Cumbre del clima

Dubái vislumbra un posible acuerdo contra los combustibles fósiles

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Cumbre del clima de Dubái COP2028

Cumbre del clima de Dubái COP2028 / DPA / EUROPA PRESS

Valentina Raffio

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El aire en Dubái ronda los 30ºC este jueves. Una temperatura que, para los locales, supone un "agradable frío de invierno" y que, para los foráneos, resulta más que abrasadora. Incluso quienes están acostumbrados al ambiente de esta gran ciudad reconocen que ahora se respira un frenesí especial. Y es que, tras una intensa semana de eventos (y polémicas), la cumbre del clima llega a su ecuador. Solo queda una semana para forjar un acuerdo para frenar el avance de la crisis climática y proteger a los más vulnerables ante su impacto. Todavía es pronto para vislumbrar cómo será el pacto final pero, por el momento, todo apunta a que podría tratarse de algo histórico. Dubái podría firmar un acuerdo clave para luchar contra los combustibles fósiles

Fuentes cercanas a las negociaciones afirman que, contra todo pronóstico, la presidencia de Emiratos Árabes está ejerciendo un papel decisivo en liderar las negociaciones de esta cumbre. Hace ya una semana que los representantes de casi 200 países de todo el mundo trabajan a contrarreloj para avanzar hacia acuerdos concretos en materia de mitigación (es decir, recortar emisiones), adaptación (preparar las ciudades, los cultivos, así como otros espacios humanos, para soportar el avance de la crisis climática) y pérdidas y daños (donde se está estudiando cómo ayudar a las grandes víctimas del caos climático). Los primeros borradores de los acuerdos, así como del famoso 'Global stocktake', muestran avances significativos en estas tres áreas. Aunque, eso sí, hay quien define el texto como "demasiado corto, breve y escurridizo" como para que pueda tener un impacto real. 

La cumbre encara su semana final de negociaciones con muchos temas por resolver, pero grandes esperanzas de cara al pacto final

Todas las expectativas están puestas en los próximos días. Pues, según indica el calendario, este viernes debería empezar la recta final de las negociaciones de esta cumbre y el martes que viene, día 12, debería rubricarse por unanimidad el acuerdo final de Dubái. Por el momento, no hay nada asegurado.

Europa, por ejemplo, está reclamando reforzar aún más el lenguaje contra los combustibles fósiles y a favor de acelerar la transición energética. Mientras, países como Arabia Saudita y la India se muestran descontentos ante la demanda de eliminar rápidamente fuentes de energía como el carbón, el petróleo y el gas ya que, según argumentan, supondría algo "traumático" para su economía. Las pequeñas islas amenazadas por el aumento del nivel del mar, por su parte, están presionando para que se cumplan los acuerdos para sufragar las pérdidas y daños de la crisis climática en los territorios más vulnerables al caos climático. 

Ciudad de contradicciones

El debate sobre cómo abordar la crisis climática impregna las casi 500 hectáreas que ocupan las instalaciones de 'Expo city', un conjunto de pabellones ideados para una especie de 'exposición universal' que se inauguró hace un par de años y que ahora acoge esta última edición de la cumbre del clima. Pero más allá de las paredes de este recinto, la metrópolis emiratí vive ajena a esta discusión. "Lo único que ha cambiado desde el inicio de la cumbre es que hay más gente, más tráfico y cuesta más encontrar un sitio para cenar en un restaurante", explica un residente, quien corrobora de primera mano el impacto de la llegada de los más de 100.000 inscritos a esta cumbre. "Aquí en Dubái, la sostenibilidad es más una 'marca' que una lucha. Es algo que se utiliza para cobrarte un café más caro, pero no para impulsar debates políticos y sociales", añade. 

La llegada de los asistentes a la cumbre colapsa la ciudad, aumenta el tráfico y llena los restaurantes

Y es que Dubái es, en sí misma, una ciudad plagada de contradicciones. También en el terreno climático. Mientras en Barcelona, por ejemplo, se levanta el debate sobre si es ético abrir pistas de hielo en un momento de sequía, en la desértica ciudad de Dubái ya es costumbre por estas fechas citarse para patinar sobre gigantescas pistas de hielo. Y mientras que en España ya hay normativas de ahorro energético para regular la temperatura de los edificios, en la calurosa Dubái e recomienda llevar siempre una chaqueta encima para soportar el aire helado que se respira en el interior de los locales. Y mientras en gran parte de Europa se abre el debate sobre hasta qué punto debemos invertir en reconstruir las playas alteradas por la crisis climática, en un lugar como Dubái se construyen lujosas islas artificiales para ganarle terreno al mar

Muchas de estas acciones (por no decir todas) serían impensables en otras partes del mundo donde la lucha contra la crisis climática levanta cada vez más conciencias y, a su vez, incide en la formulación de políticas públicas. Pero, aún así, contra todo pronóstico, Dubái se está convirtiendo en el epicentro de la esperanza climática. Sobre todo ahora que las negociaciones de la cumbre del clima encaran su recta final y que, al menos por ahora, todo apunta a que podrían zanjarse con un acuerdo clave en la lucha contra el caos climático. O al menos eso es lo que se rumorea este jueves en medio del frenesí de la gran y contradictoria Dubái. Solo el tiempo dirá si, más allá de las promesas, esta cumbre concluye con un mensaje realmente esperanzador o si todo se queda en humo.