Migración

24J, el trauma de Melilla que persiste un año después de la tragedia en la valla

La misión casi imposible de conseguir asilo en Marruecos siendo sudanés

Amnistía cifra en más de 100 los fallecidos en Melilla el 24J de hace un año

Las manos de Omar, un joven chadiano que cuenta las secuelas de la experiencia del mortífero salto de la valla de Melilla en junio del 2022.

Las manos de Omar, un joven chadiano que cuenta las secuelas de la experiencia del mortífero salto de la valla de Melilla en junio del 2022. / Marc Ferrà

MARC FERRÀ / SOFIA CATALÀ

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Omar no es capaz de recordar el 24 junio de 2022 (24J) sin que las lágrimas le corten las palabras. Ese recuerdo le persigue y atormenta. Le quita el sueño, que le cuesta conciliar, aun con medicación. Ese día, se acercó a la frontera, como tantas veces había hecho antes desde que llegó a Marruecos hace cuatro años. Aunque ese día, fue su último intento. No ha querido volver a la valla de Melilla. El trauma de lo que vivió este joven chadiano le robó las fuerzas de volver a intentarlo y lleva un año sobreviviendo como puede en Rabat

El 24J también le quitó las ganas de pasar un solo día más en Marruecos. Ahora, su único objetivo es dejar el país, sea como sea. Le falta el dinero. Ha perdido todo el interés en Europa, le da igual dónde ir, quiere un país seguro en el que poder vivir. No solo vivir, sino hacerlo con dignidad: que le reconozcan sus derechos como refugiado. Poder formar una familia, estudiar o trabajar: todo lo que la guerra en su país le arrebató.

Los supervivientes de la tragedia siguen varados en Marruecos sin asilo ni asistencia, mientras el conflicto se recrudece en su país

Este sábado se cumple un año de la mayor tragedia vivida en la valla de Melilla. Unas mil personas intentaron saltar el entramado de vallas que separa Marruecos de España, la policía marroquí cargó con fuerza para intentar evitarlo y la española expulsó ilegalmente a la mayoría de los que lo lograron. Según cifras oficiales, murieron 23 personas, aunque las organizaciones defensoras de derechos humanos creen que podrían ser 40 muertos. Además, todavía restan unos ochenta desaparecidos. La mayoría eran jóvenes sudaneses y chadianos que llevaban semanas acampados en condiciones precarias en los bosques cercanos a la valla.

Paso fronterizo de Barrio Chino desde la población marroquí de Beni Ensar, el punto de la valla de Melilla en la que tuvo lugar la tragedia.

Paso fronterizo de Barrio Chino desde la población marroquí de Beni Ensar, el punto de la valla de Melilla en la que tuvo lugar la tragedia. / Marc Ferrà

La odisea de Omar

Un año después, 'El Periódico' se reencuentra con Omar, un chadiano de 23 años que relató su testimonio en un reportaje publicado pocos días después de la tragedia. Este joven huérfano salió de su país con 15 años, cuando fue amenazado de muerte. Ha crecido en un país en guerra, en la región de Darfour occidental, y la violencia lo ha acompañado durante toda su odisea migratoria: cuando fue detenido en Libia, deportado al desierto de Argelia y Níger, y en su último intento de saltar la valla el 24J. "Nada ha cambiado desde lo que pasó en Melilla", cuenta. 

"No llego a dormir por las noches, lloro y tengo pesadillas cuando pienso en mis amigos muertos y lo que pasó delante de mí ese día en Melilla. Me quedo en casa pensando. Incuso si salgo, no tengo ganas de hablar con la gente. No llego a borrar esos recuerdos. Tengo miedo de volverme loco", cuenta Omar. "En Rabat no hay nadie que me oriente o me ayude, no tengo a nadie, tampoco familia", añade. Este joven sufre una enfermedad de riñones que le impide trabajar: "La mayoría de trabajos son de diez horas al día y yo no aguanto".

"Estoy bloqueado en Marruecos, no sé qué hacer ahora", es la frase que resume lo que tanto retumba en su cabeza, y en la de la mayoría de refugiados varados en el país. "El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) nos dice que van a encontrar una solución. Cada vez que los llamo, responden que no vayamos a la frontera, que nos van a ayudar. Pero hasta el momento no hay ninguna solución, y esto solo agrava la situación", lamenta Omar. 

Mientras tanto, este joven, pasa los días en Rabat debatiendo el camino para escapar de esta situación: "Quizás la próxima vez que hablemos estaré en Argelia. No puedo seguir más en este país". Actualmente, hay cerca de 20.000 refugiados y demandantes de asilo en Marruecos, según ACNUR. Cerca de 2.000 son sudaneses o de países vecinos. Este organismo argumenta que la falta de presupuesto los limita a la hora a la hora trabajar. "Esta frustración que vemos cada día también va en función de los recursos que tenemos y es una frustración que compartimos porque con más medios podríamos hacer más",  explica François Reybet-Degat, representante de ACNUR en Marruecos.

Desaparecidos y encarcelados

Hassanjoven chadianoNo sé dónde está, si en la cárcel, perdido o muerto.Asociación Marroquí por los Derechos Humanos (AMDH)

Entre las personas muertas en la valla, solo una ha podido ser identificada y enterrada en el cementerio de Nador, gracias a que la familia pudo viajar a Marruecos con la ayuda de la AMDH. Por ahora, ninguna fuente oficial ha informado de que se haya realizado la autopsia. Además, unos trescientos están encarcelados en la prisión de Nador tras ser detenidos y juzgados después del 24J. Los condenaron a hasta dos años de cárcel por los delitos de entrada ilegal en Marruecos, favorecer la inmigración clandestina, ultraje a las autoridades, entre otros cargos. 

Externalización de fronteras

Diversas organizaciones de defensa de derechos humanos, entre ellas Caminando Fronteras y la AMDH, denuncian la "persecución judicial" a la que están sometidos estos demandantes de asilo en Marruecos. Un año después de la tragedia, Nador y las poblaciones marroquís próximas a la valla están blindadas. En las cercanías hay controles policiales con el objetivo de cortar el paso a los refugiados y migrantes. El objetivo es imposibilitar cualquier otro intento de salto.

Este control de las autoridades marroquís es fruto de las políticas de externalización de fronteras de la Unión Europea para impedir la llegada de migrantes y refugiados, según denuncian las mismas organizaciones de defensa de los derechos humanos. En los últimos cinco años, España ha pagado más de 120 millones de euros a su país vecino para reforzar el control migratorio. Y la Unión Europea prevé inyectar más de 500 millones de euros a Marruecos hasta el 2027. Esta política ha endurecido las condiciones de vida de los refugiados. Perviven en Marruecos, a la espera de poder romper este bloqueo en el que viven y alcanzar sus derechos.

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