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Crónica desde Roma: Guerra a los baches en la Ciudad Eterna

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5.jpg / Ayuntamiento de Roma

Irene Savio

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El alcalde de Roma dijo días atrás que ha decidido declararle la guerra a los baches de las carreteras de la ciudad. El asunto no es baladí. Cualquiera que haya tenido el privilegio de residir en la Ciudad Eterna lo sabe. Los baches ('buche', en italiano) son uno de los grandes problemas de la capital italiana, y también una de las principales causas compartidas de descontento de cualquier romano y romana. 

Acontece también en otras urbes. Pero aquí esta plaga ha llegado a tal paroxismo que incluso se han escrito, para desdramatizar, poesías y canciones (muchas, en dialecto) de denuncia de la situación, en su mayoría en clave irónica. Otros ciudadanos agotados por años de negligencia, mala administración y burocracia, incluso han decidido ponerse ellos mismos manos a la obra. 

En 2015, por ejemplo, nació la asociación 'Tappami' (Cúbreme), integrada por un ejército de ciudadanos dispuestos a acabar con los socavones. La creó un empresario y la tarea llevada a cabo, decía, fue titánica. Solo en los primeros cinco años de existencia, “los voluntarios arreglaron 5.000 baches con más de 100 toneladas de asfalto en frío”, comunicaba 'Tappami' en 2020. En verdad, la propia asociación de consumidores Codacons llegó a contar un bache cada 15 metros en los 8.000 kilómetros de vías de la ciudad y el diario romano 'Il Messaggero' relataba el año pasado que la empresa japonesa Yokohama incluye, desde hace 30 años, un viaje por las calles de Roma entre las pruebas de resistencia para sus nuevos prototipos de neumáticos. 

600 kilómetros

Con esta situación como preámbulo, Roberto Gualtieri, alcalde desde noviembre de 2021, ha presentado ahora un ambicioso proyecto rehabilitación vial. Según ha comunicado, el objetivo es renovar, para 2024, el 80% de las grandes calles y avenidas que necesitan ser rehabilitadas, incluyendo las aceras. Eso son 600 kilómetros. Hasta el momento, se han acabado unos 210 kilómetros.

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7.jpg / Ayuntamiento de Roma

La Oficina de la Consejería de Trabajos Públicos de Roma cree que están enfrentándose al problema “como no se ha hecho en 20 años”. Así lo ha repetido la consejera Ornella Segnalini, en un mensaje enviado a este diario. “Rehabilitaremos 800 kilómetros de carreteras y se han asignado 300 millones de euros para este programa”, ha explicado Segnalini.

Según el ayuntamiento romano, de hecho, la intención ahora es llegar al fondo de la plaga, sobre todo en vista del Jubileo que empezará a finales de 2024. Por ello, se está repavimentando con obras que llegan hasta una profundidad de 24 centímetros y, además, gran parte de las intervenciones no se hacen de día. “Los trabajos se llevan a cabo durante la noche y no interrumpen el tráfico, lo cual también es una novedad”, ha insistido Segnalini.

A pesar del escepticismo de los romanos sobre las supuestas molestias causadas por las obras, la ciudad asiste en estos días a esta regeneración, de aún incierto desenlace. Así y todo, más obras se pondrán en marcha en los próximos meses. Según el calendario, el ayuntamiento se apresta también a excavar nuevos túneles subterráneos, crear nuevas zonas peatonales y restaurar también viejos puentes, como el de la Industria, que, si todo sale bien, una vez renovado se espera que permita el paso de los autobuses.

Calles periplo

Incluso se ha creado un Plan 'sanpietrini'. Estos adoquines de basalto negro biselado, que son parte del paisaje reconocible de la ciudad desde el siglo XVIII, están siendo cambiados y mejorados en zonas céntricas como Prati, la zona de vía Giulia y el célebre barrio de Trastevere. Sin embargo, tampoco es la primera vez que los sanpietrini están en el centro de la atención. En 2005, el entonces alcalde Walter Veltroni incluso intentó despojar a las calles de los adoquines para mejorar el tránsito vial. Acabó mal. Casi de inmediato se crearon comités ciudadanos contrarios a la iniciativa y se llevaron a cabo múltiples protestas, que mantuvieron enfrentada a la población, lo que dejó la medida incompleta. 

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3.jpg / Ayuntamiento de Roma

El desafío es significativo también porque el historial de percances ocasionados por los baches en Roma es largo. En los años de la alcaldesa Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas, incluso se llegaron a cerrar calles y reducir el límite de velocidad por los incontables accidentes y las horas de tráfico, mientras los vendedores de neumáticos hacían su particular agosto. Tanto así que, en 2016, la ciudad incluso estimó que la mitad de sus autobuses se habían descompuesto por los socavones, lo que llevó a la creación de una línea telefónica de emergencia para señalar los accidentes, conocida como la línea '060-buche'. 

El asunto es también bastante paradójico si se recuerda que los antiguos romanos fueron grandes constructores de calles. Eso, a partir del año 300 a.C. El objetivo era transportar con agilidad a tropas, mercancías y personas. E incluso se llegó a proteger el estado de la vías de la ciudad con restricciones al paso de carros comerciales y cuádrigas. De hecho, los problemas empezaron luego, con la caída de Roma, lo que cedió paso a siglos de estancamiento en la planificación y mantenimiento de la infraestructura vial.   

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