Guerra en Ucrania

Rusia traslada a otra prisión al jubilado de Valencia apresado y torturado en Ucrania

La invasión rusa de Ucrania, en directo

Los intentos para lograr su liberación han fracasado y está en paradero desconocido 20 meses después de ser detenido por tropas rusas 

Mariano García Calatayud con material escolar solidario.

Mariano García Calatayud con material escolar solidario. / L-EMV

A. C. Alzira

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Mariano García Calatayud lleva casi 20 meses privado de libertad en las cárceles habilitadas por el ejército ruso para alojar a los prisioneros de la guerra de Ucrania. Hace casi un año que la milicia invasora le cambió de destino y nadie de su círculo más próximo sabe con exactitud dónde está ni el estado en el que se encuentra. Sus amigos presumen que fue trasladado a otra prisión en las zonas ocupadas por Rusia, pero carecen de corfirmación oficial. El exjefe de la brigada de obras del Ayuntamiento de Carlet (Valencia) tiene 75 años y sufre una enfermedad cardiaca. Todas las iniciativas puestas en marcha para lograr su liberación han fracasado y las peticiones lanzadas por Cruz Roja o Amnistía Internacional tampoco han sido atendidas.

El jubilado se marchó por amor en 2014 a Ucrania y acabó transformándose en un activista más frente a la ocupación rusaFue detenido el 19 de marzo de 2022 «con el fin de verificar la comisión de acciones destinadas a causar daño a la seguridad de la Federación Rusa en el curso de una operación militar especial», según admitió la Fiscalía Militar al abogado contratado por sus amigos ucranianos. Con posterioridad, fue trasladado «por funcionarios del Servicio Federal de Seguridad de Rusia» a una «institución del sistema penitenciario» habilitado por las tropas comandadas por Vladimir Putin.

Desde que fue detenido en una plaza de Jersón e introducido en un vehículo ni su esposa ucraniana ni ninguno de sus amigos han podido verle. Mucho menos su hermana y su hijo, que viven en España. Mariano García había adquirido cierto renombre como voluntario social en Ucrania. Llegó al país cuando Rusia culminaba su ofensiva para anexionarse Crimea y en ese entorno exhibió su carácter más altruista y humanitario. Allí era conocido como «Mario» ante la dificultad que representaba pronunciar su verdadero nombre. Ayudaba a familias necesitadas y repartía material escolar a menores afectados por la invasión. Tras declararse la guerra sus protestas contra la ocupación se acentuaron y se dejó fotografiar junto a grupos armados de combatientes. Esa exposición le puso en el punto de mira de los servicios de inteligencia rusos. Fue detenido y enviado a prisión.

Maltratado por los carceleros

Según los testimonios aportados por dos reclusos que lograron ser liberados tras compartir penurias con Mariano García en un recinto penitenciario de Simferópol, la capital de la península de Crimea, el valenciano fue sometido a constantes torturas y vejaciones por parte de sus carceleros. De acuerdo con su relato, presentaba múltiples hematomas y cicatrices. Había perdido parte de la dentadura a consecuencia de las torturas y fue atacado y mordido por los perros de los guardianes del presidio. Recibió descargas eléctricas y le robaron todo el dinero depositado en su cuenta bancaria.

Sus amigos ucranianos decidieron en febrero solicitar la colaboración del abogado Anatoly Fursov, cuya implicacion permitió confirmar el encarcelamiento, ya que hasta mediados de este año no había constatación oficial de su paradero. La fiscalía militar de la Flota Rusa en el Mar Negro admitió que estaba preso. Los responsables del Centro de Detención Número 2 de Simferópol, sin embargo, siempre se han negado a constatar que permaneciera en alguno de sus calabozos y rechazaban con rotundidad que nadie pudiera visitarle.

El mismo letrado averiguó después que, de acuerdo con la documentación oficial, el jubilado valenciano había cruzado la frontera de Crimea en dirección a Jersón a primeros de año. Se negaron a precisar si ese traslado obedecía a un deseo de liberarle o de trasladarle a otro recinto penitenciario. Los amigos sospechan que fue trasladado a Chongar, un pequeño pueblo situado a escasa distancia de la frontera. Y es ahí donde vuelve a perderse su pista.

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