Desigualdad de género

La ONU reconoce que "ha dejado atrás" a las mujeres más vulnerables en todo el mundo

"Debemos hacer frente a quienes atacan los derechos sexuales y reproductivos", dice a EL PERIÓDICO el director adjunto del Fondo de Población de Naciones Unidas, Andrew Saberton

Manifestantes a favor del aborto frente al Tribunal Supremo de EEUU

Manifestantes a favor del aborto frente al Tribunal Supremo de EEUU / Reuters / EVELYN HOCKSTEIN

Irene Benedicto

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Hasta donde parece que hay progreso, en realidad solo lo es para los más privilegiados. Esta es la principal conclusión del nuevo informe de la ONU sobre los derechos reproductivos y sexuales. El aumento de las desigualdades, alimentadas por el racismo y el creciente abismo entre ricos y pobres, tienen un alarmante sesgo de género: "Hemos dejado atrás a las mujeres más marginadas y discriminadas", admite a EL PERIÓDICO el director adjunto del Fondo de Población de Naciones Unidas, Andrew Saberton.

Más de 800 mujeres mueren cada día dando a luz, un dato que no ha cambiado desde 2016. Una de cada cuatro mujeres no puede decir que no al sexo forzoso dentro de un matrimonio o pareja, una de cada diez no puede tomar sus propias decisiones sobre quedarse embarazada o el uso de anticonceptivos, y en el 40% de países --de los que la ONU tiene datos-- los derechos de las mujeres están retrocediendo de forma alarmante. 

Hace 30 años, en una conferencia celebrada en El Cairo, 179 países se comprometieron a priorizar el avance de los derechos sexuales y reproductivos. Desde entonces, el número de mujeres que utilizan anticonceptivos se duplicó, al menos 162 países promulgaron leyes contra la violencia doméstica, y la mortalidad materna bajó al principio, hasta estancarse hace casi una década.

El optimismo dio lugar a autocomplacencia y la ONU admite ahora negligencia por haber medido sólo en términos absolutos un progreso que estaba tan matizado que, de facto, no ha sido progreso para gran parte de la población mundial. "Hemos fallado a la hora de abordar las desigualdades", reconoce Saberton en una entrevista con EL PERIÓDICO tras conocerse el informe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA). 

"El progreso lo han hecho esos países e individuos que estaban en una posición de partida mucho mejor mientras que los que estaban en peores condiciones, marginalizados hace 30 años, no han progresado en absoluto de igual manera", explica el directivo de la ONU, que se muestra "preocupado" ante los desoladores hallazgos del informe que elaboró su equipo. 

El cuerpo de la mujer como "campo de batalla" política

La ONU advierte de que los cuerpos de las mujeres se han convertido en "campo de batalla" política, lo que hace peligrar los avances de las últimas décadas. Esto incluye la mutilación genital femenina, que aumentó un 15% en el mundo desde 2016. Es el caso de Gambia, donde el Parlamento está examinando un proyecto de ley para levantar su prohibición

Pero África no es el único lugar donde hay una regresión de derechos de las mujeres. También EEUU es un ejemplo de ello, después de la derogación del marco legal que protegía el derecho al aborto a nivel federal, y que haya quedado en manos de cada estado. Con las elecciones presidenciales en noviembre de este año, el aborto se ha convertido en moneda de cambio en plena campaña.

"Debemos hacer frente a quienes atacan los derechos sexuales y reproductivos", especialmente en países donde esos movimientos están "muy bien financiados y muy bien organizados", dice Saberton.

Las mujeres afrodescendientes e indígenas son las más vulnerables, también en países de Occidente, donde están sujetas a más barreras para el acceso a la sanidad que sus contrapartes blancas. En EEUU, una mujer tiene siete veces más probabilidades de morir durante el embarazo, parto y postparto que en España, una estadística que disparan las mujeres afroamericanas e indígenas, cuya tasa de mortalidad es cuatro veces superior a la ya fatídica media nacional. 

Ningún país ha cumplido con sus objetivos de El Cairo, ni siquiera los países más ricos donde comunidades enteras no están percibiendo de forma alguna los beneficios que reflejan las cifras nacionales. "Tenemos que reformar los sistemas sociales y de salud", añade Saberton, que apuesta por organizaciones lideradas por mujeres y que estén más vinculadas al pueblo llano, en contraste a directivos despegados de la realidad. Desde la ONU, también piden a los gobiernos que se involucren en una cruzada en la que ellos solo pueden poner las cifras sobre la mesa. Datos que han sido deficientes en las últimas tres décadas y que solo ahora sacan a relucir unas desigualdades abismales. Por eso, desde Naciones Unidas se comprometen a analizar a partir de ahora el acceso desigual a la sanidad por razones de raza, etnia, idioma, religión, indigencia, estatus de migrante o refugiado, y para la comunidad LGBTQA+.