NBA
La reválida de Westbrook
El competitivo base de los Thunder se corona por segundo año consecutivo MVP del 'All Star'
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
IDOYA NOAIN / NUEVA YORK
La del domingo era la noche de Kobe Bryant, la del tributo y el homenaje, la del último All Star de una de las estrellas que más ha vibrado y ha hecho vibrar la NBA en las dos últimas décadas. Lo fue, pero acabó siendo también la noche de identificar relevos, de mirar hacia el futuro, y en ese horizonte se ha ganado un lugar especial Russell Westbrook, el base de los Oklahoma City Thunder, nombrado por segundo año consecutivo MVP del partido de las estrellas tras la victoria del equipo de la Conferencia Oeste por 196-173, un récord de anotación.
El doblete es un hito que no se producía desde 1958 y 1959, cuando lo consiguió Bob Petit (el segundo año en un reconocimiento compartido con Elgin Baylor). Y es testamento no solo de los 31 puntos, ocho rebotes, cinco asistencias y cinco robos que dejó Westbrook en su quinta aparición en el partido de las estrellas (la primera como titular) sino del fenomenal talento de uno de los más jugadores más atléticos de la liga; mezcla de furia, intensidad y determinación; atacante sin compasión de la canasta y con un don para rematar en el aro.
"SANGRE MAMBA"
En muchos aspectos el juego de Westbrook no podía ser más distinto del de Bryant, pero les une el espíritu irredento por la competición. Y el laker lleva tiempo viendo esa conexión con el joven californiano de 27 años y 1,91 metros. Allá por 2013 Bryant tuiteó que Westbrook tenía, como él, “sangre mamba en sus venas”, un año después aseguró que era lo más cercano a él en términos de intensidad y en 2015 declaró: “Juega duro, como lo hacía yo”.
Bryant no es el único que ve el talento o que se maravilla, especialmente ante un jugador que entre 2013 y 2014 tuvo que someterse a tres operaciones en la rodilla derecha pero regresó reforzado a la competición y esta temporada lleva de media 24,1 puntos, 10 asistencias y 7,6 rebotes. “Tras tres cirugías no ha perdido un paso, de hecho, ha ganado uno, dos o tres”, decía LeBron James tras el partido, en el que el pacer Paul George fue el máximo anotador con 41 puntos (incluyendo un récord de nueve triples). “Es uno de los tipos más atléticos que ha visto la NBA, es un talento fenomenal, no te cruzas a con jugadores así en la liga a menudo”.
EL ÉXITO DE LA DISCIPLINA
La de Westbrook es una de esas historias de éxito logrado a base de trabajo y de disciplina, el triunfo de un chico de familia humilde nacido en Long Beach (California) y criado en Hawthorne al que su padre llevaba a practicar en parques y gimnasios y sometía a entrenamientos casi militares, inculcándole la idea de que debía pelear duro para lograr lo que quisiera. Y la idea se le grabó.
No fue uno de esos talentos tempranísimos, sino uno que se construyó a sí mismo, y alguna vez lo ha reconocido. “Nunca pensé que jugaría en la NBA –le dijo el año pasado a Bleacher Report--. Mucha gente que está en la liga empezó a ser buena a los 8 años. Yo no fui bueno hasta los 17”.
Tras su paso por UCLA entró en la NBA en 2008, cuarto elegido en el draft por los Seattle SuperSonics que mutarían en los Oklahoma City Thunder. Y desde entonces, y pese a la cirugía, el despliegue del fenómeno, capaz de brillar en el mismo equipo en el que juega Kevin Durant y de dejar grandes actuaciones que en la temporada 2014-2015 le ganaron el apodo de “triple doble andante”.
Este fin de semana no solo ha desplegado la potencia que acostumbra, sino también una alegría que no suele mostrar en la cancha. “Solo quería salir ahí fuera y disfrutar, bailar un poco, sonreír”, explicaría. Vaya si lo hizo. Eso y más.
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