Aridificación del territorio

Los climas esteparios avanzan en España

Los climas secos han duplicado su extensión en España desde 1950. Si entonces se limitaban prácticamente al sureste peninsular y zonas del valle del Ebro como los Monegros, más los tradicionales enclaves canarios, ahora su extensión supera los 100.000 kilómetros cuadrados

Área de Los Monegros, en Aragón

Área de Los Monegros, en Aragón

Antonio Madridejos

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El territorio con clima seco ha pasado de constituir el 10,4% de la superficie de España en 1950 al 21,6% de la actualidad, más del doble, una alarmante constatación de los nuevos tiempos y los nuevos paisajes que se avecinan. Según un pormenorizado estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) elaborado a partir de la información que se conserva en el Banco Nacional de Datos Climatológicos, el crecimiento medio anual ha sido de 1.510 kilómetros cuadrados, lo que significa que cada cinco años una superficie equivalente a la provincia de Barcelona ha dejado de ser de clima templado y ha pasado a ser de clima seco (árido o semiárido), según la clasificación de Köppen, el sistema más habitual para ordenar los climas del mundo.

Como recuerda Rubén del Campo, portavoz de la Aemet, este avance «progresivo y estadísticamente significativo» es el lógico resultado del notable aumento de las temperaturas que España ha experimentado en las últimas décadas, con una media de 1,4 grados desde 1950, por encima del promedio planetario, y el retroceso de las precipitaciones, un fenómeno menos marcado e irregular pero también apreciable, del orden de 12 milímetros por década. 

Pese a sus limitaciones, la clasificación de Köppen, que recibe el nombre de su creador, el geógrafo ruso de origen alemán Wladimir Köppen (1864-1950), se emplea ampliamente en los manuales de climatología y hasta en los libros de texto para tener un primer acercamiento a los climas mundiales. En líneas generales, consta de una letra inicial en mayúsculas que identifica los grandes grupos (A/tropical, B/seco), C/templado, D/continental y E/polar) y dos minúsculas posteriores que indican subclimas a partir de las lluvias y la temperatura.

Por poner unos ejemplos, Almería y Las Palmas, las capitales provinciales con menos precipitaciones de España, tienen según Köppen un clima BWh (árido cálido), el mismo que Phoenix o El Cairo, mientras que a Bilbao o Vigo les corresponde un Cfb (oceánico templado con verano suave), como Ámsterdam, Dublín o Auckland, y a Barcelona y Málaga se les asigna un Csa (mediterráneo con verano cálido), al igual que Jerusalén, Roma o Los Ángeles. 

A partir de los datos de centenares de estaciones meteorológicas con series prolongadas, «y utilizando técnicas geoestadísticas que tienen en cuenta características tales como la latitud, longitud, altitud y la distancia al mar, se elabora una rejilla sobre el territorio peninsular con una resolución de 1x1 kilómetros», precisa Del Campo. Luego se hacen medias móviles de 30 años, el periodo recomendable para poder extraer conclusiones.

Según el estudio, encabezado por Andrés Chazarra y otros especialistas de la Aemet, el principal cambio observado entre 1950 y 2021 afecta a territorios que antiguamente eran considerados de climas templados (C) y se han transformado en climas secos (B) al haber caído su pluviometría anual por debajo de 500 mm. Atendiendo al paisaje natural, es el triunfo de las estepas sobre los bosques mediterráneos. «La mayor evaporación que se produce como consecuencia del aumento térmico, al no estar compensada por un aumento de las precipitaciones, que incluso han descendido ligeramente, da lugar a una disminución del agua disponible para las plantas», advierte el análisis. 

Los climas áridos se han instalado en las últimas décadas en amplias zonas de Castilla-La Mancha, Badajoz, sur de Madrid, Andalucía oriental y valle del Ebro

La aridificación se ha acelerado en las últimas décadas y afecta a amplias zonas de Castilla-La Mancha (incluyendo las ciudades de Albacete, Ciudad Real y Toledo), Badajoz, sur de Madrid, Andalucía oriental y valle del Ebro (desde Zaragoza hasta el sur de Lleida), muchas de ellas curiosamente cubiertas por regadíos. También han experimentado un notable aumento las áreas del sureste que ya eran semiáridas hace 70 años y se han transformado en áridas (Bsh), siempre en las provincias de Alicante, Murcia y Almería, mientras que los desiertos (Bwh) han crecido en Canarias del 43% al 48% del territorio insular.

El principal afectado por estos cambios es el clima templado (C), tanto mediterráneo como atlántico e interior, que en el conjunto de España ha pasado de ocupar el 86,6% del territorio al 76%, con una pérdida media anual de 1.385 kilómetros cuadrados. El clima mediterráneo típico (Csa) pasa del 41% al 37% del total.

El análisis observa también que los climas fríos (D) se reducen prácticamente a la mitad a costa de los templados (C) y ya no se dan por debajo de 1.370 metros de altitud. En porcentaje del territorio, pasan del 2% a poco menos del 1%. Finalmente, los climas polares o de tundra (E), que durante los primeros años del periodo de estudio se localizaban de forma testimonial en las cumbres más altas de los Pirineos (más de 2.800 metros de altitud), desaparecieron completamente a mediados de la década de 1990.

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