Crisis hídrica en Uruguay
Montevideo, a punto de quedarse sin agua potable
El cambio climático se ensaña con América Latina y el Caribe
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
El mate es más que una infusión que se consume a raudales en Paraguay, Argentina y Uruguay. Pero es en este último país donde esa yerba que se aloja en un cuenco que, al mezclarse con agua caliente, transmite su sabor amargo a la boca a través de una paja, conocida como bombilla, donde su ingesta, de propiedades energéticas y antioxidantes, es un asunto nacional. Los uruguayos son algo más que consumidores por excelencia. Como se ha visto en España en los casos de Luis Suárez o Antoine Griezman, gracias a su amistad con Diego Godin, llevan siempre consigo el "termo", como se conoce al recipiente metálico que contiene el agua, y el cuenco que aloja la yerba. El mate es una adherencia al cuerpo, un rito colectivo en el espacio público, una red social fundada sobre la base de convidar y ser convidado. Pero para que esa trama cultural y alimenticia funcione, debe haber agua. Y es lo que está faltando, a niveles que no se conocen. "Si no llueve, va a haber un lapso en el cual el agua no será bebible", dijo días atrás el presidente Luis Lacalle Pou días atrás. Sin embargo, el cielo se mantuvo imperturbable. El Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet ) no vislumbra ni si quiera chaparrones en el horizonte inmediato.
Uruguay, con sus 3,5 millones de habitantes, enfrenta desde hace cuatro años una sequía histórica que obligó a Lacalle a declarar el estado de emergencia hídrica. El cambio climático que azota a la región también golpea a sus ríos y, dicen los científicos, presagia problemas mucho mayores. La capital, Montevideo, y sus alrededores, sienten desde hace meses los efectos de la escasez de agua dulce. La principal fuente es la presa Paso Severino, a unos 85 kilómetros al norte de la capital. Desde hace meses que sus niveles de acopio vienen reduciéndose. Se pasó de 2.887.394 metros cúbicos, el 20 de junio a 1.372.116, los últimos días. La capacidad del embalse se encuentra alrededor del 2%, de acuerdo con la última medición. Se habla de una semana de abastecimiento. El fantasma de carencia absoluta sobrevuela a la ciudad.
Salinización
A medida que la crisis fue en alza, la empresa Obras Sanitarias del Estado (OSE) se vio obligada a mezclar cada vez más la escasa agua dulce existente con la del río Santa Lucía, que tiene una carga importante de sales, debido a su cercanía con el río de la Plata, vecino a su vez del Océano Atlántico. Para potabilizarla se vio obligada a incrementar los niveles de cloruro y sodio. Y comenzaron los trastornos. La Facultad de Medicina pidió que no se añada sal a los alimentos en los niños.
Las complicaciones van más allá de la alimentación. Las peluquerías no pueden lavar los cabellos, y cuando lo hacen, los clientes ni se atreven a mirarse al espejo. Bañarse y lavarse los dientes supone quedar impregnados de restos salinos.
Comprar agua embotellada
Los montevideanos y habitantes de las ciudades aledañas no tuvieron otra alternativa que salir corriendo a comprar agua embotellada. La venta creció un 224%. Los ocho litros cuestan unos 3,5 euros. El Ministerio de Desarrollo Social asigna dos litros de agua embotellada gratis para los menores de dos años y embarazadas. El 86% de los comercios han reducido los precios. El 9,1% de pobres que tiene Uruguay no solía acceder a ese consumo. Y ahora le cuesta mucho más.
Uruguay mide con perplejidad la distancia irreconciliable entre los propósitos públicos y los hechos. Se trata del primer país del mundo en instituir en su Carta Magna de 2004 el derecho al agua potable. El precio del servicio es barato y regulado por OSE, en calidad de empresa monopólica desde hace 19 años. A la vez, el sistema de abastecimiento carga con el peso del paso del tiempo y la desidia. De acuerdo con el diario El Observador, las cañerías pierden un 30% y 50% de lo que transportan por falta de mantenimiento.
Inversiones necesarias
Lacalle Pou prometió la construcción de un nuevo embalse en un mes. Las empresas encargadas desestimulan semejante optimismo. El secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, señaló que, más allá de los mecanismos de estabilización que se buscan "a contrarreloj", la solución definitiva llegará con lo que se conoce como el proyecto Arazatí, una inversión de 200 millones de dólares que proveerá de agua a toda la red metropolitano, dentro de dos años.
Mientras tanto, los uruguayos monitorean a diario el pronóstico del tiempo, aun sabiendo por los expertos, de que la lluvia anhelada no alcanzará para frenar las dificultades. El gusto a sal amenaza con ser una incómoda costumbre. El mate hay que beberlo con agua mineral o entrar en un complejo período de abstinencia.
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