Represalias de Irán contra Israel

Crónica desde Jerusalén: Tras una noche de cuchillos largos, la vida vuelve a la normalidad

"Yo me quedé en la cama viéndolo por la televisión. Somos un país fuerte, así que asumí que estaba todo controlado", explica a EL PERIÓDICO un comerciante judío de la parte occidental de la ciudad

Directo | Última hora y reacciones del ataque de Irán contra Israel

Un hombre lee en la terraza de un café de Jerusalén, este domingo, tras el ataque sin precedentes de Irán de la pasada noche.

Un hombre lee en la terraza de un café de Jerusalén, este domingo, tras el ataque sin precedentes de Irán de la pasada noche. / RONALDO SCHEMIDT / AFP

Ricardo Mir de Francia

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Después de una noche de cuchillos largos sobre los cielos de Israel, la vida ha vuelto rápidamente a la normalidad en las calles del país. Ni el insólito ataque de Irán ni la preocupación que recorre el mundo ante el riesgo de una confrontación directa entre los dos países más beligerantes de la región ha alterado el pulso habitual. Un hecho al que ha ayudado sin duda el éxito del Ejército y sus aliados en interceptar casi todos los drones y misiles lanzados por la República Islámica durante la noche. En ciudades como Jerusalén los tranvías y el resto de transporte público funcionan con normalidad desde primera hora de la mañana. Han abierto comercios y bancos. Hay músicos callejeros en algunas esquinas. Y hasta el espacio aéreo reabrió solo siete horas después de que las estelas rojas de los interceptores circundaran la noche derribando las centenares de amenazas.

Las represalias de Irán al ataque contra su consulado en Damasco se esperaban desde hace más de una semana e Israel advirtió a la población de que los misiles estaban de camino horas antes de que penetraran en sus espacio aéreo. "Yo me quedé en la cama viéndolo por la televisión", decía Doron, un comerciante judío de Jerusalén Oeste. "Somos un país fuerte y tenemos la tecnología más avanzada para defendernos. Los misiles tardaron siete horas en llegar, así que asumí que estaba todo controlado". Otros siguieron las recomendaciones y se resguardaron en los refugios o los cuartos seguros de sus viviendas. "Estaba en mi apartamento durmiendo cuando me despertaron las sirenas. Me entró un poco de miedo porque estaba sola, así que me fui al refugio", contaba Tirtsa Gil desde una cafetería, libro en mano y ensalada en el plato.

Varios pasajeros se apean del tranvía en Jerusalén, este domingo.

Varios pasajeros se apean del tranvía en Jerusalén, este domingo. / MENAHEM KAHANA / AFP

"Sabíamos que algo iba a pasar y estos días ha habido una atmósfera un poco tensa. No tomé ninguna medida porque creo en Dios, estamos en sus manos", añadió esta judía israelí, que se define como conservadora y que perdió a cuatro de sus amigos el 7 de octubre, asesinados por Hamás en el festival Nova. "Creo en la paz pero no con los palestinos. Son unos animales, no me fío de ellos", dice expresando una opinión extendida en una sociedad que ha deshumanizado hasta el extremo al mismo pueblo que ocupa militarmente y expulsa gradualmente de sus tierras desde hace más de medio siglo. Las únicas actividades que permanecen suspendidas son las educativas. Clases universitarias, exámenes o campamentos porque los niños comenzaban este lunes sus vacaciones de la Pascua judía.

¿Atacar o guardar la ropa?

También en el otro lado de la ciudad, en el oriente palestino, se quitaba hierro a lo sucedido. "Me pasé la noche viendo dos partidos de la liga española", decía Rami, un taxista. "No me asusté para nada, estamos muy acostumbrados, he visto demasiadas cosas a estas alturas". Muchos no querían hablar en la Jerusalén ocupada. Es peligroso para cualquier árabe expresar una opinión medianamente política estos días, tengan o no la ciudadanía israelí. Centenares de árabes-israelíes y palestinos de Jerusalén han sido arrestados desde el 7 de octubre, despedidos de sus empleos o expulsados de la universidad por mostrar la más mínima empatía con la población de Gaza.

La cuestión que todo el mundo tiene ahora en mente es qué hará Israel. "De momento deberíamos esperar a ver cómo transcurren los acontecimientos. Tenemos demasiados problemas para meternos en otra guerra", decía Doron a las puertas de su tienda junto al Ayuntamiento de Jerusalén. Otros simplemente no sabían. "Es complicado y la policía no es lo mío", respondió Gil, la estudiante, que desconocía que Israel atacó hace dos semanas el consulado iraní en Damasco.

Frenar a Irán

Otros, en cambio, dijeron que Israel no puede obviar la respuesta iraní, más osada y masiva de lo que muchos esperaban. "Esta vez la reacción de nuestro Ejército fue impecable, pero el mundo entero debe frenar a Irán porque son la fuente del terrorismo que nos quiere destruir", decía Sharon Blumberg, de 47 años, mientras comía junto a su hija Tayla. Blumberg se define como parte del movimiento nacional-religioso, el paraguas que engloba a los colonos.

Más explícito fue Isaac, votante del primer ministro Binyamin Netanyahu y "retirado" a sus 57 años. "Hay que atacar Irán y bombardearlo hasta acabar con ellos. Esta es una guerra existencial: o acabas con los musulmanes o acabarán contigo", afirmó sin que le atragantara el zumo de zanahoria con apio. "Bibi (Netanyahu) es la persona adecuada para estos tiempos. El mejor de Israel. No se deja avasallar por ningún país y es listo como un zorro", dijo antes de perderse por las calles soleadas de la ciudad.