Crisis evitada

Respiro de alivio económico y político tras la aprobación en EEUU de la ley que evita el impago

La tensión y ansiedad vividas en las últimas semanas subrayan a las dificultades de gobierno y la volatilidad de un Washington polarizado

Chuck Schumer tras su llegada al Capitolio estadounidense.

Chuck Schumer tras su llegada al Capitolio estadounidense. / EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS

Idoya Noain

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A solo unos días de precipitarse por un abismo económico en una caída que hubiera arrastrado también la estabilidad financiera mundial, Estados Unidos ha acabado evitando in extremis entrar por primera vez en su historia en una situación de impago. Tras semanas de ansiedad e intensas negociaciones, el presidente Joe Biden podía estampar su firma en una ley que deja en suspensión el techo de la deuda hasta el 1 de enero de 2025, permitiendo al país seguir endeudándose por encima de los 34,4 billones de dólares en que actualmente está fijado ese techo para hacer frente a sus pagos.

La aprobación el jueves por la noche en el Senado con apoyo bipartidista de la ley que la víspera había recibido también votos republicanos y demócratas para obtener la luz verde en la Cámara de Representantes, permite un respiro de alivio colectivo, tanto económico como político. Pero la prolongada tensión que se ha vivido conforme se acercaba el lunes 5 de junio, la fecha en que el Tesoro estimaba que se le agotarían las herramientas extraordinarias que ha estado usando ya desde enero, ha dejado de nuevo en evidencia la dificultad de gobernabilidad y la volatilidad e incertidumbre que se generan en un Washington polarizado. Y la inestabilidad es especialmente intensa cuando el poder está dividido como actualmente, con los demócratas en control de la Casa Blanca y la Cámara Alta y la Cámara Baja en manos de los republicanos, que solo acostumbran a exigir recortes draconianos en el gasto a cambio de elevar el techo de la deuda cuando el presidente no es de su partido.

Evitar una crisis, la prioridad

La bautizada como Ley de Responsabilidad Fiscal, que Biden se disponía a firmar este viernes antes de dirigirse a la nación desde el Despacho Oval, subrayando la trascendencia del momento, nació de un acuerdo negociado entre el presidente demócrata y el ‘speaker’ republicano, Kevin McCarthy. Ese pacto deja en suspensión el techo de la deuda a cambio de imponer recortes presupuestarios a varios programas nacionales, límites de gasto los dos próximos años y otras medidas.

Había despertado rechazo tanto en el ala ultraconservadora del Partido Republicano, que exigía una reducción de gasto mucho mayor, como entre algunos halcones que advierten de los riesgos de limitar al 3% el aumento del presupuesto de Defensa como hace la ley. Pero también contó oposición del ala progresista demócrata, indignada con concesiones como el endurecimiento de requisitos para obtener algunas ayudas públicas, y quienes rechazan otras consecuencias como la aprobación rápida de un gasoducto.

Al final ha acabado primando la conciencia mayoritaria de la necesidad de evitar una crisis que se advertía “catastrófica”. Y como demostraba Biden ya en su comunicado tras la aprobación en el Senado, lo fundamental era lanzar el mensaje de que “EEUU es una nación que paga sus facturas y cumple sus obligaciones, y siempre lo será”.

Biden, ganador

El presidente también recordaba que “nadie consigue todo lo que quiere en una negociación” pero el consenso es que ha sido él quien ha salido como mayor triunfador. Aunque durante 97 días se negó siquiera a negociar sobre techo de la deuda, ofreciendo solo discutir de presupuesto, acabó sentándose con McCarthy, y aunque algunos en su propio partido lo compararon con "negociar con terroristas", acusando a los republicanos de estar tomando a la economía como rehén para avanzar su agenda, el mandatario se ha asegurado de que el país no se verá sujeto a una crisis similar por lo menos hasta después de las presidenciales de 2024. Además, y pese a tener que renunciar a algunos objetivos y aspiraciones como las subidas de impuestos a las rentas más altas y las empresas para aumentar los ingresos, ha logrado contener significativamente las mayores aspiraciones republicanas. Y dejó protegidas y fuera de cualquier negociación la seguridad social y Medicare, la asistencia sanitaria pública para mayores, que junto con los intereses de la deuda son los mayores motores del endeudamiento.

Con el pragmatismo y la experiencia acumulados en sus años en el Congreso, Biden ha apostado por la vía del bipartidismo. Desde que alcanzó el pacto con McCarthy ha evitado celebrarlo como un buen acuerdo para los demócratas. Incluso con el riesgo de alienar a los más progresistas, en sus cálculos ha primado no alimentar la resistencia al acuerdo entre los republicanos, consciente de los problemas que el ‘speaker’ podría tener para reunir los votos necesarios dada su frágil mayoría y el peso desproporcionado del ala ultra.

Una vez lograda la aprobación de la ley y evitada la crisis, puede esperarse un cambio de mensaje.