LOS 92 DEL 92
Javier Bordas: El sueño (olímpico) de las largas noches de verano
Fue el artífice de las carpas que ese verano causaron sensación en la zona alta. En el cierre de los JJOO atrajeron a más de 10.000 personas, desde organizadores a deportistas
Patricia Castán
Periodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Patricia Castán
La euforia olímpica se tradujo en 1992 en largas y hedonistas noches de verano en que Barcelona vibraba. Todo el mundo tenía la sensación de vivir un momento único, un punto de inflexión para la capital catalana, y lo celebraba con muchos brindis. Que se lo digan a Javier Bordas, entonces joven empresario que junto a su hermano había impulsado el sello de ocio Costa Este y ya sabía lo que era el éxito con fenómenos como las carpas de La Chatarra, en la zona alta.
Pero en el 92 tocó trasladarlas a la zona universitaria, cerca del Club de Polo, donde se vivió un verano único. A los incondicionales del ocio a la fresca se sumó la legión olímpica. El entonces príncipe Felipe ya se dejó caer antes de comenzar los Juegos, al que luego siguieron miembros del Comité Olímpico y muchos deportistas tan pronto lograban medalla, como Fermín Cacho (medalla de oro en 1.500 metros) o se apeaban de la competición. La mezcla de medallistas y famosos marcó un verano de color, donde acaso el príncipe Alberto de Mónaco fue uno de los noctámbulos más entregados, rememora.
Traca final
«El último día de los JJOO enviamos un fax a la organización invitando a todo el mundo a celebrarlo en las carpas y fue un éxito total, durante toda la noche vinieron más de 10.000 personas», recuerda Bordas. Eran tiempos en los que un cubata costaba 800 pesetas (o 900, si era con bebida premium) y el consumo andaba disparado, muy por encima del raquítico promedio que pueden permitirse muchos jóvenes hoy en día.
Por la fastuosa carpa Johnnie Walker (se dividían por marcas) desfilaban la mayoría de vips. Eran tiempos dulces, también muy regados de martini con limón y malibú con piña. Yde mayor complicidad entre el ayuntamiento y los sectores económicos. Costa Este se mantiene hoy a la cabeza del ocio nocturno barcelonés, con locales como Opium Mar. Y el gusanillo deportivo acabó llevando al empresario por un tiempo a la directiva del Barça.
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