo Senna”, decía Helmut Marko, el director del programa de pilotos de Red Bull. Y en aquel equipo Toro Rosso debutaba, en F-1, Carlos Sainz, el campeón de las World Series, el chico que había batido al mismísimo Sebastian Vettel con su mismo coche en unos test de Red Bull, en Silverstone, tres años antes. Los ojos de todos los equipos se volcaron sobre aquellos jovencísimos talentos, también los de Ferrari.

Siempre ha habido una conexión especial entre Ferrari y Toro Rosso, por mucho que los segundos sean un filial de Red Bull. Son los dos equipos italianos, separados por no más de 100 kilómetros entre Maranello y Faenza, con un constante trasvase de personal, de mecánicos e ingenieros, prensa, márketing… entre los dos equipos. Ferrari tenía información privilegiada sobre ambos pilotos, sobre sus virtudes, defectos… conocía la verdad de muchas situaciones y resultados.

Cuando, en 2016, volvió a motorizar a Toro Rosso dispuso, además, de la telemetría de ambos…Verstappen dio el salto a Red Bull, y Ferrari nunca dejo de seguir la trayectoria de <strong>Sainz</strong>, sus resultados, sus remontadas, sus adelantamientos, las forma en la que reaccionaba ante los fallos del equipo en la estrategia, en los pit stops, en algunas averías inexplicables…

La mirada de Binotto

El accidente de Jules Bianchi en el GP de Japón  de 2014 con consecuencias mortales, había dejado a Ferrari sin su principal valor de cantera, sin su piloto de referencia en la recién montada Ferrari Academy, hecha para contrarrestar al programa de pilotos de Marko (Red Bull). Aquel fatal año en Marussia, Mattia Binotto, el actual jefe del equipo Ferrari, era el responsable de motores del equipo ruso. Y desde un equipo pequeño se otea mejor lo que pasa en el 'paddock', mejor que desde la planta noble del por entonces, doble 'hospitality' de Ferrari.

Binotto regresó a Ferrari como responsable de motores en lugar de Luca Marmorini, en medio de una revolución en muchos puestos de dirección y una inyección de dinero importante bajo el mando general de la compañía de Sergio Marchionne. Fue el jefe italiano quien tomó la decisión de apadrinar al monegasco Charles Leclerc en la Ferrari Academy, el chico que las había tenido de todos los colores con Verstappen en el 'karting'. Fue también Marchionne quien mandó seguir de cerca a Sainz, aunque su gran objetivo era el fichaje de Lewis Hamilton.

Bajo el mando del italiano, Ferrari disfrutó de un coche ganador en 2017 y 2018, pero los pilotos de Maranello de entonces, Sebastian Vettel y Kimi Raikkonen, no estuvieron a la altura ni del coche, ni de Hamilton. Fue Marchionne quien firmó a Leclerc —ganador de la GP3 y F-2 bajo el auspicio de Ferrari, y cedido después en Alfa Romeo— en el verano de 2018, justo antes de fallecer por un largo cáncer, y quien había iniciado las negociaciones con Hamilton.

Cuando Ferrari anunció la renovación de Leclerc el pasado 23 de diciembre ya había iniciado las negociaciones con Sainz tras su soberbia temporada con McLaren

Leclerc mostró su madurez en Alfa Romeo durante su primer año en F-1, el año en el que Sainz luchaba a brazo partido en Renault para batir —con el equipo ¿B¿ de ingenieros y mecánicos— a uno de los huesos más duros de la parrilla, Nico Hulkenberg. Leclerc fue el elegido en primer lugar para sustituir a Raikkonen; Sainz y Daniel Ricciardo eran los preferidos para relevar a Vettel a finales de 2020, con Hamilton en la diana de sus sueños.

"Es una buena noticia que Hamilton se quede libre", aireó Mattía Binotto a finales del 2019, sabedor de que el contrato del campeonísimo inglés expiraba a finales del año siguiente. Hamilton se dejó querer —"me gustaría correr alguna vez en Ferrari"— pero solo fueron gestos para la galería. Porque en el GP de Brasil de 2019, la penúltima carrera de la temporada pasada, Ferrari tomó la decisión de no renovar, en el 2020, a Vettel, que había chocado, deliberadamente, contra su compañero Leclerc en el enésimo accidente en tres años, curiosamente en la misma carrera en la que Sainz se hacía con el primer podio de su carrera saliendo último en la parrilla.

Cuando Ferrari anunció la renovación de Leclerc el 23 de diciembre, ya había iniciado las negociaciones con Sainz tras su soberbia temporada con McLaren, mientras meditaba cómo hacer un último intento con Hamilton. "Hablaremos de ese asunto en mayo", dijo Binotto en la tradicional comida de Navidad, la primera confirmación oficial de que Ferrari estaba conversando con el joven piloto español, hijo del mejor piloto de rallys de la historia.

Camino abierto

Verstappen firmó la millonaria renovación por Red Bull (35 millones por temporada) el<strong> 7 de enero de 2020</strong>. Fue la señal inequívoca de que Hamilton seguía en Mercedes. Jos, el padre del veloz y polémico Max, se había pasado yendo y viniendo meses del 'hospitality' de Red Bull al de Mercedes, dialogando con Toto Wolff, esperado que una posible marcha de Hamilton a Mercedes, abriera a su hijo la puerta del equipo ganador, del gran dominador de la F-1 desde 2014. Así que la renovación de Verstappen dejó el camino expedito, o casi, de Sainz hacia Ferrari. Los rumores se sucedieron.

El run run durante los test de invierno en Montmeló fueron constantes, aunque Sainz (26 de febrero de 2020) se mantenía al margen de todo. "Me halaga que en Ferrari piensen en mi, pero yo estoy centrado en McLaren".  Se citaron para firmar en mayo, la fecha tope que McLaren había fijado para la renovación del hijo del 'Matador'. Faltaba también que algún fleco de la legislación inglesa, que abría el camino a McLaren a renovar unilateralmente a Sainz por una temporada más, no se interpusiese en el camino. Esa fue la razón por la que hasta el final no desecharon la opción de Daniel Ricciardo, el australiano al que prácticamente bajaron del coche para subir a Leclerc.

Ricciardo, un auténtico maestro, un enorme piloto, fue uno más de una larga lista que solo en la última década recoge nombres como Robert Kubica, Mark Webber o Hulkenberg enmarañados en los los precontratos de Maranello.  Faltaba también la forma en la que mostrarían a Vettel la puerta de salida. Fue con una oferta a la baja, de 35 a 12 millones, de tres años a uno… algo que sabrían, no aceptaría Vettel, como así se lo hizo saber el pasado 21 de abril. Era la forma de dar salida al tetracampeón, la forma en la que Ferrari decidió poner fin a los cinco años del alemán con una nota el pasado martes 12, el momento en que Sainz pidió a McLaren que dejase de enredar y la permitiese firmar el contrato, éste sí, de su vida con la Scuderia, el sueño de todo piloto de F-1. 

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