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Mar Alarcón: La emprendedora abonada a la revolución permanente

Entrevista con una de las 50 mujeres europeas más influyentes del mundo, la cofundadora de Social Car, Mar Alarcón

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Gabriel Ubieto

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En la pared de las oficinas de una de las 50 europeas más influyentes del mundo luce una frase de uno de los líderes comunistas más influyentes de la historia. No es de Leon Trotsky, por mucho que Mar Alarcón Batlle (Barcelona, 1975), cofundadora de Social Car tenga grabada en su ADN la idea de la revolución permanente. "No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato". Esta cita, del líder de la República China Deng Xiaoping, decora una de las paredes en las oficinas de esta empresa barcelonesa.  

"Fue una figura que transformó China y cambió la mentalidad de todo un país. Mi filosofía es que las cosas tienen que funcionar y para que funcionen tienen que cambiar", reflexiona Alarcón. Esta empresaria barcelonesa define el cambio como su 'zona de confort' y, pese a que actualmente gestiona con éxito Social Car, la respuesta instintiva a la pregunta de si en 10 años seguirá en la misma empresa es automática: "No creo".

La vida personal y empresarial de Mar Alarcón es prácticamente indisociable y se resume, como diría el antecesor de Deng Xiaoping, en "grandes saltos adelante". Tras varios años en el prestigioso bufete de abogados Cuatrecasas, donde conoce a su pareja de toda la vida -"mi alter ego", como le define- salta a Londres. Aburrida de un trabajo que define como repetitivo, se marchan juntos a la capital británica donde se especializa en inversiones en Asia. No pasa mucho tiempo hasta que convence a su ya entonces marido y dan su segundo gran salto adelante: Pekín.

"Intenso" es el adjetivo con el que reiteradamente recuerda Mar Alarcón, con un tono muy cariñoso, su paso por la megalópolis china. A diferencia de otros occidentales, esta barcelonesa se lanza a hacer suyo el día a día de la ciudad, aprende el idioma y se empapa de la experiencia. Acaba al año su beca en el Grammen Bank, en Dhaka, Bangladesh, del premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus. "Allí aprendí que los negocios sociales son posibles". Igualdad de oportunidades, retorno social y éxito empresarial son los pilares con los que define su filosofía.

El resto de frases que decoran la oficina de Social Car, una plataforma que conecta gente que tiene un coche que no usa y se lo alquila a gente que lo necesita, dan prueba de ello. En una pared hay una de Steve Jobs, "por su creatividad e innovación", otra de Richard Brandson, "un emprendedor de referencia", y Warren Buffet, "porque es importante ganar dinero, pero creando valor".

En China crea junto a su esposo y socio, a los 30 años, la empresa de energías renovables 'Social Energy'. La levanta, hace que funcione y en menos de dos años da el que ha sido hasta ahora su último "gran salto adelante". Regresa a Barcelona, donde crea Social Car y una familia. Tiene tres hijos, a los que les estimula la máxima creatividad, que es lo que, para ella, define la etiqueta de emprendedor. En el 2018 Social Car facturó alrededor de 2 millones de euros, tiene 250.000 usuarios y 20.000 vehículos. "Aquí ya no soy emprendedora, sino empresaria", reflexiona, para luego explicar el siguiente proyecto que acaba de empezar: una consultora de políticas públicas. ¿El denominador común? La revolución permanente.