'Rentrée' escolar en Francia

La obligatoriedad del uniforme en las escuelas salta a la agenda política en Francia

Macron apuesta por experimentar esta medida en las escuelas e institutos que se ofrezcan voluntarios y considera que podría arreglar "muchos problemas", como la "laicidad" o la "idea que nos hacemos de la decencia"

Niños con uniforme escolar

Niños con uniforme escolar / 123RF

Enric Bonet

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Es uno de los debates de esta vuelta al cole en Francia: la obligatoriedad (o no) del uniforme en los centros educativos. No se trata de una propuesta nueva en el país vecino, pero la novedad es que se abre paso en las filas del Gobierno y la coalición parlamentaria del presidente Emmanuel Macron. Durante el último año, la ultraderecha y la derecha republicana presionaron a favor de esta medida a través de distintas propuestas de ley en la Asamblea Nacional y el Senado. Todas ellas no salieron adelante. Pero el Ejecutivo macronista ha encontrado ahora una posición intermedia: la experimentación del uniforme obligatorio en las escuelas o institutos que se ofrezcan voluntarios.

"Queremos lanzar rápidamente una experimentación sobre esta cuestión", aseguró el ministro de Educación, Gabriel Attal, -nombrado en julio- quien ha querido dejar su impronta política en esta 'rentrée' con posiciones más contundentes, y a menudo más a la derecha, que su predecesor Pap Ndiaye. Attal dijo que quieren ensayar una "vestimenta escolar única" en distintos centros, como escuelas, institutos y liceos de bachillerato, tanto en territorios urbanos como rurales. Según Macron, quien también apoya esta "experimentación", la homogeneización en la vestimenta del alumnado podría arreglar "muchos problemas", como la "laicidad" o la "idea que nos hacemos de la decencia, de que no queremos ropas demasiado excéntricas".

Estas declaraciones fueron aplaudidas por aquellos sectores del macronismo -entre ellos, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, o el de Defensa, Sébastien Lecornu- que apuestan por la obligatoriedad del uniforme. "La experimentación anunciada por Attal nos llevará a la generalización, ya que se trata de una medida que satisfará a todo el mundo”, dijo a 'Le Parisien' la secretaria de Estado de Ciudadanía, Sonia Backès. Éric Ciotti, presidente de Los Republicanos (LR, afines al PP), ha pedido que se aplique en los centros de departamentos (provincias) gobernados por la derecha republicana, como los Alpes Marítimos o Bouches-du-Rhône. A los alcaldes de ultraderecha de Perpiñán (Louis Aliot) o Béziers (Robert Ménard) también les gustaría llevarla a cabo.

Los titubeos de Macron

El macronismo, sin embargo, está mucho más dividido sobre esta propuesta recurrente en el debate público galo. Ya había generado polémica a principios de año la defensa firme que hizo la primera dama Brigitte Macron -trabajó como profesora durante unos 30 años en varios centros privados, algunos de ellos muy elitistas- sobre la obligatoriedad del uniforme. En cambio, la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, se ha posicionado claramente en contra: "Estoy convencida de que debemos dejar a nuestros jóvenes que tengan cierta libertad, que puedan expresar su personalidad. No sueño con una sociedad uniformizada".

"Macron ha titubeado mucho sobre esta cuestión. Primero, tenía a un ministro (Ndiaye) que estaba en contra, ahora otro (Attal) a favor”, declara a EL PERIÓDICO la senadora Céline Boulay-Espéronnier, de LR y quien presentó el año pasado una propuesta de ley sobre el uniforme obligatorio en las escuelas. Esta representante de la derecha republicana teme que la nueva propuesta de "experimentar" con el uniforme obligatorio sea "una maniobra de comunicación política", teniendo en cuenta que "el 60% de los franceses son favorables a esta medida", según sondeos elaborados hace varios años. 

Boulay-Espéronnier considera que hace falta una ley nacional sobre el uniforme obligatorio, que resultaría "distinto en cada centro y cuyo diseño sería acordado con los padres". Serviría, según ella, para "favorecer un sentimiento de pertenencia". "Cada niño y adolescente puede expresar su sensibilidad y gustos personales en la vida civil, pero en la escuela hace falta una predisposición para educarse", añade.

"Una medida cosmética"

No obstante, estos argumentos no convencen a la izquierda ni los sindicatos educativos. "Era una idea defendida por la ultraderecha que seduce cada vez más a sectores de la derecha. No solo va en contra de nuestros valores, sino que básicamente sirve para que no hablemos de los verdaderos problemas del sector educativo", afirma Caroline Pecqueur, maestra e integrante del SNUipp-FSU en París. Este mismo sindicato publicó esta semana un informe en que denunciaba que en el 48% de los centros de secundaria faltan profesores. Las reiteradas promesas del Ejecutivo no han resuelto un problema incrustado por la pérdida de prestigio de la profesión docente, sobre todo a causa de los bajos salarios.

"Me parece una medida cosmética. (…) La mayoría de los estudios muestran que el uniforme no tiene ningún efecto para reducir las desigualdades económicas y sociales en las escuelas", asegura Nada Chaar, investigadora sobre la historia y la sociología de la educación. Según esta profesora en la Universidad París 8 Vincennes-Saint-Denis, en Francia -un país donde las desigualdades educativas son más pronunciadas que en la media de la OCDE- las diferencias de renta y capital cultural entre los alumnos "están mucho más marcadas entre los distintos centros que entre los alumnos de un mismo centro". 

"La mezcla social está cada vez menos presente en las escuelas, sobre todo a causa de la segregación urbana”, añade esta experta, en referencia a que los alumnos de familias ricas y clases medias altas se concentran en los colegios de los centros urbanos o aquellos barrios más pudientes, mientras que los más modestos estudian en las 'banlieues' o en escuelas rurales. "En lugar del uniforme, resultaría mucho más eficaz que exigieran a las escuelas privadas que respetaran las mismas normas de diversidad social que las públicas", sostiene Pecqueur, del sindicato SNUipp-FSU. 

Ante estas críticas, Boulay-Espéronnier defiende que "nadie ha dicho que el uniforme vaya a resolver todos los problemas de la educación". Ella ve en esta medida una manera de ayudar a los padres a hacer frente a la "carrera de las marcas" -la presión de los niños y adolescentes para que les compren ropa cara al compararse con sus compañeros de clase- y gestionar las tensiones por la presencia de vestimentas con una posible connotación religiosa

Junto con el uniforme, el otro gran tema de esta 'rentrée' ha sido la prohibición de las abayas en escuelas e institutos. Aunque se trata de un fenómeno minoritario —en el primer día de vuelta al cole la llevaron menos de 300 alumnas de un total de 5,6 millones de estudiantes—, la presencia de esta túnica tradicional en países musulmanes hace correr ríos de tinta en el país vecino. "Con el uniforme, será mucho más fácil de gestionar esta situación. Todo el mundo debe respetar la misma regla", defiende la senadora. Nada garantiza, sin embargo, que la uniformidad resuelva las tensiones identitarias que permanecen en Francia. Y que brotan en la mínima grieta.