Lotería de Navidad: Doña Manolita tiene una maldición encima que es poco conocida

Es, junto con La Bruixa d'Or de Sort (Pallars Sobirà, Lleida), la administración que más décimos de Lotería de Navidad vende de toda España. Y, por tanto, ambas son las que reparten más premios.

Hablamos de Doña Manolita, la histórica administración situada en pleno centro de Madrid, al lado de Callao. Doña Manolita -sí, ese es el nombre de la primera propietaria, Manuela de Pablo- abrió su primer negocio en la calle Hortaleza de Madrid, un estanco.

Pero no fue hasta 1904, con 25 años, cuando doña Manolita abrió la Administración número 67 en la calle San Bernardo de la capital del Estado. Empezó a repartir premios con bastante frecuencia, lo que le permitió expandir el negocio y, sobre todo, ganar solera. En más de un siglo, ha repartido el Gordo más de 76 veces.

Recuerda que, para saber si tu décimo ha sido premiado, el día 22 de diciembre puedes consultar el premio en este enlace.

Historia

Manolita murió en 1951 con 72 años. Pero pese a su ausencia, las largas colas, ahora en la calle del Carmen 22 de Madrid, ya forman parte de la historia de la lotería de este país. E incluso su nombre aparece en la canción interpretada por Ana Belén 'A la sombra de un león', dedicada a la diosa Cibeles: "Compró suerte en doña Manolita". Manolita siempre conseguía colas kilométricas, tanto en el viejo local de san Bernardo, como en el de Gran vía que abrió en 1931. Y ahora, en la citada calle del Carmen.

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Colas similares -aunque no tan largas- pueden verse también en los meses de verano: los responsables de la administración explican que es costumbre que muchas personas se acerquen durante los meses de julio y agosto a comprar décimos para el sorteo de Navidad para "llevar a los pueblos".

Sin embargo, como todo mito, también tiene una maldición. Los vendedores de la administración compran año tras año números de la lotería, pero nunca les ha tocado el Gordo. Esa es la maldición de los loteros más famosos de Madrid: que reparten suerte a espuertas, pero no se quedan nada para ellos.