Entender más

El dengue se extiende por América Latina de la mano del cambio climático

Pánico en Argentina por una epidemia de dengue histórica que ya ha matado a 130 personas

Pacientes con síntomas de dengue esperan a ser atendidos en un hospital de Buenos Aires.

Pacientes con síntomas de dengue esperan a ser atendidos en un hospital de Buenos Aires. / NATACHA PISARENKO / AP

Abel Gilbert

Abel Gilbert

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tienen motas blancas en sus patitas y se reproducen en recipientes, macetas, neumáticos desechados, sumideros y otros trastos donde ha quedado el agua. Entran en acción cuando sale y huye el sol. El Aedes aegypti, un mosquito originario de África, sobrevuela el aire de una Latinoamérica cada vez más tropicalizada. Porta la amenaza del dengue que ha infectado en el primer cuatrimestre de 2023 la misma cantidad de personas que el año pasado: 4,6 millones. Se han reportado más de 1500 casos letales. La expansión del zancudo más allá de la temporada estival y en proporciones inéditas es hija del cambio climático y vuelve a poner a los estados de la región frente a nuevos desafíos sanitarios.

Aedes aegypti, el mosquito que transmite dengue.

Aedes aegypti, el mosquito que transmite dengue. / AFP / LUIS ROBAYO

 El dengue es considerado una enfermedad endémica y provoca los colapsos de los hospitales y clínicas de algunos países. Tres cuartas partes de los hombres y mujeres infectados no presentan síntomas. Los otros pueden padecer una fiebre alta, dolores más intolerables en las articulaciones y otras situaciones graves que obliga a tratarlos con transfusiones de sangre y líquidos intravenosos. La tasa de mortalidad varía entre el 5% y el 15% según la premura con que intervino la medicina. Brasil es el país con más infectados (81%), seguido por Paraguay (6%), Argentina (3,4%), Perú (2,6%) y Colombia (2,2%). El gigante sudamericano concentra el 92% de los casos y el 87% de los decesos. Este mosquito trasmisor zumba su canción del peligro también en México, Puerto Rico, Perú, Costa Rica, Guatemala e incluso en un país como Uruguay que desconocía su existencia.

 El Aedes aegypti no solo transmite el dengue, sino otras enfermedades como el Zika y el chikungunya. El modo en que está circulando ha encendido alarmas. En un reciente evento científico realizado en Río de Janeiro, con la participación de especialistas en arbovirus de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se estimó que los casos han aumentado un 237% y la situación puede empeorar mucho.

El factor climático

 "El aumento de las temperaturas y la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos como olas de calor, sequías intensas - que llevan a la población a almacenar agua de forma inadecuada - y tormentas e inundaciones pueden aumentar la proliferación del mosquito vector", reconoció el director de la OPS, Jarbas Barbosa. Los fenómenos de El Niño y La Niña, hijos a su vez de estas transformaciones negativas, tienden a agravar las circunstancias. A mayor calor, el virus requiere menos tiempo de incubación. "Casi el 80% de los criaderos de mosquitos están en las casas de las personas o en las cercanías", señaló Barbosa. Patios, azoteas, calles y parques. La meteorología y los malos hábitos juegan en contra de las sociedades. Las barriadas más pobres de una región donde 183 millones de personas se encuentran bajo esa condición, carecen a veces de agua potable o infraestructura de saneamiento adecuada, son las más expuestas a estas picaduras, pero no las únicas.

 Javier Souza Casadinho, coordinador regional de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina (Rapal), advierte sobre el modo en que las adversidades se retroalimentan. La modificación del clima, con el incremento de las temperaturas y las condiciones de humedad propicias para el desarrollo de todas las fases del insecto, desde el adulto a las larvas y huevos, no es ajena a los desmontes. El uso de agrotóxicos afecta también el hábitat de los predadores naturales del mosquito, como los batracios y culebras. Salud, economía y medioambiente son, por lo tanto, desafíos interconectados, según Souza Casadinho: un modelo agrícola basado en la utilización de combustibles fósiles, fertilizantes y plaguicidas, generan un tercio de los gases responsables del efecto invernadero. La quema de árboles incide en la pérdida de biodiversidad. El uso intensivo de plaguicidas mata al zancudo pero, a la vez, los hace más resistentes. Los especialistas han detectado que el Aedes aegypti experimenta modificaciones en su constitución genética que le permiten vivir y multiplicarse a menores temperaturas. "El insecto ha mutado", reconoce el infectólogo argentino, Rogelio Pizzi. Por lo tanto, ni el otoño ni el invierno "mitigarán el peligro del virus".

La cuestión pública

Brasil optó por vacunar a unos cuatro millones de niños y adolescentes con la vacuna QDenga. Daniel Salas, gerente ejecutivo del programa especial de inmunización integral de la OPS, sostiene que la inoculación existente no puede doblegar la epidemia porque "tiene un alcance limitado".El organismo señala al respecto que se necesitan ocho años de vacunación para poder tener un impacto importante en la transmisión del virus.

El Gobierno argentino ha descartado su uso y también se abstuvo de orientar a una sociedad que entró en pánico por los niveles de infección y los más de 160 muertos. La administración de ultraderecha dejó que sea el mercado el mecanismo de abordaje de la epidemia. Las vacunas se consiguen en farmacias a precios astronómicos frente a la indiferencia estatal. Los precios de los repelentes aumentaron un 300% y se agotaron. El ministro de salud capitalino, Fernán Quirós, recomendó los repelentes caseros y evitar la exposición al aire libre. El presidente Javier Milei ordenó más tarde una apertura temporal de las importaciones. Los argentinos se protegen con aerosoles polacos, cuando los consiguen.

Suscríbete para seguir leyendo