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Destrucción en Gaza después de que Israel recupere el control en la zona fronteriza

Destrucción en Gaza después de que Israel recupere el control en la zona fronteriza. / Fatima Shbair / AP / VÍDEO: EFE

Andrea López-Tomàs

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La Franja de Gaza ha amanecido siendo otra. En el cuarto día de la guerra entre Israel y Hamás, al menos 830 palestinos han muerto por el bombardeo continuado de los aviones y drones israelís. Entre ellos, hay nueve periodistas y más de 140 niños. Unas 4.250 personas están siendo tratadas en los maltrechos hospitales del enclave. Al otro lado de la ahora más que nunca militarizada frontera, Israel empieza a enterrar a las más de un millar de víctimas mortales de los ataques de Hamás, mientras 4.250 son tratados por las heridas.

Con la guerra expandiéndose por la región, el reguero de sangre llega hasta la Cisjordania ocupada donde unos 17 palestinos han sido asesinados. La situación en el enclave palestino ya es de catástrofe con más de 187.518 palestinos que han huido de sus hogares según la agencia humanitaria de la ONU. El Ejército israelí ha aconsejado a los palestinos que abandonen la Franja de Gaza hacia Egipto en medio de la guerra para cerrar el paso horas después. Binyamín Netanyahu, primer ministro israelí, ha prometido que las represalias sobre Hamás "reverberarán durante generaciones".

Desde el castigado enclave, las únicas imágenes que llegan son de pura y constante desolación. Edificios residenciales enteros reducidos a escombros, gente corriendo entre los bombardeos buscando lo imposible: un refugio seguro. Los heridos se cuentan por miles. En Gaza, los servicios médicos tratan de salvar la vida de más de 4.000 personas en medio del bombardeo continuado. Además, por la noche, toda la franja sigue a oscuras, solo iluminada por la luz de las bombas. Desde el lunes, no hay electricidad ni internet bajo el "asedio total" impuesto por el Ejército israelí. Este martes las autoridades israelís también han cortado el suministro de agua al enclave. Más de 137.000 personas se han refugiado en unas 84 escuelas de las Naciones Unidas, aunque estas, junto a mezquitas y hospitales, también están siendo atacadas. De nada han servido las amenazas de Hamás de ejecutar a un rehén israelí por cada bombardeo israelí sin previo aviso. El Ejército israelí parece dispuesto a aplastar la resistencia palestina, cueste lo que cueste.

La magnitud de la catástrofe es inabarcable, aunque las cifras pueden empezar a dar indicios del vacío futuro que le espera a los habitantes de la Franja. Unos 168 edificios residenciales han sido demolidos por completo, lo que implica que más de un millar de hogares han dejado de existir desde el inicio del ataque el sábado. Además, otras 12.630 casas han sido parcialmente destruidas, incluidas 560 que se han quedado en condiciones inhabitables. "El cierre de los cruces, la prohibición del acceso de suministros médicos y la paralización de la central eléctrica advierten de una crisis humanitaria, sanitaria y medioambiental", ha dicho la oficina de prensa del gobierno de Gaza. El Ministerio de Salud palestino ha pedido un "corredor seguro para garantizar la entrada de ayuda médica urgente" a los hospitales de Gaza.

A las puertas de la invasión terrestre

El Ejército israelí afirma que tiene controlada toda la frontera con Gaza, donde hay miles de reservistas dispuestos a iniciar la invasión terrestre. Según el enviado de Israel ante la ONU, hay entre 100 y 150 secuestrados en Gaza. Entre las personas asesinadas y secuestradas el sábado, se cuentan docenas de extranjeros, según han reconocido varias embajadas. Pero el odio de los discursos de los líderes israelís indica que hay poco lugar para la solidaridad con los civiles de Gaza. "Las atrocidades llevadas a cabo por Hamás no se han visto desde las atrocidades del ISIS", ha declarado Netanyahu este lunes. Este martes los militares israelís han reportado a periodistas extranjeros el hallazgo de los cuerpos de al menos 40 niños y bebés asesinados mientras dormían juntos en un dormitorio comunitario en el kibutz Kfar Aza, al sur de Israel. Algunos de ellos, según los militares, estaban decapitados.

En los terrenos de la colonia yacían, además, los cuerpos sin vida de decenas de residentes israelís y militantes de Hamás entre casas quemadas, muebles destruidos y automóviles incendiados. El caso ha conmocionado al país, aunque, por ahora, solo fuentes israelís confirman la masacre. "Estamos en una operación por nuestro hogar, una guerra para asegurar nuestra existencia, una guerra que ganaremos", ha añadido, a la vez que denuncia que la guerra les "fue impuesta por un enemigo despreciable: salvajes que celebran el asesinato de mujeres, niños y ancianos". Muchas familias se organizan para encontrar a las decenas de desaparecidos. Este martes se ha anunciado el hallazgo de 30 de ellas, una buena noticia entre tanta oscuridad. A su vez, el Ejército ha confirmado haber encontrado 1.500 cadáveres de militantes de Hamás en su territorio.

Clamores de venganza

Durante la jornada del martes, han vuelto a sonar las sirenas en las principales ciudades israelís. Ashkelon, la ciudad portuaria al sur de Israel, ha sido foco de una retahíla de cohetes por el brazo armado de Hamás, las Brigadas de Ezedín al Qasam. La coalición de gobierno de Israel, la más derechista de la historia del país, quiere formar un Ejecutivo de emergencia con la oposición para ayudar al país a superar la crisis. Además, el Ejército ha anunciado estar construyendo una base para miles de soldados en preparación para la siguiente fase de su represalia. "Nos aseguraremos de que Israel tenga lo que necesita para responder al ataque", ha declarado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. "Hamás no defiende el derecho del pueblo palestino a la dignidad y la autodeterminación; su objetivo declarado en relación con el estado de Israel es matar al pueblo judío", ha añadido durante un discurso en la Casa Blanca.

Aunque aún se han reportado incursiones puntuales de milicianos de Hamás y combates, Israel asegura haber recuperado el control de la totalidad de pueblos fronterizos con la frontera de Gaza. En Sderot, el pueblo más cercano, aún no ha vuelto del todo la calma. "Ya casi no hay terroristas en Sderot, lo que escuchamos son sirenas y cohetes", explica a EL PERIÓDICO desde allí Nayra Davidi, la hija del alcalde Alon Davidi. "No podemos lamentarnos, no podemos llorar a las personas que fueron asesinadas o secuestradas, no tenemos tiempo para eso; ahora necesitamos sobrevivir y eso es lo que estamos haciendo", cuenta la joven de 25 años. La rabia y el odio por sus enemigos la domina desde el pasado sábado. "¿Cómo puedo saber que, mientras exista Hamás y exista la Franja de Gaza, puedo vivir aquí y sentirme segura? Nunca me sentiré segura en mi propia casa, por mucho que ame a Sderot, por mucho que ame a Israel", implora. Movida por todo el dolor de un pueblo entero, repite lo que dice todo el mundo últimamente en Israel: "no quiero que vuelva a ocurrir lo que pasó en el Holocausto."

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