El proyecto Radars se extiende a 53 barrios de Barcelona

En cada barrio, una red vecinal efectúa el seguimiento de las personas mayores que viven solas y avisa a los servicios sociales en caso de que haya alguna anomalía en su conducta

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EL PERIÓDICO / BARCELONA

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Vecindario, farmacias, comerciantes y personal voluntario se fijan en la vida cotidiana de los vecinos y las vecinas de más edad del barrio y actúan como radares para poder avisar en caso de detectar algún cambio de rutina. El proyecto Radars, creado en el año 2008 en Gràcia, se consolida ahora en 35 barrios de Barcelona y llegará a 53 dentro de dos años.

La iniciativa contribuye a reducir el riesgo de aislamiento y exclusión social de las personas mayores que viven solas y a paliar la soledad no deseada. A los miembros de la comunidad se les facilita un número de teléfono del centro de servicios sociales y una dirección de correo electrónico para que puedan comunicar cualquier incidencia o anomalía. El equipo de servicios sociales de cada barrio interviene, en caso de ser necesario, coordinándose previamente con la red del barrio. El proceso se completa con el apoyo de la plataforma de seguimiento telefónico de cada barrio, desde la cual los voluntarios efectúan un seguimiento con llamadas personales.

VIVIR EN CASA

La prioridad es que las personas mayores puedan seguir viviendo en su casa y disfrutando de bienestar. Se calcula que, en Barcelona, una de cada tres personas de más de 75 años vive sola. La complicidad del entorno es esencial, puesto que, según la te la teniente de alcaldía de Derechos SocialesLaia Ortiz, “es imposible que funcione un proyecto como este sin la red vecinal”.

Una de las voluntarias del proyecto en Can BaróNúria Toran, ha recalcado la importancia del cuidado comunitario. “Antes todos nos conocíamos, y cuando pasabas unos días sin ver a alguien, enseguida pasabas por su casa para comprobar si estaba bien o si necesitaba algo”, ha recordado Toran, que ha añadido que “la idea del proyecto es volver a la vida de pueblo, de comunidad, más humanizada y cuidando los unos de los otros”.

Para poder ampliar el proyecto a más barrios es necesario implicar a más personal voluntario. Por eso, en las nuevas zonas de implementación, se empezará con la tarea de sensibilización, difusión y de adhesión. “No podemos limitarnos a aumentar el presupuesto. Hacer crecer el proyecto requiere más ciudadanía activa implicada”, ha recordado Ortiz. La inversión de Radars prevista para el próximo bienio es de 385.000 euros anuales.

LLAMADAS QUE CAMBIAN LA VIDA

En cada nuevo barrio donde se ponga en marcha el proyecto se articulará una nueva plataforma de seguimiento telefónico. “La soledad malmete la autoestima de las personas mayores que viven solas. A mí, las llamadas me cambiaban la vida.” Reflexiones como estas salen de personas beneficiarias del proyecto, como Maria Àngels Chavarría, de 76 años y usuaria de Radars, que hace dos años se rompió el hombro y, como vivía sola, se sintió muy desamparada.

Además de las llamadas, recibe visitas a domicilio de una chica voluntaria. Núria Toran explica que el equipo en Can Baró está formado por hay unos treinta usuarios y somos cuatro voluntarias" y ha detallado que se reparten "las llamadas y cada quince días los telefoneamos, pero siempre llama la misma voluntaria a los mismos usuarios para poder crear vínculos personales”.